Ciclo C: XVII Domingo del Tiempo Ordinario
Antonio Elduayen, C.M.
Queridos amigos y amigas
El evangelio de este domingo (Lc 11, 1-13) nos propone el Padrenuestro como la
oración por excelencia y nos pide rezar con confianza e insistencia. Hasta lograr lo
que pedimos. La enseñanza viene como anillo al dedo, pues estamos celebrando el
Día de la Patria, que nos pide y merece que oremos por ella. El Padrenuestro es sin
duda la mejor oración que tenemos y podemos rezar los cristianos cada día y a lo
mejor varias veces al día. Hasta tres al menos, como lo hacían los primeros
cristianos: en la mañana, al mediodía y por la noche. Son muchas las
consideraciones que hacen del Padrenuestro la mejor oración. Pongamos esta tres:
1. Es la oración de Jesús; 2. Es el santo y seña de la Iglesia comunión; y 3. Es el
camino de contemplación y acción de los cristianos. Digamos algo de cada una de
estas razones.
1. Ante todo que el Padrenuestro es la oración de Jesús. No tanto porque Él nos la
enseñó cuanto porque es la oración que Él rezó a su Padre Dios. Es esto
precisamente lo que hace grande y único el Padrenuestro entre todas las oraciones
(del cristiano y del resto de las religiones). Es la oración de su querido Hijo en
diálogo de amor con su Padre. No sé cuánto puedan agradarle a Dios las otras
oraciones que le dirigimos, pero sí sé que le agradan sobremanera nuestros
Padrenuestros bien rezados. Porque cuando el Padre Dios los escucha, es a su Hijo
amado a quien escucha complaciente (Mt 3,17), por encima de las otras oraciones
que pueda estar escuchando. Yo diría que, con un gesto, el Padre Dios (y los
ángeles y los santos), mandan bajar el volumen a los demás orantes, para escuchar
sin interferencias la oración de su querido Hijo Jesucristo. Esto sin contar con el
hecho, también arrebatador, de que es el Espíritu Santo, quien ora al Padre con
nosotros.
2. Es Lucas (11,13) quien nos dice que Jesús dio el Padrenuestro a los apóstoles (y
en ellos a nosotros), como el santo y seña del Grupo. La palabra clave y distintiva
de la Comunidad de los Discípulos del Señor, su contraseña. Lo que habría de
diferenciarlos de los otros Grupos existentes, el de Juan Bautista, por ejemplo (Mt
6,9). Pero no sólo esto. Para la Iglesia (y para nosotros, que somos iglesia), es la
cumbre de toda su actividad. Es por ello que le da un lugar infaltable y de privilegio
en la eucaristía, el resto de los sacramentos y en la misma oración litúrgica.
Digamos, resumiendo, que externamente el rezo del Padrenuestro es la señal del
cristiano, junto con santiguarse. Y que internamente nos eleva a la máxima
contemplación y exige de nosotros la máxima acción.
3. El Padrenuestro es ciertamente un conjunto de peticiones (6), que dirigimos con
amor confiado a nuestro Dios, esperando que nos las conceda. Pero es también un
Programa de Actividades (6), que el Padre Dios espera que llevemos a cabo como
expresión comprometida de nuestro amor filial. No hay lo uno sin lo otro. Por eso
no basta con pedir que Dios sea santificado, o que su Reino venga a nosotros, etc.
Es necesario que nosotros nos esforcemos por hacer que lo que pedimos se
convierta en realidad. Si nosotros no nos esforzamos por ser santos y por ayudar a
que lo sean todos, si no nos comprometemos a vivir y anticipar a este mundo las
cualidades del Reino de Dios (paz, amor, unidad, libertad…), etc. estamos rezando
en vano el Padrenuestro.
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)