EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
lunes 22 Julio 2013
Memoria de santa María Magdalena
Cantar de los Cantares 3,1-4a.
En mi lecho, durante la noche, busqué al amado de mi alma. ¡Lo busqué y no lo
encontré!
Me levantaré y recorreré la ciudad; por las calles y las plazas, buscaré al amado de
mi alma. ¡Lo busqué y no lo encontré!
Me encontraron los centinelas que hacen la ronda por la ciudad: "¿Han visto al
amado de mi alma?".
Apenas los había pasado, encontré al amado de mi alma. Lo agarré, y no lo soltaré
hasta que lo haya hecho entrar en la casa de mi madre, en la habitación de la que
me engendró. El Amado
Salmo 63(62),2.3-4.5-6.8-9.
Oh Dios, tú eres mi Dios, a ti te busco,
mi alma tiene sed de ti;
en pos de ti mi carne languidece
cual tierra seca, sedienta, sin agua.
Por eso vine a verte en el santuario
para admirar tu gloria y tu poder.
Pues tu amor es mejor que la vida,
mis labios tu gloria cantarán.
Quiero bendecirte mientras viva
y con las manos en alto invocar tu Nombre.
Mi alma está repleta, saciada y blanda,
y te alaba mi boca con labios jubilosos.
pues tú fuiste un refugio para mí
y salto de gozo a la sombra de tus alas.
Mi alma se estrecha a ti con fuerte abrazo
y tu diestra me toma de la mano.
Evangelio según San Juan 20,1-2.11-18.
El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María
Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada.
Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les
dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto".
María se había quedado afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se
asomó al sepulcro
y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados uno a la cabecera y otro a los pies
del lugar donde había sido puesto el cuerpo de Jesús.
Ellos le dijeron: "Mujer, ¿por qué lloras?". María respondió: "Porque se han llevado
a mi Señor y no sé dónde lo han puesto".
Al decir esto se dio vuelta y vio a Jesús, que estaba allí, pero no lo reconoció.
Jesús le preguntó: "Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?". Ella, pensando que
era el cuidador de la huerta, le respondió: "Señor, si tú lo has llevado, dime dónde
lo has puesto y yo iré a buscarlo".
Jesús le dijo: "¡María!". Ella lo reconoció y le dijo en hebreo: "¡Raboní!", es decir
"¡Maestro!".
Jesús le dijo: "No me retengas, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a
mis hermanos: 'Subo a mi Padre, el Padre de ustedes; a mi Dios, el Dios de
ustedes'".
María Magdalena fue a anunciar a los discípulos que había visto al Señor y que él le
había dicho esas palabras.
Comentario del Evangelio por :
San Bernardo (1091-1153), monje cisterciense y doctor de la Iglesia
Sermón sobre el Cantar de los Cantares, n° 28, 9
¿Qué buscas?
Sólo el sentido del oído puede alcanzar la verdad, porque solo él entiende la
palabra… “No me toques”, esto es: desentiéndete de ese sentido seductor;apóyate
en la palabra y familiarízate con la fe. La fe ignora el error, la fe abarca lo invisible,
no conoce la limitación de los sentidos; además trasciende los límites de la razón
humana, el proceso de la naturaleza, los términos de la experiencia ¿Por qué le
preguntas a la mirada lo que no puede saber? ¿Para qué se empeñan las manos en
palpar lo que le supera? Todo lo que te pueden enseñar es de un nivel inferior. Pero
la fe te dirá de mí cosas que no menguan en nada mi majestad. Aprende a poseer
con más certeza, a seguir con más seguridad lo que ella te aconseja. "No me
toques, que aun no estoy arriba con el Padre". Como si cuando haya subido,
quisiera que lo tocasen o fuese ello posible. Claro que podrá; pero con su afecto, no
con sus manos; con el deseo, no con la mirada; con la fe, no con los sentidos. ¿Por
qué quieres tocarme ahora, si valoras la gloria de mi resurrección por lo que te
dicen los sentidos? ¿No sabes que durante el tiempo de mi mortalidad, los ojos de
mis discípulos no pudieron soportar la gloria de mi cuerpo transfigurado, que aún
debía morir? Todavía complaceré tus sentidos revistiéndome de siervo, para que
puedas conocerme como antes. Pero mi gloria es extraordinaria...Prescinde, pues,
de tu juicio… de un misterio reservado para la fe... Lo que el ojo nunca vio, ni oreja
oyó, ni hombre alguno ha imaginado (1Co 2,9), la fe lo lleva cerrado y lo guarda
sellado dentro de sí misma. Me tocará dignamente la fe, si me acepta sentado a la
derecha del Padre (Mc 16,19; Sal. 109,1), no en la forma de siervo, sino en un
cuerpo celestial idéntico al anterior, aunque de forma distinta. ¿Por qué quieres
tocar mi cuerpo deforme? Espera un poco y tocarás mi cuerpo hermoso. Pues lo
que ahora es deforme se volverá bello.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”