XVIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C.
CRISIS
Padre Pedrojosé Ynaraja
Os repito muchas veces, mis queridos jóvenes lectores, que las realidades
culturales, económicas y sociales de hoy, han variado mucho respecto a las que
existían cuando Jesús existía históricamente en la Tierra. Deberemos respetar
siempre la doctrina, variando en algunas ocasiones la envoltura. Hoy es uno de
estos casos. La mayoría de vosotros viviréis sumergidos en una cultura burguesa,
mercantil, fabril, economicista, de docencia o, hasta tal vez, de investigación. El
campesino, que es exclusivamente agricultor, difícilmente podría almacenar el
grano a sus expensas e ir vendiéndolo a medida que necesitase dinero. Imagino
con mucho respeto, que el Señor hablaría de un funcionario o un ejecutivo, que
compró un terreno, proyectó una espaciosa vivienda, donde pudiera encontrarse
con sus amigos, jugar al dómino, visionar películas y escuchar música. Rodeado el
edificio por un inmenso jardín, donde sus hijos, y los amigos de sus hijos, pudieran
divertirse. El proyecto lo soportaba la correspondiente hipoteca, que avalaba con su
buen sueldo. Llegó la crisis, la jubilación adelantada, la pérdida de unos valores
bancarios que creía seguros, una incipiente dolencia neuronal, acompañada de
afecciones cardíacas, que nadie anteriormente había detectado.
Se desesperaba nuestro protagonista y no deseaba otra cosa que poder vender
aquella propiedad que, pese a creérselo, ahora se daba cuenta de que no era suya
y que dificultaba la convivencia familiar y hasta la posibilidad de pagarse
tratamientos médicos adecuados…
Vosotros, mis queridos jóvenes lectores, no estaréis expuestos a estos trastornos.
Os puede ocurrir de otra manera. Acudió un aventajado alumno a un salón-
exposición, donde pretendían ofrecerle planes de futuro. Consiguió entrevistas, se
atiborró de folletos descriptivos y de direcciones de las más variadas entidades.
Como consecuencia de ello, escogió la carrera que en aquel entonces tenía
inmejorables salidas profesionales. Se especializó en universidades extranjeras y
aprendió árabe y ruso, amén del inglés y el alemán. A la hora de conseguir
colocación, de acuerdo con su especialidad especializada, se descubrió que aquello
en lo cual él era singular talento, aquel producto, adolecía de características
cancerígenas y debía abandonarse su producci￳n…
Cada uno, si en vez de escoger con ambición, trata de escuchar y descubrir los
planes que sobre él tiene el Señor, lo que adquiera, con seguridad será útil, en su
país o en el extranjero. Además, y aquí radica la maravilla que supone la amistad
con Dios, puede permitirse el solicitar y hasta exigir la ayuda eficaz del Señor en las
situaciones más adversas. Está en la “letra peque￱a” del bautismo y la
confirmación. Si estos sacramentos son don gratuito y libre, y los que lo hemos
recibido somos afortunados sin merecerlo, una vez que nos han penetrado, nos
pertenece esta predilección.
No os dejéis deslumbrar. Los medios, los capitalistas, los políticos, pueden
engañarnos. Dios nunca defrauda.