XXV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C
Creativos para ser solidarios
La Palabra: “Ganaos amigos con el dinero injusto para que cuando os falte, os
reciban en las moradas eternas” (Lc 16, 1-13).
1. Un administrador astuto, previendo el despido en su cargo, inventa sus
artimañas para ganarse el favor de los subordinados. ¿Cómo es posible que Jesús
traiga como ejemplo a un administrador que fue destituido por marrullero y
sinvergüenza?, ¿es un buen modelo a seguir? La parábola trae dos enseñanzas: los
cristianos deben ser creativos y compartir los recursos que tienen.
2. Es evidente que Jesús no aprueba las maniobras del administrador para
beneficiarse con el dinero que no le corresponde. El mayordomo de la parábola se
ha dejado llevar por la codicia que es como una idolatría, pues da valor absoluto a
lo que solo tiene un valor relativo; en ese mismo evangelio se insiste una vez más
en que no se puede servir a Dios y al dinero. Lo que se alaba en ese administrador
infiel es su creatividad para encontrar salida y abrir porvenir. Alabanza que
indirectamente interpela también a los cristianos: ¿por qué reducir el cristianismo al
cumplimiento de unas prácticas religiosas ritualmente prescritas? El evangelio
sugiere que debemos ser más creativos y emplear nuestros talentos para, con
todos los hombres de buena voluntad, construir una sociedad más humana y más
fraterna.
3. Y otra enseñanza, viendo la astucia del administrador que trata de hacerse
amigos que le acojan cuando le despida el amo: “haceos amigos con las riquezas
injustas”. Da por supuesto que las riquezas almacenadas para la propia seguridad,
mientras haya personas que no pueden comer, son “injustas”. Luego compartir lo
que uno es y tiene con los demás no es optativo, ni pertenece a eso que algunos
llaman “obras de caridad”. Es más bien imperativo de la “nueva” justicia. Y digo
“nueva” porque no se reduce a cumplir lo mandado por las leyes civiles. Sale del
corazón transformado por la fe que le permite ver a todos, especialmente a los
excluidos, como hermanos, como el nosotros en que el “tú” y el “yo” van
inseparablemente unidos.
Fray Jesús Espeja, OP
Con permiso de Palabranueva.net