Maderas hay para santos y otras para hacer carbón.
DOMINGO 16 ordinario 2013 C
¿Porqué siendo el pueblo judío el pueblo elegido se permitían ser tan duros con las
mujeres?¿Porqué las mujeres no tenían categoría de personas y no podían
participar en público en las reuniones de la sinagoga? ¿Porqué eran consideradas
sólo para tener hijos y algunos rabinos afirmaban que por ningún motivo se les
podían explicar las Escrituras Santas a las mujeres? Son preguntas que les dejo a
mis lectores, yo prefiero en esta ocasión considerar la actitud de Jesús que
venciendo con todas las tontas costumbres de sus contemporáneos aceptaba la
amistad de dos mujeres, las visitaba en su casa y se atrevía a conversar con ellas
en privado. En aquella casa y en aquellas ocasiones en que Cristo llegaba cansado y
encontraba acogida, cariño y respeto, se sentiría un ambiente de total sociego,
tranquilidad y felicidad. Con qué cariño abrirían las puertas de ese hogar para que
el Maestro pudiera encontrar reposo después de sus largas caminatas por los
caminos de Israel. Sin embargo, el Evangelista San Lucas nos refiere que en una de
esas ocasiones en que Cristo las visitó, ciertamente acompañado de sus apóstoles,
una de ella, Marta, inmediatamente se puso a preparar los alimentos con que
pretendería halagar al visitante, y en cambio, María, la otra hermana, prefirió
sentarse a los pies de Jesús y preguntarle alegremente pobre su misión, sobre lo
ocurrido en aquellos largos encuentros con las gentes, con los enfermos y los
pobres, y Cristo se explayaría con ella de todo lo que el Padre iría depositando en
aquellas gentes buenas que lo escuchaban. Pero ocurrió que Marta le pidió a Jesús
que María pudiera levantarse para ayudarle en los menesteres de la cocina. Cristo
amablemente pero con mucha sinceridad le respondió: “Marta, Marta, muchas
cosas de preocupan y te inquietan, siendo así que una sola es necesaria. María
escogió la mejor parte y nadie se la quitará”. Jesús entendía la preocupación de
Marta por atenderlo, por alimentarlo y hacer placentera su estancia en su casa,
pero supo darle a su hermana una categoría de interlocutora que entre otras gentes
hubiera sido incomprensible.
¿Qué significa este hecho para nosotros? Siento que siendo plenamente utilitaristas,
pensando que sólo interesa lo que puede traernos un bien inmediato y cercano, nos
perdemos de situaciones que podrían proporcionarnos una gran alegría, hemos
perdido el gusto por contemplar una noche de estrellas, nos aburre caminar por el
bosque cuando se tiene cerca o nos astía la contemplación de los colores del cielo o
la inmensidad del mar en un atardecer. Preferimos sumergirnos en una música
ruidosa con los audífonos, o meternos en las páginas de internet, o pasarnos largas
horas frente al mostrador o en el comercio, procurando aquirir la mayor cantidad de
bienes para tener una casa mejor, o un mejor coche o nuevos audífonos o una
buena caminadora para el ejercicio. Por eso siento que recomendar la apertura a
Cristo que quiere visitarnos, será algo infructuoso, sin embargo habrá que
considerar la oportunidad de invitar a Cristo a venir al interior de nosotros, de
tomarse algunos momentos de silencio para escucharlo, a lo mejor meterse en el
silencio de cualquier iglesia, sobre todo ahora que están tan solas, inclinarse, tomar
la cabeza entre las manos y encontrarse con ese Cristo que trae sociego y paz, o
porqué no entretenerse en considerar el texto evangélico del domingo anterior o
mejor, participar vivamente en la Eucaristía dominical, vista no como un
compromiso, como un fastidio o un deber, sino como una invitación a Cristo que
dejará un agradable sabor de boca, como era la presencia de Jesús en la casa de
aquellas mujeres de buena voluntad.
Vive la experiencia de invitar a Jesús, date el gusto de sentirlo cerca,
proporcionarte a ti mismo la gran alegría de invitar al Maestro a que viva en la
intimidad contigo para sentir la paz que habías estado buscando y que tienes tan
cerca de ti, tan cerca de una Eucaristía bien vivida.
El Padre Alberto Ramírez Mozqueda espera sus comentarios en
alberami@prodigy.net.mx