Fiesta Santa Brígida, religiosa, patrona de Europa. (23 de Julio)
“El que permanece en mí y yo él, ése da fruto abundante”
I. Contemplamos la Palabra
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 2, 19-20:
Hermanos: Para la Ley estoy muerto, porque la Ley me ha dado muerte; pero
así vivo para Dios. Estoy crucificado con Cristo: vivo yo pero no soy yo, es Cristo
quien vive en mí. Y, mientras vivo en esta carne, vivo de la fe en el Hijo de Dios,
que me amó hasta entregarse por mí.
Sal 33: Bendigo al Señor en todo momento
Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/
Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R/
Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha
y lo salva de sus angustias. R/
El ángel del Señor acampa
en torno a sus fieles y los protege.
Gustad y ved que bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. R/
Todos sus santos, temed al Señor,
porque nada les falta a los que le temen;
los ricos empobrecen y pasan hambre,
los que buscan al Señor no carecen de nada.R/
Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 1-8
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
- Yo soy la verdadera vida, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que
no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en
mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no
permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no prmanecéis en mí. Yo soy la
vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto
abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo
tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego lo recogen y los echan al fuego
y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid
los que deseáis, y se realizará. Cone sto recibe gloria mi Padre, con que deis
fruto abundante; así seréis discípulos míos.
II. Compartimos la Palabra
Hoy celebramos la fiesta de Santa Brígida, una de las patronas de Europa.
Primero, la tendremos en cuenta a ella, su vida, su familia, donde ella se
santificó. Luego, veremos la base evangélica sobre la que cimentó su vida, el
párrafo evangélico correspondiente litúrgicamente a la fiesta de hoy.
Santa Brígida
Santa Brígida fue madre, viuda, religiosa y fundadora. Su matrimonio duro 28
años y tuvo 8 hijos, cuatro hombres y cuatro mujeres. De los 4 hombres, uno
fue religioso; dos, buenas personas; y el 4º, Carlos, una de las ovejas negras de
la familia. Sólo al final de su vida se arrepintió. De las 4 mujeres, una fue santa,
Santa Margarita de Suecia; otras dos, religiosas; y la 4ª, otra oveja negra que
dio bastantes disgustos a sus padres. Una familia donde coexistió el bien y el
mal, quizá como la mayoría de las familias y comunidades del tipo que sean.
Santa Brígida supo no desesperarse nunca, dar tiempo al tiempo, tener
paciencia y dar siempre el mejor de los ejemplos junto a sus consejos, por
maternales, cercanos y certeros.
Mantuvo siempre las mejores relaciones con Dios por medio de la oración, la
reflexión, el culto y las peregrinaciones. Al final, abrazó la vida religiosa, en la
que siguió teniendo visiones celestiales y muchas obras de caridad.
Dios, el cuidador y podador. El hombre, el sarmiento
Jesús muestra hoy al Padre como viñador, como el que prodiga sus desvelos
pensando en los frutos. No se puede obviar que, a veces, éstos exigen cortar,
arrancar ramas secas; pero predomina en él su oficio de cuidador y podador. Por
eso, prefiero verle como el Padre que, al atardecer reunía a Brígida, a su marido
e hijos, a veces un tanto agitados, preocupados por multitud de cosas, para, con
una paciencia similar a la que Jesús mostraba con sus discípulos, hablarles y
recordarles que el Padre, el labrador, el viñador, era él. Y que ellos y ellas, las
ramas, eran sus hijos e hijas; que debían tener confianza, que tenían que fiarse
de él, que sabía lo que hacía. Que, incluso en momentos de clara y pecaminosa
esterilidad, seguían siendo sus hijos. Que se dejaran cuidar, si fuera necesario
que se dejaran podar, y siempre que se dejaran querer sin creerse nunca
mayores de edad mientras permanecieran en el hogar.
En otros momentos, Jesús les hablaría con la misma cercanía y confianza,
presentándose a sí mismo como la vid, el tronco, la base que garantiza la
permanencia a la que el sarmiento tiene que quedar fijo en la cepa. Y, con
inmenso cari￱o, insistiría: “Sin mí no podéis hacer nada”, bueno, se entiende. Y
Brígida se dio cuenta de que, a la luz de las palabras y ejemplo de Jesús, más
que de “imitaci￳n” de Cristo, de lo que se trataba era de permanecer anclados
en él, unidos a él: “permaneced en mí”; “permaneced en mi amor”; “que vuestro
fruto dure y permanezca”. Brígida, viviéndolo, se santific￳; hoy, la Iglesia nos
ofrece su ejemplo para que nosotros lo vivamos también.
Fray Hermelindo Fernández Rodríguez
La Virgen del Camino
Con permiso de dominicos.org