Lectio Divina: XIX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C
Autor: P. Chuno Chávez Alva , C.M.
LA PALABRA HOY: Sabiduría 18,6-9; Salmo 32; Hebreos 11,1-2.8-19; Lucas
12,32-48
Ambientación: Una lámpara encendida, un despertador; frase: “Estén preparados”
Ambientación
Hoy el Señor nos hablará, precisamente, de nuestra fe y de la vigilancia que hemos
de tener para que nuestro encuentro con Dios no cause sorpresa, sino gozo.
Al reunirnos en nombre del Señor, le hacemos presente en nuestra asamblea. Que
su presencia avive nuestra fe y nuestra esperanza.
Oración inicial
Señor Jesús,
al advertirnos sobre la necesidad
de estar preparados, despiertos y atentos
en espera de tu venida,
te pedimos que al reflexionar
tu Palabra nos demos cuenta
de la necesidad de tener esas riquezas
que sólo se adquieren abriendo el corazón
al hermano, dándole la mano,
siendo sensible y solidario con él.
Ayúdame a ser consciente
de la necesidad de vivir de acuerdo a tu Palabra,
de que mi vida refleje mi fe en ti,
buscando actualizar tu manera de ser
y de actuar en mi relación con los demás,
para estar atento a lo que me pides y quieres de mi.
Que así sea.
I. Lectio: ¿Qué dice el texto? – Lucas 12,32-48
Motivación: El discípulo no puede afanarse por lo superfluo cuando ya es suya la
gran riqueza: el Reino. Sin embargo, no podrá bajar ni un momento la guardia,
sino que deberá mantenerse vigilante y despierto. Escuchemos.
Forma de leerlo:
1. Proclamar el texto en voz alta (todos de pie).
Preguntas para la lectura
•¿Por qué raz￳n no deben temer los discípulos de Jesús, el “peque￱o reba￱o”?
•¿Qué deben hacer para poseer el Reino?
•Las parábolas que propone Jesús en el relato, ¿a qué actitud invitan? ¿cuál es la
razón de la vigilancia?
•¿Qué quiere decir la expresi￳n “a quien se le dio mucho, se le podrá exigir
mucho…”?
Otros textos bíblicos para confrontar: Mt 19,21; 24,43–44; Mc 10,21; Lc
18,22.
II. Meditatio: ¿Qué me dice? ¿Qué nos dice el Texto?
Motivación: El seguidor de Jesús es alguien consciente de que tiene que vivir no
en función de lo material, sino en función de las cosas del Reino. Esta consciencia lo
empuja a estar siempre vigilante y a atender con responsabilidad y fidelidad los
asuntos que se le han encargado como administrador. Reflexionemos sobre el
significado de este pasaje para nuestras vidas:
•El Evangelio nos exhorta a juntar riquezas celestiales, a tener bolsas que no se
gastan, siendo así, ¿qué estoy haciendo para hacerme rico ante Dios?
•“…donde está tu tesoro…, ahí está tu coraz￳n…”, ¿d￳nde está mi coraz￳n?, ¿cuáles
son mis tesoros…, eso que da sentido a todo lo que soy y a todo lo que hago y
busco?
•¿Qué quiere transmitir e inculcar la parábola del portero (Lc 12,35-38), donde nos
exhorta a estar vigilantes y despiertos?, ¿de qué manera lo podemos vivir?, ¿qué
implica esto para nosotros?
•Es indudable que el Se￱or me ha dado mucho: ¿qué me ha dado y me sigue dando
a lo largo de mi vida?, ¿qué me puede estar exigiendo que yo entregue, que yo
ofrezca…?
•¿Cuál es la frase que te ha llenado de mayor esperanza? ¿Por qué?
Luego de un tiempo de meditación personal, compartimos con sencillez nuestra
reflexión, lo que el texto ME dice a mi propia realidad y situación personal .
III. Oratio: ¿Qué le digo al Señor motivado por su Palabra?
Motivación: La exhortación a la vigilancia y a la responsabilidad del texto de hoy
no puede hacernos caer en el miedo o en el agobio; al contrario, debe llevarnos a la
serena certeza de que estamos en manos del Padre que nos regala el Reino. Nos
dirigimos a Él procurando inspirar nuestra oración en las palabras del Evangelio.
•Luego de un tiempo de oración personal, podemos compartir en voz alta nuestra
oración, siempre dirigiéndonos a Dios mediante la alabanza, la acción de gracias o
la súplica confiada.
•Se puede, también, recitar el salmo responsorial que corresponde a este domingo:
Salmo 32.
IV. Contemplatio: ¿Qué me lleva a hacer el texto?
Motivación: Los discípulos de Jesús han recibido el Reino como herencia del Padre.
San Vicente es consciente de esta gran responsabilidad. Así exhorta a los
misioneros: Hablo de su gloria y hablo de su reino, tomando así lo uno por lo otro,
ya que se trata de lo mismo. La gloria de Dios está en el cielo; y su reino, en las
almas. Tengamos, pues, ese continuo deseo de que se extienda el reino de Dios y
ese anhelo de trabajar con todas nuestras fuerzas para que, después de haber
procurado el reino de Dios en la tierra, vayamos a gozar de él en el cielo. Tengamos
siempre esta lámpara encendida en nuestros corazones.
¡Ay, padres! ¡Qué felices somos de estar en una compañía que tiene como finalidad,
no sólo hacernos dignos de que él reine en nosotros, sino también que sea amado y
servido por todo el mundo y que todo el mundo se salve! (XI,435)
•Hacer el prop￳sito firme para que Dios y su Reino sea siempre el “gran tesoro” de
mi vida y de mi corazón.
•¿Qué hacer para que mi tesoro y el sentido de mi vida sea el Se￱or y así viva su
Palabra y me identifique con Él?
Oración final
Es justo bendecirte, Padre nuestro del cielo,
porque Jesús nos mostró el camino de la felicidad verdadera, el auténtico tesoro
que solamente en ti podemos alcanzar.
No permitas, Señor, que prefiramos tener cosas a ser personas; pues, más que
bienes, necesitamos razones para vivir, amar y compartir con los hermanos lo que
tenemos, poco o mucho.
Enséñanos por tu Espíritu la sabiduría de la vida, y ayúdanos, Señor, a elegir
alegremente ser pobres con Cristo, sin amontonar bienes perecederos que
defraudan nuestro corazón. Así, cuando tú vengas, nos encontrarás con las manos
ocupadas en la tarea de amarte a ti y a nuestros hermanos. Amén.
Que así sea.Con permiso de somos.vicencianos.org