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Día litúrgico: Domingo XIX (C) del tiempo ordinario
Texto del Evangelio ( Lc 12,32-48): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
«No temas, pequeño rebaño, porque a vuestro Padre le ha parecido bien daros a
vosotros el Reino. Vended vuestros bienes y dad limosna. Haceos bolsas que no se
deterioran, un tesoro inagotable en los cielos, donde no llega el ladrón, ni la polilla;
porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón (...).
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos del Papa
Francisco) (Città del Vaticano, Vaticano)
La idolatría
Hoy, aprendemos que la luz de la fe está vinculada al relato concreto de la vida, al
recuerdo agradecido de los beneficios de Dios y al cumplimiento progresivo de sus
promesas.
Lo contrario de la fe se manifiesta como idolatría. La fe, por su propia naturaleza,
requiere renunciar a la posesión inmediata que parece ofrecer la visión. Ante el
ídolo, no hay riesgo de una llamada que haga salir de las propias seguridades,
porque los ídolos «tienen boca y no hablan» (Sal 115,5). Vemos entonces que el
ídolo es un pretexto para ponerse a sí mismo en el centro de la realidad, adorando
la obra de las propias manos.
—Quien no quiere fiarse de Dios se ve obligado a escuchar las voces de tantos
ídolos. La fe, en cuanto asociada a la conversión, es lo opuesto a la idolatría; es
separación de los ídolos para volver al Dios vivo, mediante un encuentro personal.
Creer significa confiarse a un amor misericordioso, que siempre acoge y perdona,
que sostiene y orienta la existencia.
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