Comentario al evangelio del Martes 30 de Julio del 2013
Queridos amigos y amigas:
Del evangelio de hoy nos llega un rayo de luz. Dios es como el agricultor que ha sembrado la buena
semilla en el mundo y descubre que, junto a ella, crece también la cizaña. La primera reacción sería
arrancar de cuajo esta hierba mala. Sin embargo, prefiere esperar al tiempo de la siega. Sólo al final se
distinguirá claramente el trigo de la cizaña.
En el texto de hoy esta parábola aparece ya alegorizada. Nosotros mismos podemos hacer una
aplicación a nuestra situación actual. Pero, más allá de los detalles, el mensaje es nítido: sólo el final
revela la verdad del camino. Mientras tanto, hay que saber esperar. Por si esta explicación nos parece
una concesión a la injusticia presente, una forma de no reaccionar enérgicamente contra el mal, demos
un paso más.
Quienes viven desde el amor están anticipando el final. Por tanto, sólo quienes aman pueden distinguir
el trigo de la cizaña, el bien del mal. La simple indignación ética, la rabia y la venganza no permiten
ver la realidad con los ojos de Dios.
Esto es algo que a menudo han olvidado los revolucionarios de todos los tiempos cuando en su deseo
de acelerar los cambios sociales y de ser testigos de ellos han usado la violencia como instrumento. La
colectivización forzosa del campesinado ruso, llevada a cabo por los bolcheviques entre 1928 y 1933,
costó la vida a diez millones de seres humanos.
Entre las características que Pablo atribuye al amor (cf 1 Cor 13,1 ss) hay dos que hoy debemos
subrayar: el amor "es paciente" y el amor "todo lo espera".
CR