EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
lunes 15 Julio 2013
Lunes de la decimoquinta semana del tiempo ordinario
Libro del Exodo 1,8-14.22.
Mientras tanto, asumió el poder en Egipto un nuevo rey, que no había conocido a
José.
El dijo a su pueblo: "El pueblo de los israelitas es más numeroso y fuerte que
nosotros.
Es preciso tomar precauciones contra él, para impedir que siga multiplicándose. De
lo contrario, en caso de guerra se pondrá de parte de nuestros enemigos,
combatirá contra nosotros y se irá del país"
Entonces los egipcios pusieron a Israel a las órdenes de capataces, para que lo
oprimieran con trabajos forzados. Así Israel construyó para el Faraón las ciudades
de almacenamiento de Pitóm y Ramsés.
Pero a medida que aumentaba la opresión, más se multiplicaba y más se expandía.
Esto hizo que la presencia de los israelitas se convirtiera en un motivo de inquietud.
Por eso, los egipcios redujeron a los israelitas a la condición de esclavos,
y les hicieron insoportable la vida, forzándolos a realizar trabajos extenuantes: la
preparación de la arcilla, la fabricación de ladrillos y toda clase de tareas agrícolas.
Entonces el Faraón dio esta orden a su pueblo: "Arrojen al Nilo a todos los varones
recién nacidos, pero dejen con vida a las niñas".
Salmo 124(123),1-3.4-6.7-8.
De no estar el Señor en favor nuestro,
que lo diga Israel,
de no estar el Señor en favor nuestro,
cuando el mundo se lanzó contra nosotros,
nos habrían devorado vivos
en el fuego de su cólera.
Entonces las aguas nos habrían arrollado
y el torrente pasado por encima,
entonces habrían pasado sobre nuestra alma
las aguas impetuosas.
Bendito sea el Señor que no nos dio
por presa de sus dientes.
Nuestra alma como pájaro escapó
de la red que puso el cazador.
La malla se rompió
y nosotros escapamos.
Nuestro auxilio está en el Nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
Evangelio según San Mateo 10,34-42.11,1.
Sermón 59, 4º para la Exaltación de la santa cruz
No piensen que he venido a traer la paz sobre la tierra. No vine a traer la paz, sino
la espada.
Porque he venido a enfrentar al hijo con su padre, a la hija con su madre y a la
nuera con su suegra;
y así, el hombre tendrá como enemigos a los de su propia casa.
El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; y el que
ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí.
El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí.
El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará.
El que los recibe a ustedes, me recibe a mí; y el que me recibe, recibe a aquel que
me envió.
El que recibe a un profeta por ser profeta, tendrá la recompensa de un profeta; y el
que recibe a un justo por ser justo, tendrá la recompensa de un justo.
Les aseguro que cualquiera que dé de beber, aunque sólo sea un vaso de agua
fresca, a uno de estos pequeños por ser mi discípulo, no quedará sin recompensa".
Cuando Jesús terminó de dar estas instrucciones a sus doce discípulos, partió de
allí, para enseñar y predicar en las ciudades de la región .
Comentario del Evangelio por:
Juan Taulero (c. 1300-1361), dominico en Estrasburgo
Sermón 59, 4º para la Exaltación de la santa cruz
“Quien quiera guardar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mi
causa, la salvará”
Reflexionemos sobre esta palabra de nuestro Señor: que quiere "atraer todas las
cosas hacia si" (Jn 12,32 tipos de Vulg). El que quiere atraer todas las cosas, las
reúne primero y luego las atrae. Así hace nuestro Señor: recuerda primero al
hombre sus divagaciones exteriores y sus dispersiones, haciéndole recoger sus
sentidos, sus facultades, palabras, obras, y en el interior sus pensamientos, su
intención, su imaginación, sus deseos, sus inclinaciones, su inteligencia, su
voluntad y su amor. Cuando todo está bien recordado, Dios atrae al hombre,
porque primero hay que separarte de todo bien exterior o interior al cual te ataste
poniendo en eso tu satisfacción plena. Este despego es una cruz penosa, tanto más
penosa cuanto más firme y más fuerte era el afecto... ¿Por qué permitió Dios que el
día y noche de hoy se parecieran al día y a la noche que preceden? ¿Por qué lo que
te ayudaba a la devoción hoy no te será de ningún socorro mañana? ¿Por qué
tienes una muchedumbre de imágenes y de pensamientos que no acaban en nada?
Querido hijo, acepta de Dios esta cruz y sopórtala: se te transformará en una cruz
muy amable, si pudieras entregarle estas pruebas a Dios, aceptarlas, con un
abandono verdadero, y agradecimiento por todo a Dios: "proclama mi alma la
grandeza del Señor" (cf Lc 1,46). Que Dios coja o dé, el Hijo del hombre debe ser
elevado sobre la cruz... Querido hijo, deja todo esto y aplícate más bien a un
abandono verdadero, y piensa en aceptar mucho más la cruz de la tentación que
buscar la flor de la dulzura espiritual... Nuestro Señor dijo: "el que quiera venirse
conmigo, tome su cruz y me siga" (Lc 9,23).
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