XXII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C
Hacia una sociedad más igualitaria
La Palabra: “Cuando te inviten a una boda, no te sientes en el puesto principal; al
revés, siéntate en el último puesto” (Lc 14, 1, 7-24).
1. Siguiendo la tradición bíblica, las comidas tenían un significado muy especial:
eran el lugar donde todos los invitados se sentaban en la misma mesa, aceptándose
y respetándose mutuamente como personas con dignidad. Pero los arrogantes de
siempre no aceptaban esa igualdad fundamental y por eso se afanaban en ocupar
los primeros puestos. Como Jesús tenía muy claro que todas las personas humanas
tienen la misma dignidad, aprovecha la costumbre judía de compartir la mesa con
los pobres, para insistir en el evangelio de la fraternidad.
2. Hay en el relato evangélico dos observaciones importantes de sabiduría popular.
Primera, cuando seas invitado, no busques los primeros puestos: “así cuando venga
el que te invitó, te llevará más arriba y quedarás muy bien ante los demás
comensales”. Con frecuencia hemos visto cómo tiene lugar este ascenso en algunas
ocasiones. Las personas más inteligentes y sensatas, no solo porque no se
sobrevaloren sino por pudor elemental, evitan ocupar puestos de relieve. Segunda,
cuando des una comida no invites a tus hermanos, amigos o vecinos ricos “porque
corresponderán invitándote y quedarás pagado”; no hay gratuidad.
3. “Invita a pobres, lisiados, ciegos y cojos”. Eran los excluidos de cualquier
invitación en aquella sociedad judía. Por eso Jesús los incluye cuando habla del
reino de Dios en aquella parábola del banquete de bodas. Y un comentario: estos
no te pueden pagar, pero con tu gesto ya estás entrando en ese reino de Dios, en
la victoria de la vida sobre la muerte que se manifestará de modo definitivo en la
resurrección. Una y otra vez los pueblos han soñado con proyectos revolucionarios,
han buscado la igualdad de todos en la satisfacción de sus derechos fundamentales,
pero ¡qué difícil es llevar este ideal a la práctica! La fiebre del poder llega
enseguida, se contagia rápidamente, la libertad de los poderosos hace imposible la
libertad de los débiles, y nuestros proyectos utópicos de igualdad fundamental
quedan reducidos a ilusión vacía. El evangelio de hoy sugiere un camino que
supone un nuevo nacimiento, una nueva inspiración, la convicción profunda de que
todos somos hermanos.
Fray Jesús Espeja, OP
Con permiso de Palabranueva.net