EVANGELIZAR… DE RODILLAS
Padre Javier Leoz
El Papa Francisco, siempre sorprendente con sus “perlas homiléticas”
advertía en su encuentro con los seminaristas y novicios que, la
evangelización, se realiza de rodillas. "La difusión del Evangelio no se
asegura ni por el número de personas, ni por el prestigio de las
instituciones, ni por la cantidad de recursos disponibles. Jesús mandó a sus
discípulos a predicar sin bolsa, sin saco y sin sandalias". Nuestra oración
insistente, clarifica y nos abre hacia aquello que, por nosotros mismos,
somos incapaces de realizar: Dios de una manera segura, simple y
suficiente es capaz de colmar nuestras aspiraciones.
1.- Partiendo entonces de una realidad, la Iglesia no es nuestra sino de Dios y es
un campo a cultivar por nosotros pero con la fuerza del Espíritu, no nos queda otra
–como mejor futuro para el desarrollo de nuestra siembra- que rezar y colocar
nuestros esfuerzos apostólicos en las manos de Dios. Lo contrario, además de
egocentrismo, significaría tanto como creer que todo depende de nosotros.
¿Qué se nos exige, para nuestra vida de piedad, en este Año de la Fe?
--Algo tan sencillo como el pedir
--Algo tan natural como pedirlo al Padre
--Algo tan fácil como hacerlo a través de Jesús
--Algo tan imprescindible como el solicitarlo con Fe
--Algo tan comprometedor como el permanecer en El
2. Qué dificultades salen al paso de todo ello
+ La falta de sinceridad ; cuando pedimos sin hacer ver a Dios los móviles
verdaderos de nuestra solicitud. No me conviene, pero se lo pido porque me
apetece
+La ausencia de reconciliación ; cuando estando rotos por dentro intentamos
que sea Dios quien resuelva el caos o la guerra de nuestra existencia interna o
externa. Ya que otros me lo han impedido
+El egoísmo; cuando conocedores de que la felicidad no siempre se consigue con
el tener, nos precipitamos por acaparar lo indecible. Siempre es más bueno tener
que necesitar. Le diré a Dios que me restituya lo que me corresponde.
+ La falta de paciencia ; cuando ante la esterilidad aparente de nuestras oraciones
nos aburrimos de hablar amistosamente con Dios y, convertimos la oración, en un
medio de instrumentalización: como no me das… ᄀte dejo!
+La incredulidad ; cuando surgen dudas e interrogantes sobre el fruto y el valor
más profundo de la oración. ¡Para qué voy a rezar si Dios está sordo!
El evangelio, de este domingo, nos trae a la memoria una gran realidad: DIOS SE
INTERESA POR NOSOTROS. Es ahí donde, el cristiano, descubre que toda su vida –
por ser importante para Dios- cobra nuevo impulso cuando se presenta ante El:
+cuando
3.- Me viene a la memoria la anécdota de aquel náufrago profundamente creyente
que pedía y confiaba mucho en Dios, pero que no supo ver su mano en aquel
momento donde, en la soledad de una isla, se debatía entre la vida y la muerte.
Llegó una embarcación y el capitán le invitó a subir a proa; el náufrago le contestó:
“váyase tranquilo; yo confío en Dios”. Al día siguiente un submarino se percató de
la presencia del accidentado y nuevamente le pidieron que recapacitara en su
postura y que embarcase; “váyanse tranquilos…confío plenamente en Dios”. Por
tercera vez un trasatlántico atisbó las circunstancias trágicas en las que se
encontraba el solitario náufrago convidándole una vez más a abandonar la isla.
Ante su negativa el crucero siguió su curso.
Cuando pasaron los días y las fuerzas se fueron debilitando el náufrago cerró ojos y
se presentó ante Dios increpándole: “ᄀcómo no has hecho nada por mí en los
momentos de peligro” “﾿no te das cuenta el ridículo en que me has dejado ante mis
familiares y amigos cuando yo tanto esperaba de Ti?”. Dios, sigue esta parábola, le
cogió por el hombro y le contestó: “amigo; tres embarcaciones te envié y no
quisiste ninguna”.
Que nuestra oración sea como la del agua que, por su persistencia y no por su
consistencia, es capaz de romper o erosionar la mayor de las rocas. Que nuestra
oración sea, sobre todo, unos prismáticos que nos ayuden a ver y aprovechar los
signos de la presencia de Dios en nuestra vida. Dicho de otra manera; que la
oración sea esa sensibilidad para ver ciertos golpes de gracia…como la mano
certera de Dios a nuestras necesidades.
4.- ¡A TIEMPO Y A DESTIEMPO!
Elevaré mis ojos hacia el cielo
buscando, lo que en la tierra, los sentidos
no me dejan ver o percibir con claridad:
tu presencia, Señor.
Levantaré mis manos hacia Ti
porque, si las utilizo sólo para el mundo
caeré en la simple actividad vacía de contenido
pero sin señales de eternidad.
Abriré mi corazón y, con él, mis entrañas
para que, en diálogo sincero contigo
me digas qué camino elegir
por dónde y cuándo avanzar
de que equivocaciones retornar
y en qué he de cimentar mi vivir.
¡A TIEMPO Y A DESTIEMPO!
Aunque, a primera vista no exista respuesta,
seguiré rezando y hablando contigo
Aunque, pasen los días, y las nubes sigan presentes
Aunque, discurran las noches, y las estrellas no brillen
Aunque, amanezca la aurora, y el rocío no me sorprenda
Aunque pida calma, y las tormentas, asolen mi alma
¡A TIEMPO Y A DESTIEMPO!
Confiaré en Ti, Señor, porque eres palabra que nunca falla
Eres tesoro y eres vida, eres ilusión y eres esperanza
Eres futuro y eres presente
Eres amigo que, en la oración, consuela, levanta
anima, recompone, fortalece y se entrega
Contigo, Señor, hasta la muerte
Contigo, Señor, a tiempo y destiempo
Amén