Comentario al evangelio del Miércoles 17 de Julio del 2013
Queridos amigos y amigas:
La primera lectura nos regala hoy una de las escenas bíblicas más conocidas, más conmovedoras y de
mayor hondura: la vocación de Moisés junto a la zarza ardiendo . Algunos acentos:
1. Curiosidad, dinamismo, decisión: ¿quiénes seríamos hoy sin esos momentos en los que nos
hemos dejado llevar por un deseo interior profundo, un impulso a conocer, a no dejar pasar lo que
nos llama la atención y nos interpela aunque no sepamos qué es? Esas pequeñas zarzas ardiendo
nuestras, donde Dios nos espera cada día… y esa gran zarza ardiendo que dio sentido a nuestra
vida en un momento concreto…
2. Escuchar y responder : si no hubiera estado atento, se hubiera quedado en una anécdota, en un
espectáculo… pero Moisés escuchó… y escuchó de tal manera que respondió. No se fue ni se
recluyó en sí mismo… Respondió!
3. Respeto amoroso al Misterio : descalzarse… desprotegerse… tomar contacto con la realidad piel a
piel… Y desde ahí, en esa humildad, respetar el Misterio que nos hace entender que nada realmente
importante se reduce a nosotros mismos… Nos sobrepasa, es mayor… es otra cosa…
4. Entrar en contacto con la tradición y con el dolor actual de nuestros hermanos y hermanas:
porque ¡no estamos solos!. Muchos nos preceden, a muchos debemos parte de lo que somos hoy,
de muchos hemos recibido. Dios es todo menos mío… y es todo menos ajeno al clamor de quienes
sufren. ¡Dios llama a hombres y mujeres porque no soporta los gritos de angustia de su pueblo!
¿Y yo…?
5. Envío misionero y liberador, teniendo a Dios como única señal y garantía: Yo estoy contigo.
Y la señal es tan decisiva como desestabilizadora: hacer realidad el reto y la misión que hoy se
nos encomienda, será señal de que Dios ha estado con nosotros. No hay garantías previas… Hay
que vivirlo primero. No hay red para saltar, o mejor aún, la red no la vemos hasta que no hayamos
pasado.
¿No os parece que desde aquí, podemos orar con luz nueva el evangelio de hoy? «Te doy gracias,
Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has
revelado a la gente sencilla. Porque sigues acompañándonos en zarzas ardientes que nos descalzan de
nuestros propios temores, ideas, prejuicios y planes. Porque siempre que nos llamas, nos envías y no
hay envío cristiano que no conlleve liberar un poquito del sufrimiento y la injusticia de nuestros
hermanos. Gracias, Señor. Sigue haciéndonos pequeños. Sigue revelándonos tu amor»
Vuestra hermana en la fe, Rosa Ruiz , Misionera Claretiana
Rosa Ruiz, Misionera Claretiana