XXII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C .
QUEDA BIEN Y NO MIRES CON QUIEN…
Padre Pedrojosé Ynaraja
Lamento mucho cuando alguien me dice que su hijo o hija no vendrá a misa o a
otra actividad programada, a causa de que ha de acudir a una merienda o fiesta,
con motivo de que el hermano o primo, o lo que sea, de un compañero de clase, ha
organizado, y no puede faltar, porque también él invitó al interfecto. Otros hablan
de los gastos que suponen bodas, pura comedia, pero a las que hay que convidar a
una serie de personas, por la situación que ocupan en la empresa o el cargo que
ostentan en el club social o deportivo.
Y a quien no está enredado en esta red de compromisos ¿Quién le invita? ¿de qué
vida social, de qué fiestas, de qué concursos, de que encuentros, hasta de qué
misas, goza, quien no vive enrolado, aprisionado, en complejos inventos
burgueses?
Disfrutar de la riqueza es compartirla con aquellos que no la tienen. El triunfo de un
tinte, es impregnar indeleblemente aquel tejido que carecía de color.
Tiene valor eterno, es imitación de Cristo, el dar a quien no tiene y al que uno no
está obligado a dar. Sin negar este valor, añado otro. Hablo por mi experiencia y
por la de otros. Muchas vidas han cambiado a mejor, por el simple motivo de haber
atendido a un desconocido, de haber ayudado a quien ni se atrevía a solicitarlo.
Debido a circunstancias semejantes se han iniciado nuevas amistades o hasta
enamoramientos imprevistos.
Si alguien llama a tu casa y te pide algo, sé generoso como él desea, y ofrécele
algo más, al ver en él, de alguna manera, la presencia del Señor emigrante a
Egipto, al Maestro viajero por Samaria, camino de Jerusalén, al Jesús-rabino,
perseguido en Nazaret, pretendiendo despeñarlo, al que necesita unos panes y
unos peces para poder multiplicarlos y saciar a una multitud…
Cuando acudas a un acto público, no te sitúes de manera que las cámaras de TV
con seguridad te capten y todos los televidentes sepan que allí estabas. No trates
de destacar para sobresalir, creerte importante y pensar que por ello tendrás
derecho a un homenaje.
Mis queridos jóvenes lectores, no temáis ser modestos, anónimos, desconocidos. La
humildad no es timidez. La timidez se debe superar, la humildad nunca debemos
perderla.
Nuestra existencia histórica está sometida a una serie de fuerzas físicas y
necesidades biológicas. El entramado social se teje como tela de araña que
sostiene, pero también aprisiona. En la eternidad, ni habrá fuerza de la gravedad,
ni rigidez de los huesos, ni cansancio muscular. Ni oxigeno, ni proteínas
precisaremos. Nuestra existencia dependerá de la acumulación de la bondad
generosa, no aparente y caprichosa, que hayamos conseguido sin alborotar para
ser vistos, en esta vida.