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Día litúrgico: Domingo XV (C) deltiempo ordinario
Texto del Evangelio ( Lc 10,25-37): En aquel tiempo, se levantó un maestro de
la Ley, preguntó (…) a Jesús: ᆱY ¿quién es mi prójimo?ᄏ. Jesús respondió: ᆱBajaba
un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de
despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba
por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. De igual modo, un levita
que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de
camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; y, acercándose, vendó sus
heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura,
le llevó a una posada y cuidó de él (…)ᄏ.
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos del Papa
Francisco) (Città del Vaticano, Vaticano)
Parábola del buen samaritano. Nuestra fragilidad es fuente de un gran
tesoro
Hoy, el Señor nos invita a abrazar nuestra fragilidad como fuente de un gran tesoro
evangelizador. Sólo quien se reconoce vulnerable es capaz de una acción solidaria.
Compadecerse (“padecer-con”) del que está caído al borde del camino es la actitud
de quien reconoce en el otro su propia imagen, mezcla de tierra y tesoro: ama esta
imagen, se acerca a ella y descubre que las heridas que cura en el hermano son
ungüento para las propias.
—Ni los salteadores ni quienes pasan de largo ante el caído tienen conciencia de su
tesoro ni de su barro. Los primeros no valoran ni su propia vida y, por eso, se
atreven a dejar al caído casi muerto. El sacerdote y el levita valoran su vida, pero
parcialmente; se atreven a mirar sólo una parte, la que ellos creen valiosa: se
saben elegidos y amados por Dios, pero no se atreven a reconocerse arcilla, barro
frágil. El caído les da miedo y no saben reconocerlo, ¿cómo podrían reconocer el
barro de los demás si no aceptan el propio?
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