XIX Semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Martes
“Si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el Reino de los cielos”
I. Contemplamos la Palabra
Lectura del libro del Deuteronomio 31,1-8
Moisés dijo estas palabras a los israelitas: «He cumplido ya ciento veinte años, y
me encuentro impedido; además, el Señor me ha dicho: "No pasarás ese
Jordán." El Señor, tu Dios, pasará delante de ti. Él destruirá delante de ti esos
pueblos, para que te apoderes de ellos. Josué pasará delante de ti, como ha
dicho el Señor. El Señor los tratará como a los reyes amorreos Sijón y Og, y
como a sus tierras, que arrasó. Cuando el Señor os los entregue, haréis con ellos
lo que yo os he ordenado. ¡Sed fuertes y valientes, no temáis, no os acobardéis
ante ellos!, que el Señor, tu Dios, avanza a tu lado, no te dejará ni te
abandonará.»
Después Moisés llamó a Josué, y le dijo en presencia de todo Israel: «Sé fuerte y
valiente, porque tú has de introducir a este pueblo en la tierra que el Señor, tu
Dios, prometió dar a tus padres; y tú les repartirás la heredad. El Señor
avanzará ante ti. Él estará contigo; no te dejará ni te abandonará. No temas ni
te acobardes.»
Dt 32 R/. La porción del Señor fue su pueblo
Voy a proclamar el nombre del Señor:
dad gloria a nuestro Dios.
Él es la Roca,
sus obras son perfectas. R/.
Acuérdate de los días remotos,
considera las edades pretéritas,
pregunta a tu padre, y te lo contará,
a tus ancianos, y te lo dirán. R/.
Cuando el Altísimo daba a cada pueblo su heredad
y distribuía a los hijos de Adán,
trazando las fronteras de las naciones,
según el número de los hijos de Dios. R/.
La porción del Señor fue su pueblo,
Jacob fue el lote de su heredad.
El Señor sólo los condujo,
no hubo dioses extraños con él. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 18, 1-5. 10. 12-14
En aquel momento, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
«¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?»
Él llamó a un niño, lo puso en medio y dijo: «Os aseguro que, si no volvéis a ser
como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Por tanto, el que se haga
pequeño como este niño, ése es el más grande en el reino de los cielos. El que
acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí. Cuidado con
despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están
viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial. ¿Qué os parece?
Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las
noventa y nueve en el monte y va en busca de la perdida? Y si la encuentra, os
aseguro que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se
habían extraviado. Lo mismo vuestro Padre del cielo: no quiere que se pierda ni
uno de estos pequeños.»
II. Compartimos la Palabra
El Libro del Deuteronomio nos presenta hoy la despedida de uno de los jefes
más emblemáticos de la historia de Israel, Moisés, y la entronización de otro,
muy querido también por todos, Josué. Ambos serán modelos de fidelidad a Dios
y de solidaridad y preocupación por los hermanos.
Y, en el Evangelio, dos de las actitudes más queridas de Jesús que intenta
grabar en sus corazones, todavía lejos de las expectativas que él tiene para
ellos: La bondad del corazón y el servicio. Para entender mejor y completar el
texto, tendré en cuenta los lugares paralelos de Marcos y Lucas.
Los importantes
Importantísima la pregunta de los discípulos. Tanto que, en otro momento de su
vida, “sentándose, llam￳ a los doce y les dijo: Si alguno quiere ser el primero,
que sea el último de todos y el servidor de todos” (Mc 9,33ss). Esta es la actitud
que Jesús quiere para los que van a ser llamados y enviados a anunciar el
Evangelio a todos los pueblos. Esta es la autoridad que Jesús quiere para ellos,
el servicio.
En un mundo en el que los medios no hacen más que hablarnos de conflictos,
tensiones y guerras entre personas y naciones, las palabras de Jesús siguen
teniendo la actualidad de entonces. El Santo Padre nos lo sigue recordando con
gestos inequívocos. El respeto y el amor traducido en servicio tendrían que ser el
distintivo de los discípulos de entonces y de ahora.
No quisiera que se me tachara de ingenuo si cambio el condicional “tendrían que
ser”, por el presente. Un presente modesto, bastante desconocido, Pero real. Me
refiero a muchos miles de hombres y, en particular, mujeres que, de la forma
más anónima y desinteresada, se desviven por los demás. No suelen salir en los
medios, no buscan el éxito personal, sino el bienestar y la felicidad de los
demás. Y lo hacen con respeto, con bondad, con ternura y sin darse importancia
alguna. Parecería que están en el último escalafón social, pero para Jesús son
los más importantes. Y para nosotros, también.
Los primeros, los niños
La Ley de la Transparencia, según parece, sigue en el Congreso. Se espera que
pase de forma inmediata al Senado y, en pocos meses, sea una realidad. Se ha
especulado mucho sobre su alcance y los organismos que deberían sentirse
afectados por ella. En concreto, y a veces con cierto retintín, se ha hablado de la
necesidad de que la Iglesia esté sometida también a su control, en cuanto al
dinero recibido por el Estado. No necesitábamos que nos lo recordara nadie,
porque lo hizo Jesús y el Evangelio está todo él impregnado de luz,
transparencia y coherencia. Hoy el modelo que Jesús pone es el de los niños. La
actitud, la sencillez, la simplicidad y la transparencia que, espontáneamente,
manifiestan los niños. Y, sin dejar de ser adultos, sin dejar de buscar y propiciar
el progreso y una vida cada vez más digna para todos los humanos.
Esto no significa renunciar a la tecnología, al desarrollo y al progreso. Se trata
de cuidar el alma, de cultivar la poesía, de amar la naturaleza, de saber ser
“sabiamente” ingenuos, de sentirnos orgullosos de la aparente “simplicidad” con
la que se presenta ante el mundo Francisco, el Obispo de Roma, cautivando con
sus gestos profundamente sencillos al mundo. “Quien se haga peque￱o como
este niño, ese es el más grande en el Reino de los cielos. Pues el que entre
vosotros es el más peque￱o, ése es el mayor” ((Lc 9,49).
Fray Hermelindo Fernández Rodríguez
La Virgen del Camino
Con permiso de dominicos.org