XIX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C .
EXIGENCIAS EVANGÉLICAS
Padre Pedrojosé Ynaraja
Cuando el General inglés R. Baden-Powell fundó el movimiento scout, le asignó un
lema que es el leitmotiv del fragmento del evangelio que se proclama el presente
domingo. Él lo puso en inglés y fue “be prepared”, en el seminario yo lo medité a
partir del texto bíblico en latín: estote parati. Leéis en la misa de hoy, mis queridos
jóvenes lectores, en la traducción litúrgica del evangelio de Lucas: vosotros estad
preparados. Todo es lo mismo. No he querido presumir de erudito. Mi intención es
que os empapéis de esta consigna, de esta enseñanza del Maestro, que es
fundamental en la Fe cristiana e imprescindible, si queréis gozar de felicidad.
La preparación que se exige, no supone la acumulación de riquezas, ni de armas
castrenses. Se trata de una actitud interior, de un estilo personal. Primero exige
vencer, quiérase o no, la timidez. Después capacitarse para que lo desprevenido, si
bien nos pueda asombrar, nunca nos asuste y derrote. Finalmente, sentirnos
responsables de lo que hemos recibido.
Cuando no hace mucho tiempo me enteré de que ya había superado la esperanza
de vida que las estadísticas atribuyen a nuestra cultura, no os creáis, mis queridos
jóvenes lectores, que pensé que podía entretenerme tranquilo jugando a la
petanca, o a pasear un animal de compañía, a leer novelas o a pasar largos ratos
ante el televisor o montando tranquilamente un puzle. Sentí que el don de una
larga vida, exigía la respuesta más generosa que la del común de los que me
habían acompañado en estudios o en ocupaciones profesionales y ya habían
fallecido, también de los que vivían, pero no habían tenido ocasión de adquirir los
conocimientos que yo tengo, que son muchos, sin llegar de ninguna manera a ser
un genio ni un talento, pero que son superiores a la mayoría de los de mi
generación, que no pudieron acudir a centros de enseñanza superior.
A más don, a mas riqueza espiritual, a más amor, a más Gracia, más exigencia. Me
cuesta a veces que algunos me comprendan, cuando tomo algunas decisiones, pero
obedecen a que siento que no debo defraudar las expectativas que sobre mí tiene
el Señor. No me comprenden, porque desconocen los deberes que nos incumben a
los que hemos sido incorporados a la aristocracia espiritual a la que pertenecemos
los amigos de Dios, al que ellos ignoran o quieren desconocer
Me empeño más ahora en la oración litúrgica, a la que como sacerdote estoy
comprometido. Pongo interés en no olvidar las oraciones que desde pequeño me
enseñaron. Quiero que mi último gesto libre antes de quedarme dormido, sea
santiguarme y mis primeras palabras al despertarme sean: buenos días, me des,
Dios. Muchas gracias, te doy Dios. En la otra cara de la moneda, pongo más interés
en ser justo, en prestar servicio al necesitado, en nunca tirar alimentos
aprovechables, aunque no me puedan resultar apetecibles. Ni siquiera la sal, tan
barata entre nosotros, quiero que se derrame y pierda, sabiendo que en muchos
otros lugares, es cara y hasta de difícil adquisición (centro de África o en el interior
del subcontinente asiático, por poner algún ejemplo).
Temo la muerte biológica, pero confío en el abrazo del Señor, cuando con Él me
encuentre.
Soy viejo y pienso así, pero no debéis olvidar que vosotros, mis queridos jóvenes
lectores, estáis ahora expuestos, más que en otros tiempos, a accidentes de
circulación, a la aparición de formaciones cancerosas por imprudentes exposiciones
al sol, o a tumores pulmonares debidos al tabaco o a la contaminación. O a
enfermedades espirituales no menos peligrosas, desde caer en la bulimia o la
anorexia, hasta la depresión que conduce al borde del suicidio.(nadie me ha
contado que en la selva africana haya visto a un bosquimano victima de esta
enfermedad)
Cada día debemos preguntarnos ¿qué he hecho hoy? ¿qué he recibido de Dios? Que
datos positivos de esta jornada pasan a enriquecer el balance de mi vida?