XVIII Semana del Tiempo Ordinario. (Año Impar)
Martes
Lecturas bíblicas
a.- Nm.12, 1-13: Quejas de María y Aarón contra Moisés.
b.- Mt. 14, 22-36: Jesús, camina sobre las aguas y Pedro con él.
Este evangelio nos presenta a Jesús que camina sobre el mar. Si bien en la
multiplicación de los panes, Mateo, nos presenta a Jesús, como Mesías a la
muchedumbre, hoy nos lo presenta en una verdadera teofanía, como Hijo de Dios,
a sus discípulos. Vemos todo un progreso en la fe. El evangelista, en varias
ocasiones ha confesado la filiación divina de Jesucristo: en el bautismo, cuando fue
tentado por Satanás, la confesión de los espíritus malos, cuando se habla de la
filiación divina de los discípulos, que nace de la de Jesús (cfr. Mt. 5, 9. 16. 45. 48;
6, 9). Este milagro, como otros, además de mostrar la divinidad de Jesucristo, tiene
como finalidad la predicación y el anuncio del Evangelio, nacido de una necesidad
concreta de los discípulos. El reconocimiento surge por haber dado solución al
miedo y haber salvado a Pedro de las aguas: “verdaderamente eres el Hijo de Dios”
(v. 33). Dijimos que este milagro era una teofanía como las del AT. , que describe
la soberanía de Yahvé sobre el mar (cfr. Sal. 77, 20). Jesús caminando sobre las
aguas, es puesto al mismo nivel que Yahvé, demostrando su divinidad. Este Jesús,
Hijo de Dios ora, es decir, acude a la oración en la que pasa largo tiempo en la
montaña, durante la noche. Con esto se muestra verdadero hombre y verdadero
Dios, como lo confiesa la fe cristiana, pero al mismo tiempo, descubrimos, con su
ejemplo, la frecuencia y la necesidad que tiene el hombre de orar siempre. Un
capítulo aparte es la persona de Pedro apóstol. La presentación que hace Jesús:
“ᄀÁnimo! Soy yo; no temáis” (v. 27). Pedro busc￳ su apoyo en el milagro, más que
en la palabra de Jesús: “Se￱or, si eres tu mándame ir a ti sobre las aguas” (v. 28).
Poseía una fe muy imperfecta, le faltó una apertura a Dios y dejar que actuara la
palabra de Jesús en su vida, incluso en los momentos más difíciles de la propia
existencia. La fuerza del oleaje y del viento hizo dudar a Pedro, es decir, falta de fe
en la palabra de Jesús, lo que lo lleva a hundirse en las agitadas aguas (v.30). La
duda lo detuvo, pudo seguir caminando hacia Jesús. La actitud de Pedro, es toda
una personificación del caminar hacia Jesús, que no está exento de dudas, pero la
certeza en la palabra de Jesús, nos hace caminar hacia lo que no conocemos,
fiándose sólo de Dios. Abraham, salió de su tierra hacia lo desconocido, confió sólo
en la palabra de Yahvé. La falta de fe, es lo peor que nos puede suceder, porque es
estar como un caminar sin rumbo, aunque se experimente el vacío, es entonces,
cuando el grito de Pedro se convierte en oraci￳n de fe: “Se￱or sálvame” (v.30);
también nosotros podamos confesarlo plenamente: “Verdaderamente eres Hijo de
Dios” (v. 33), desde una fe más s￳lida, más confiada en su Evangelio.
Teresa de Jesús nos enseña que con Jesús dentro de nosotros todo puede ser
mejor, referencia eucarística, de hecho cuando Jesús sube a la barca todo se vuelve
paz y los discípulos recobran la confianza hasta hacer su confesión de fe. “﾿Qué hay
que dudar que hará milagros estando tan dentro de mí si tenemos fe y nos dará lo
que le pidiéremos, pues está en nuestra casa? Y no suele Su Majestad pagar mal la
posada si le hacen buen hospedaje” (CV 34,8).