Domingo XVI. Ciclo C
CRISTIANOS INTEGRADOS.
EMILIO RODRIGUEZ ASCURRA / contactoconemilio@gmail.com
Marta y de María son modelo de vocación cristiana, cada una desde su actitud sirve al
Señor, sin embargo es la primera aquella que sentada a los pies, como quien se sabe
discípula ante el Maestro lo escucha, incluso más: lo contempla. María atareada por los
quehaceres mundanos recibe a Jesús pero no lo contempla, podemos decir que su
aprehensión es en algún punto algo superficial, pues lo oculta con sus preocupaciones y
tareas.
Este es un riesgo sobre el que Jesús quiere advertirnos: el dejarnos llevar por la
correntada de la mundanidad, si bien como cristianos vivimos en este mundo y estamos
llamados a ser sal y luz y, por tanto, no quedamos alienados ni evadidos de la realidad,
la cotidianidad así como nuestros proyectos personales, ambiciones, deseos, nos ocultan
el rostro de Dios que se nos desvela a cada instante, nos lleva a vivir una vida
fragmentada, disociada, en la que la fe y los quehaceres diarios van por caminos
diversos. Somos hombres y mujeres de acción o bien de contemplación, pareciera como
si no pudiéramos ser ambos.
Jesús ha deseado quedar en medio nuestro de modo concreto en los sacramentos, estos
ponen “en juego a toda la persona, cuerpo, espíritu, interioridad y relaciones” nos
enseña el Papa Francisco (Lumen Fidei, 40), de allí la necesidad de integrar todas las
áreas de nuestra vida para vivir la fe de modo más pleno, haciendo de nosotros no
simples propagandistas de la fe sino transmisores de aquello de lo que somos
portadores, esa luz interior que no nos pertenece pero que habitando en nosotros busca
iluminar todas las realidades humanas, especialmente las más difíciles.
Este domingo Jesús nos invita a evaluar nuestra vida, nuestras relaciones, nuestro modo
de encarar cada día, para vernos reflejados en Marta o en María y así poder profundizar
nuestro propio camino de fe de acuerdo a lo que somos, sabiendo que Él nos invita a
encontrarnos en la intimidad de nuestro ser.-