EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
lunes 29 Julio 2013
Memoria de santa Marta
Epístola I de San Juan 4,7-16.
Queridos míos, amémonos los unos a los otros, porque el amor procede de Dios, y
el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios.
El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.
Así Dios nos manifestó su amor: envió a su Hijo único al mundo, para que
tuviéramos Vida por medio de él.
Y este amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos
amó primero, y envió a su Hijo como víctima propiciatoria por nuestros pecados.
Queridos míos, si Dios nos amó tanto, también nosotros debemos amarnos los unos
a los otros.
Nadie ha visto nunca a Dios: si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece
en nosotros y el amor de Dios ha llegado a su plenitud en nosotros.
La señal de que permanecemos en él y él permanece en nosotros, es que nos ha
comunicado su Espíritu.
Y nosotros hemos visto y atestiguamos que el Padre envió al Hijo como Salvador
del mundo.
El que confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, permanece en Dios, y Dios permanece
en él.
Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es
amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios, y Dios permanece en él.
Salmo 34(33),2-11.
Bendeciré al Señor en todo tiempo,
no cesará mi boca de alabarlo.
Mi alma se gloría en el Señor:
que lo oigan los humildes y se alegren.
Engrandezcan conmigo al Señor
y ensalcemos a una su nombre.
Busqué al Señor y me dio una respuesta
y me libró de todos mis temores.
Mírenlo a él y serán iluminados
y no tendrán más cara de frustrados.
Este pobre gritó y el Señor lo escuchó,
y lo salvó de todas sus angustias.
El ángel del Señor hace sus rondas
junto a los que le temen y los guarda.
Gusten y vean cuán bueno es el Señor
¡dichoso aquel que busca en él asilo!
Teme al Señor, pueblo de los santos,
pues nada les falta a los que le temen.
Los ricos se han quedado pobres y con hambre,
pero a los que buscan al Señor nada les falta.
Evangelio según San Juan 11,19-27.
Muchos judíos habían ido a consolar a Marta y a María, por la muerte de su
hermano.
Al enterarse de que Jesús llegaba, Marta salió a su encuentro, mientras María
permanecía en la casa.
Marta dijo a Jesús: "Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.
Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas".
Jesús le dijo: "Tu hermano resucitará".
Marta le respondió: "Sé que resucitará en la resurrección del último día".
Jesús le dijo: "Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera,
vivirá;
y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?".
Ella le respondió: "Sí, Señor, creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que
debía venir al mundo".
Comentario del Evangelio por:
San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte) y doctor de la
Iglesia
Sermón 103, 1.5; PL 38, 613 (trad. cf breviario 29/07)
«Una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa» (Lc 10,38)
Cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo
hicisteis. (Mt 25,40) Por lo demás, tú, Marta –dicho sea con tu venia, y bendita
seas por tus buenos servicios–, buscas el descanso como recompensa de tu trabajo.
Ahora estás ocupada en los mil detalles de tu servicio, quieres alimentar unos
cuerpos que son mortales, aunque ciertamente son de santos; pero ¿por ventura,
cuando llegues a la patria celestial, hallarás peregrinos a quienes hospedar,
hambrientos con quienes partir tu pan, sedientos a quienes dar de beber, enfermos
a quienes visitar, litigantes a quienes poner en paz, muertos a quienes enterrar?
Todo esto allí ya no existirá; allí sólo habrá lo que María ha elegido: allí seremos
nosotros alimentados, no tendremos que alimentar a los demás. Por esto, allí
alcanzará su plenitud y perfección lo que aquí ha elegido María, la que recogía las
migajas de la mesa opulenta de la palabra del Señor. ¿Quieres saber lo que allí
ocurrirá? Dice el mismo Señor, refiriéndose a sus siervos: Os aseguro que los hará
sentar a la mesa y los irá sirviendo (Lc 12,37).
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