“SOBRE LAS VOCACIONES”
Carta monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas
Para el XX durante el año (18 de agosto de 2013)
El 4 de agosto pasado celebramos al Santo Cura de Ars. Los 50 años de nuestro seminario
con el lema: “50 a￱os promoviendo vocaciones y 10 a￱os formando sacerdotes”. Quiero
expresar agradecimiento y alegría por lo vivido durante esos días de celebración. El haber
sentido la cercanía y cariño del pueblo de Dios en nuestra Diócesis. Las familias, jóvenes
venidos desde distintos lugares de la Diócesis, los sacerdotes y consagradas, que
acompañaron manifestando su interés y responsabilidad por la importancia que tienen las
vocaciones en general y especialmente las vocaciones sacerdotales en la vida de la Iglesia.
En esta reflexión quiero que profundicemos especialmente sobre el tema de la vocación
sacerdotal y consagrada. El Concilio Vaticano II, que se realizó hace 50 años atrás nos dejó
mucho más claras las ideas sobre “quien es quien” en la Iglesia Cat￳lica. Que lugar ocupa
el laico, el religioso, el sacerdote, en esa Iglesia a la que el Concilio le gusta comparar con
el Pueblo de Dios en marcha hacia el cielo, y los “curas y monjas” son indispensables para
esa marcha y la vida del pueblo de Dios... y nosotros en nuestra Diócesis de Posadas, no los
tenemos en una cantidad ni remotamente suficiente.
Las cifras que tenemos hoy es cierto que han mejorado en relación a hace 20 años, pero
también es cierto que en Misiones en estos 20 años la población tuvo uno de los mayores
crecimientos demográficos del país, y muchos de los sacerdotes que siguen en la Diócesis
están 20 años más viejos y las religiosas indefectiblemente siguen cumpliendo años cada
365 días. De los 70 sacerdotes del presbiterio, que no todos están en actividad, 35 son del
clero diocesano o sea pertenecientes a la Diócesis. De hecho hay como promedio más de
10.000 habitantes por sacerdote.
Entre los factores que motivan el número insuficiente de gente consagrada podemos
encontrar muchas causas y no las voy a tratar en esta reflexión, pero creo que un factor
importante es la ignorancia de la mayoría de los cristianos sobre lo que es ser sacerdote o
religiosa y sobre todo como se manifiesta esa vocación. Para colmo la televisión y otros
medios escritos y orales no se agotan de distorsionar y confundir, con personajes
inventados o situaciones puntuales de algún cura o religiosa, acentuando la incomprensión
e ignorancia sobre la vocación sacerdotal y consagrada.
Monseñor Iriarte, un obispo argentino a quién yo admiraba decía: “¿Qué es un religioso/a?
Es una persona tan llamada como cualquiera de los bautizados a ser santos (Mt. 5,48), pero
que ha pescado el valor de Dios con tanta fuerza que para llegar con más facilidad y menos
riesgo, en forma más directa y libre, a ese Dios, tira por la ventana un montón de cosas por
las cuales la gente se desvive y se mata: las cosas que se tienen, la propia voluntad, toda la
esfera que nace de lo sexual. Además, puede ser que enseña, que cure en un hospital o
pastoree un barrio, pero lo más importante no es eso, sino que con su vida nos muestre que
por Dios vale la pena dejar o hacer cualquier cosa”.
“¿Qué es un sacerdote? Un hombre cualquiera, un chico, un muchacho, un adulto, a quien
en un momento determinado de su vida de Dios lo llamó para el sacerdocio. Es decir, para
que siguiera la línea de Cristo y los Apóstoles, realizando su tarea de mediador entre Dios y
los hombres. Un hombre que se decide totalmente a hacer de puente entre esas dos puntas y
para eso conduce al pueblo cristiano, le enseña y le da los Sacramentos. A menudo oímos
decir que Pedro o María “ayudan al cura”. Y no es tan así. Es el cura quien debe ayudar a
todos los Pedros y Marías, a todos los laicos, a vivir su cristianismo y a salvarse. Para eso
jugó su vida a tal punto que renuncia a uno de los aspectos más íntimos y totalizantes del
hombre: el matrimonio y la familia”.
La Iglesia cuyos hijos son en su inmensa mayoría laicos, necesita de un determinado
número de sacerdotes y religiosos/sas para mantener un buen nivel de vida cristiana. Ese
número nosotros no lo tenemos en nuestra Diócesis de Posadas. Debo confesar que me
llena de esperanza nuestro Seminario “Santo Cura de Ars”. Pero debemos, todos,
acompañar más el tema de las vocaciones porque la cosecha, las capillas, escuelas,
movimientos, los sectores, son muchos y los sacerdotes y las religiosas pocos.
¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo!
Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas