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Día litúrgico: Sábado XV del tiempo ordinario
Texto del Evangelio ( Mt 12,14-21): En aquel tiempo, los fariseos se
confabularon contra Él para ver cómo eliminarle. Jesús, al saberlo, se retiró de allí,
(…) para que se cumpliera el oráculo del profeta Isaías: «He aquí mi Siervo, a quien
elegí, mi Amado, en quien mi alma se complace. Pondré mi Espíritu sobre él, y
anunciará el juicio a las naciones. No disputará ni gritará (…): en su nombre
pondrán las naciones su esperanza».
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto
XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)
Jesús, el "Siervo de Dios"
Hoy el evangelista atrae nuestra atención sobre otro "título" que describe la
actuación de Jesús: el "Siervo de Dios". Junto a la esperanza de salvación, en el
Antiguo Testamento sobresale proféticamente la perspectiva del "Siervo de Dios"
que sufre por todos, de un Mesías que salva mediante el desprecio y el sufrimiento.
El servir de Jesús es su verdadera forma de reinar, y nos deja presentir algo de
cómo Dios es Señor: en su pasión y muerte, la vida de Jesucristo se muestra como
un "existir para los demás". Cristo lavó los pies a los Apóstoles: en este gesto de
humildad —en el cual se sintetiza la totalidad de su servicio— el Señor está ante
nosotros como Aquel que se ha hecho siervo por nosotros, que carga con nuestro
peso, dándonos así la verdadera pureza y la capacidad de acercarnos a Dios.
—Jesús, en tu abajamiento, en tu humillación hasta la Cruz, descubro la gloria (la
grandeza) de Dios.
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