Tiempo y Eternidad
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José Manuel Otaolaurruchi, L.C.
La oración del “Padre nuestro”
Un día los apóstoles se quedaron contemplando a Jesús en oración, ¡con qué fervor y
recogimiento lo habrán visto que le rogaron que les enseñara a orar! Jesús entonces
pronunció la plegaria del “Padre nuestro”. Consideremos tres de las siete peticiones que
integran esta oración.
“Padre nuestro que estás en los cielos” (Lc. 11,2). Las oraciones de Jesús comienzan
invocando el nombre de Dios Padre, “Padre, perdónales porque no saben lo que hacen”,
“Sí, Padre, porque así te ha parecido bien”, etc. Jesús se da a conocer como Hijo de
Dios precisamente en su relación con el Padre y nos revela que no estamos solos en el
mundo, que tenemos un Padre amoroso que nos ha creado, que nos conoce por nuestro
nombre y que nos espera en el cielo. Considero que la humanidad se desorienta en la
medida en que olvida a Dios como Padre y elige vivir en la orfandad. Por eso muchas
veces el mundo vive triste, porque ignora la dignidad de su procedencia, cuál es su fin
último y el sentido de sus trabajos y desvelos.
“Venga a nosotros tu reino”. El reino de Dios es el núcleo del mensaje y de la vida de
Jesús, representa el fin por el cual se hizo hombre. La instauración del evangelio se
traduce en un clima de paz, de respeto, de generosidad, de responsabilidad, de justicia y
verdad. Al mismo tiempo rechazamos las obras del Maligno, que son, la mentira, la
hipocresía, los odios, la venganza, la prepotencia, las ofensas, la maldad. Le pedimos a
Dios que se instaure en nuestro corazón, ya que la conversión del mundo pasa a través
de nuestra propia conversión. Quien de verdad reza el “Padre nuestro”, no puede vivir
en el pecado, porque es una incoherencia pedir lo contrario de lo que vive.
“Danos hoy nuestro pan de cada día”. En la plegaria se nota una clara jerarquía de
valores, hay que darle a Dios el primer lugar en nuestra vida. En segundo lugar aceptar
con gozo los designios de Dios, consciente de que “ni una hoja de árbol cae sin que lo
permita su voluntad” y en esa aceptación hallaremos la paz y la auténtica felicidad,
poniendo nuestro mejor esfuerzo por cumplir del mejor modo con nuestros deberes de
estado, y confiando en que la Providencia nunca nos fallará. En tercer lugar, pedimos
por nuestras necesidades, en la palabra pan, están contenidas todas y cada una de
nuestras preocupaciones y penas. El pan no sólo significa el sustento diario, sino
también nuestros más hondos anhelos e ilusiones.
El “Padre nuestro” es el resumen del evangelio, hay que rezarlo con fe para que llegue
al cielo y sirva de bálsamo para nuestro diario vivir cristiano y mejorar la convivencia
en este mundo.
twitter.com/jmotaolaurruchi