Comentario al evangelio del Miércoles 07 de Agosto del 2013
Queridos amigos:
El Evangelio de hoy nos narra el encuentro de una mujer cananea con Jesús en la región de Tiro y
Sidón; es decir, fuera de los límites de Israel. La mujer le pide ayuda para curar a su hija endemoniada.
Jesús no le responde porque considera que Dios lo ha enviado "sólo a las ovejas perdidas del pueblo de
Israel". La insistencia de la mujer es tan fuerte que "obliga" a Jesús a ensanchar su campo, a
comprender que el amor del Padre no tiene límites.
Más que la fe de la mujer, en la que solemos insistir a menudo, lo que me sorprende es la apertura de
Jesús, su audacia para ir más allá de lo que considera razonable, su capacidad para creer en un "Dios
mayor" y escuchar su voz a través de los gritos de sus criaturas más necesitadas.
Hoy nos encontramos en una situación cultural en la que la fe se ve retada a superar sus límites
tradicionales, a entrar en otros campos, a responder a muchos gritos que no encuentran respuesta. El
verdadero pastor es el que sabe escuchar los gritos de su pueblo. ¿Cómo podemos hoy seguir
rompiendo barreras? ¿Cómo evitar que la fe se convierta en algo cada vez más irrelevante, reservado a
los de siempre? ¿No estaremos desoyendo los gritos de las muchas personas que quieren tocar a Jesús
y sentirse queridas por él?
CR