EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Decimosexto Domingo del tiempo ordinario C
Libro de Génesis 18,1-10a.
El Señor se apareció a Abraham junto al encinar de Mamré, mientras él estaba
sentado a la entrada de su carpa, a la hora de más calor.
Alzando los ojos, divisó a tres hombres que estaban parados cerca de él. Apenas los
vio, corrió a su encuentro desde la entrada de la carpa y se inclinó hasta el suelo,
diciendo: "Señor mío, si quieres hacerme un favor, te ruego que no pases de largo
delante de tu servidor.
Yo haré que les traigan un poco de agua. Lávense los pies y descansen a la sombra
del árbol.
Mientras tanto, iré a buscar un trozo de pan, para que ustedes reparen sus fuerzas
antes de seguir adelante. ¡Por algo han pasado junto a su servidor!". Ellos
respondieron: "Está bien. Puedes hacer lo que dijiste".
Abraham fue rápidamente a la carpa donde estaba Sara y le dijo: "¡Pronto! Toma
tres medidas de la mejor harina, amásalas y prepara unas tortas".
Después fue corriendo hasta el corral, eligió un ternero tierno y bien cebado, y lo
entregó a su sirviente, que de inmediato se puso a prepararlo.
Luego tomó cuajada, leche y el ternero ya preparado, y se los sirvió. Mientras
comían, él se quedó de pie al lado de ellos, debajo del árbol.
Ellos le preguntaron: "¿Dónde está Sara, tu mujer?". "Ahí en la carpa", les
respondió.
Entonces uno de ellos le dijo: "Volveré a verte sin falta en el año entrante, y para
ese entonces Sara habrá tenido un hijo". Mientras tanto, Sara había estado
escuchando a la entrada de la carpa, que estaba justo detrás de él.
Salmo 15(14),2-5.
El que es irreprochable y actúa con justicia, el que dice la verdad de corazón y no
forja calumnias;
el que no daña a su hermano ni al prójimo molesta con agravios;
el que menosprecia al criminal, pero honra a los que temen al Señor;
y si bien al jurar se perjudicó, no se retracta de lo que ha dicho;
el que no presta dinero a interés ni acepta sobornos para perjudicar al inocente.
Quien obra así jamás vacilará.
Carta de San Pablo a los Colosenses 1,24-28.
Ahora me alegro de poder sufrir por ustedes, y completo en mi carne lo que falta a
los padecimientos de Cristo, para bien de su Cuerpo, que es la Iglesia.
En efecto, yo fui constituido ministro de la Iglesia, porque de acuerdo con el plan
divino, he sido encargado de llevar a su plenitud entre ustedes la Palabra de Dios,
el misterio que estuvo oculto desde toda la eternidad y que ahora Dios quiso
manifestar a sus santos.
A ellos les ha revelado cuánta riqueza y gloria contiene para los paganos este
misterio, que es Cristo entre ustedes, la esperanza de la gloria.
Nosotros anunciamos a Cristo, exhortando a todos los hombres e instruyéndolos en
la verdadera sabiduría, a fin de que todos alcancen su madurez en Cristo.
Evangelio según San Lucas 10,38-42.
Mientras iban caminando, Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba
Marta lo recibió en su casa.
Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su
Palabra.
Marta, que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús:
"Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que
me ayude".
Pero el Señor le respondió: "Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas
cosas,
y sin embargo, pocas cosas, o más bien, una sola es necesaria. María eligió la
mejor parte, que no le será quitada".
Comentario del Evangelio por:
San Ambrosio (c 340-397), obispo de Milán y doctor de la Iglesia
Comentario al evangelio de Lucas, 7, 85-86; SC 52
Marta y María acogiendo la Sabiduría de Dios (1Co 1,24)
La virtud no tiene más que una cara. El ejemplo de Marta y María nos demuestra en
las obras de una la dedicación activa y en la otra la atención piadosa del corazón a
la palabra de Dios. Si esta atención está unida a una fe profunda, es preferible a las
obras mismas: “María ha escogido la mejor parte y no se le quitará”. Esforcémonos,
pues, nosotros también, en poseer lo que nadie nos podrá quitar jamás, prestando
atención; porque si no, el mismo grano de la palabra divina puede ser arrebatado si
cae al borde del camino. (cf Lc 8,5.12) Sé, pues, como María, animado por el deseo
de la sabiduría; es una obra mayor y más perfecta. Que las preocupaciones del
servicio no te priven de aprender a conocer la palabra celestial. No critiques, ni
juzgues como holgazanes a los que vieras aplicarse a la sabiduría, porque Salomón,
el pacífico, la invocó para que hiciera morada en su casa. (Cf Sb 9,10) Con todo, no
se trata de reprochar a Marta sus buenos servicios, pero María tiene la preferencia,
por haber elegido la mejor parte. Jesús posee muchas riquezas y las distribuye con
largueza. La mujer más sabia ha escogido lo que había juzgado como más
importante. En cuanto a los apóstoles, no prefirieron dejar la palabra de Dios para
dedicarse al servicio (Hch. 6,2) Las dos actitudes son obra de la sabiduría, porque
Esteban, él también, estaba lleno de sabiduría y fue escogido como servidor, como
diácono (Hch. 6,5.8)... Porque el cuerpo de la Iglesia es uno; y los miembros siendo
diversos, tienen necesidad los unos de los otros. “El ojo no puede decir a la mano:
No te necesito; ni la cabeza puede decir a los pies: No os necesito...” (1Cor
12,21)... Si algunos miembros son más importantes, los otros son, sin embargo,
necesarios. La sabiduría reside en la cabeza, la actividad en las manos.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”