DOMINGO 17. TIEMPO ORDINARIO. CICLO C.
Lc.1, 1-13
Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de
sus discípulos le dijo:«Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus
discípulos.» Él les dijo:«Cuando oréis decid: "Padre, santificado sea tu
nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan del mañana,
perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo
el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación."» Y les dijo:- «Si
alguno de vosotros tiene un amigo, y viene durante la medianoche para
decirle:"Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de
viaje y no tengo nada que ofrecerle."Y, desde dentro, el otro le
responde:"No me molestes; la puerta está cerrada; mis niños y yo estamos
acostados; no puedo levantarme para dártelos." Si el otro insiste llamando,
yo os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos
por la importunidad se levantará y le dará cuanto necesite. Pues así os digo
a vosotros: Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá;
porque quien pide recibe, quien busca halla, y al que llama se le abre. ¿Qué
padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿0 si le
pide un pez, le dará una serpiente? ¿0 si le pide un huevo, le dará un
escorpión? Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a
vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a
los que se lo piden? »
CUENTO: UN SENCILLO CUENTO SOBRE EL COMPARTIR
Un día, un niño se compró un helado de chocolate. Cuando iba a destaparlo,
se acordó de que a su hermano mayor le encantaba el chocolate. Fue a
casa, lo guardó en el frigorífico y le dijo a su hermano que había comprado
su helado preferido. Éste se puso muy contento y le dijo que ya se lo
comería más tarde. Pasó un rato y el hermano mayor fue a tomar su
helado. Pero cuando iba a destaparlo, su hermana pequeña lo agarró de las
piernas y se lo pidió. Al final, acabó dándoselo. La hermana pequeña se fue
muy contenta con su helado. Se sentó en una silla del comedor y se puso a
mirar el helado. Estuvo pensando un momento y después fue rápidamente a
buscar a su madre. La encontró en la terraza tendiendo la ropa. Había
pensado regalarle su helado, porque sabía que le gustaba mucho el
chocolote. La madre la tomó en brazos y le dio un beso. Le dijo que ahora
no se lo podía comer, que se lo guardara en el firgorífico. Al mediodía llegó
el padre a casa cansado del trabajo. Hacía mucho calor y la madre, al oírle
llegar, le dijo que se comiera el helado de chocolate que había en la nevera.
El padre fue y lo tomó. Lo destapó y empezó a comérselo. Entonces recordó
que a sus hijos les encantaba el chocolate. Mientras se comía el helado, fue
a la tienda de al lado de su casa y compró una tarta helada de chocolate.
Cuando llegó la hora de comer, todos se llevaron una gran sorpresa al ver
aquella tarta tan rica de chocolate. Al pensar los unos en los otros, habían
salido todos ganando.
ENSEÑANZA PARA LA VIDA:
Lucas y Mateo han recogido en sus respectivos evangelios unas palabras de
Jesús que, sin duda, quedaron muy grabadas en sus seguidores más
cercanos. Es fácil que las haya pronunciado mientras se movía con sus
discípulos por las aldeas de Galilea, pidiendo algo de comer, buscando
acogida o llamando a la puerta de los vecinos.
Probablemente, no siempre reciben la respuesta deseada, pero Jesús
no se desalienta. Su confianza en el Padre es absoluta. Sus seguidores han
de aprender a confiar como él: «Os digo a vosotros: pedid y se os dará,
buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá». Jesús sabe lo que está diciendo
pues su experiencia es ésta: «quien pide recibe, quien busca halla, y al que
llama se le abre».
Si algo hemos de reaprender de Jesús en estos tiempos de crisis y
desconcierto en su Iglesia es la confianza. No como una actitud ingenua de
quienes se tranquilizan esperando tiempos mejores. Menos aún como una
postura pasiva e irresponsable, sino como el comportamiento más
evangélico y profético de seguir hoy a Jesús, el Cristo. De hecho, aunque
sus tres invitaciones apuntan hacia la misma actitud básica de confianza en
Dios, su lenguaje sugiere diversos matices.
«Pedir» es la actitud propia del pobre que necesita recibir de otro lo
que no puede conseguir con su propio esfuerzo. Así imaginaba Jesús a sus
seguidores: como hombres y mujeres pobres, conscientes de su fragilidad e
indigencia, sin rastro alguno de orgullo o autosuficiencia. No es una
desgracia vivir en una Iglesia pobre, débil y privada de poder. Lo deplorable
es pretender seguir hoy a Jesús pidiendo al mundo una protección que sólo
nos puede venir del Padre.
«Buscar» no es sólo pedir. Es, además, moverse, dar pasos para
alcanzar algo que se nos oculta porque está encubierto o escondido. Así ve
Jesús a sus seguidores: como «buscadores del reino de Dios y su justicia».
Es normal vivir hoy en una Iglesia desconcertada ante un futuro incierto. Lo
extraño es no movilizarnos para buscar juntos caminos nuevos para
sembrar el Evangelio en la cultura moderna.
«Llamar» es gritar a alguien al que no sentimos cerca, pero creemos
que nos puede escuchar y atender. Así gritaba Jesús al Padre en la soledad
de la cruz. Es explicable que se oscurezca hoy la fe de no pocos cristianos
que aprendieron a decirla, celebrarla y vivirla en una cultura premoderna.
Lo lamentable es que no nos esforcemos más por aprender a seguir hoy a
Jesús gritando a Dios desde las contradicciones, conflictos e interrogantes
del mundo actual. ( José Antonio Pagola )
¡FELIZ SEMANA!.¡QUE EL MENSAJE DEL PAPA FRANCISCO EN LA JORNADA
MUNDIAL DE LA JUVENTUD QUE CONCLUYE HOY EN RÍO DE JANEIRO
ESTIMULE NUESTRA FE, LA DESPIERTE, LA HAGA MÁS MISIONERA Y
TESTIMONIO DEL AMOR INFINITO DE DIOS!