EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
viernes 02 Agosto 2013
Viernes de la decimoséptima semana del tiempo ordinario
Libro del Levítico 23,1.4-11.15-16.27.34b-37.
El Señor dijo a Moisés:
Las fiestas del Señor, las asambleas litúrgicas que ustedes convocarán a su debido
tiempo, son las siguientes:
En el primer mes, el día catorce, al ponerse el sol, se celebrará la Pascua del Señor,
y el quince de ese mismo mes tendrá lugar la fiesta de los Acimos en honor del
Señor. Durante siete días comerán panes sin levadura.
El primer día tendrán una asamblea litúrgica y no harán ningún trabajo servil.
Durante siete días ofrecerán una ofrenda que se quema para el Señor. El séptimo
día habrá una asamblea litúrgica y ustedes no harán ningún trabajo servil.
El Señor dijo a Moisés:
Habla en estos términos a los israelitas: Cuando entren en la tierra que yo les doy y
cuando recojan la cosecha, entregarán al sacerdote la primera gavilla.
El día siguiente al sábado, él la ofrecerá al Señor con el gesto de presentación, para
que les sea aceptada;
También contarán siete semanas, a partir del día en que entreguen la gavilla
ofrecida con el gesto de presentación, o sea a partir del día siguiente al sábado. Las
semanas deberán ser completas.
Por eso tendrán que contar hasta el día siguiente al séptimo sábado: cincuenta días
en total. Entonces ofrecerán al Señor una ofrenda de grano nuevo.
Además, el décimo día de ese séptimo mes, será el día de la Expiación. Habrá una
asamblea litúrgica, observarán el ayuno y presentarán una ofrenda que se quema
para el Señor.
Habla en estos términos a los israelitas: Además, el día quince de este séptimo mes
se celebrará la fiesta de las Chozas en honor del Señor, durante siete días.
El primer día habrá una asamblea litúrgica, y ustedes no harán ningún trabajo
servil.
Durante siete días presentarán una ofrenda que se quema para el Señor. Al octavo
día, celebrarán una asamblea litúrgica y presentarán una ofrenda que se quema
para el Señor: es una asamblea solemne y ustedes no harán ningún trabajo.
Estas son las fiestas del Señor, en las que ustedes convocarán las asambleas
litúrgicas y presentarán ofrendas que se queman para el Señor - holocaustos,
oblaciones, sacrificios y libaciones, según corresponda a cada día -
Salmo 81(80),3-4.5-6b.10-11b.
Entonen los salmos y toquen los tambores,
la melodiosa cítara y la lira!
Que suene el cuerno para el primero del mes,
para la luna llena, el día de nuestra fiesta.
Pues es una ley en Israel,
una ordenanza del Dios de Jacob;
un decreto que impuso a José,
cuando salió de la tierra de Egipto.
Oyó, entonces, una voz desconocida:
No tengas en tu casa un dios extraño,
ni te prosternes ante un dios de afuera:
Yo soy Yavé, tu Dios,
que te hice subir de la tierra de Egipto.
Abre tu boca y te la llenaré».
Evangelio según San Mateo 13,54-58.
Y, al llegar a su pueblo, se puso a enseñar a la gente en la sinagoga, de tal manera
que todos estaban maravillados. "¿De dónde le viene, decían, esta sabiduría y ese
poder de hacer milagros?
¿No es este el hijo del carpintero? ¿Su madre no es la que llaman María? ¿Y no son
hermanos suyos Santiago, José, Simón y Judas?
¿Y acaso no viven entre nosotros todas sus hermanas? ¿De dónde le vendrá todo
esto?".
Y Jesús era para ellos un motivo de tropiezo. Entonces les dijo: "Un profeta es
despreciado solamente en su pueblo y en su familia".
Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la falta de fe de esa gente.
Comentario del Evangelio por :
Benedicto XVI, papa de 2005 a 2013
Encíclica « Spe Salvi », 47
«Porque les faltaba fe»
Algunos teólogos recientes piensan que el fuego que quema y al mismo tiempo
salva es el mismo Cristo, el Juez y Salvador. El encuentro con él es el acto decisivo
del juicio. Ante su mirada se desvanece toda falsedad. Es el encuentro con él que,
quemándonos, nos transforma y nos libera para hacer que lleguemos a ser
verdaderamente nosotros mismos. Las cosas construidas durante la vida pueden
revelarse entonces como paja seca, vanagloria vacía y derruirse. Pero en el
sufrimiento que produce este encuentro en el que lo impuro y malsano de nuestro
ser se nos presenta del todo evidente, se encuentra la salvación. La mirada de
Cristo, los latidos de su corazón nos curan gracias a una transformación,
ciertamente dolorosa, como «a través de fuego». Sin embargo es un sufrimiento
dichoso en el que, el santo poder de su amor nos penetra como una llama
permitiéndonos, al fin, ser totalmente nosotros mismos, y por ello, totalmente de
Dios.
Así se vuelve del todo evidente la compenetración entre la justicia y la gracia:
nuestra manera de vivir no es irrelevante, pero nuestra suciedad no nos embrutece
eternamente si, por lo menos, permanecemos orientados hacia Cristo, hacia la
verdad, hacia el amor. A fin de cuentas, esta suciedad ha sido ya quemada en la
Pasión de Cristo. En el momento del juicio experimentamos y acogemos este
dominio de su amor sobre todo mal en el mundo y en nosotros. El sufrimiento del
amor se convierte en nuestra salvación y nuestro gozo.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”