XX Domingo del Tiempo Ordinario C
Jr 38,4-6.8-10; Sal 39; Hb 12,1-4; Lc 12,49-57
He venido a arrojar un fuego sobre la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviera
encendido! Con un bautismo tengo que ser bautizado y ¡qué angustiado estoy hasta
que se cumpla! "¿Creéis que estoy aquí para dar paz a la tierra? No, os lo aseguro,
sino división. Porque desde ahora habrá cinco en una casa y estarán divididos; tres
contra dos, y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo
contra el padre; la madre contra la hija y la hija contra la madre; la suegra contra
la nuera y la nuera contra la suegra." Decía también a la gente: "Cuando veis una
nube que se levanta en el occidente, al momento decís: "Va a llover", y así sucede.
Y cuando sopla el sur, decís: "Viene bochorno", y así sucede. ¡Hipócritas! Sabéis
explorar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no exploráis, pues, este tiempo?
"¿Por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo? .
En la liturgia de esta semana el Señor nos hace presente que ha venido al mundo
para dar cumplimiento de la voluntad del Padre, haciéndonos ver que es a través de
la cruz y de su muerte que el creyente podrá alcanzar la salvación, pero como dice
San Pablo esto es necedad para el mundo.
En el evangelio Jesús nos dice: ᆱ…He venido a prender fuego en el mundo...ᄏ.
Porque precisamente el fuego ocupa un lugar importante en la simbología relativa
al final de los tiempos. No se trata del pequeño y familiar fuego del hogar sino de
ese fuego que se desata impulsado por el viento y que arrasa rápida y
violentamente con cuanto encuentra a su paso. Las antiguas mitologías
relacionaron siempre el fuego con la divinidad y algo similar sucede en la Biblia: el
fuego aparece como un instrumento de crisol de Dios. Nuestro actual Papa
Francisco, lo ha dicho de otra manera en la JMJ de este anio: "metan lio".
San Lucas escribe claramente que Jesús ha sido enviado a ᆱ…poner fuego en la
tierra…ᄏ, y Él mismo asegura que desea vivamente que este fuego arda cuanto
antes. Viene entonces la interrogante acerca de qué puede significar este modo de
anunciar su misión. Es imposible pensar que la función de Cristo consista en
sembrar la división como humanamente la entendemos. Más bien podemos pensar
que Jesús se refiere a los últimos días y a los fenómenos escatológicos que
purificarán al mundo. De hecho, en el Antiguo Testamento, el fuego es imagen del
juicio que condena a los malvados, acontece en los últimos días, y purifica. Este
último sentido introduce lo que va a seguir: el bautismo de Jesús.
Se trata de fuego de purificación; además que anuncia la Pasión de Cristo. Todos
los que creen en Él y quieren seguirle, han de asumir una actitud radical; han de
elegir, por ello San Lucas presenta a Jesús como portador del fuego. Los
contemporáneos de Jesús esperaban un Mesías liberador que pudiera instaurar la
paz, fruto de la liberación del yugo romano.
Del mismo modo muchas veces nosotros esperamos que Cristo dé solución a los
problemas de nuestra vida, nos libere de ellos; esto porque pensamos que por
creer en Él, Jesús debe manifestarse con hechos concretos según la manera y la
medida en que esperamos que resuelva nuestras dificultades. Esta manera de
querer ver la acción de Cristo en nuestra vida podríamos llamarla de una fe infantil,
porque si sabemos que el cristianismo es un acontecimiento, entonces viviremos
entendiendo que el sufrimiento nos anuncia o hace presente que desde la realidad
de sufrimiento y muerte que ha padecido el Hijo de Dios, Él ha salido victorioso y
ha resucitado, por lo tanto también nosotros estamos llamados a esta resurrección.
Entonces este evangelio nos está presentando una visión de la vida en la que Dios
actuará de una manera diversa a nuestras expectativas; debido a que la vida a la
cual el mismo Dios nos invita a participar es diferente a todos los esquemas y
formas de pensamiento que nosotros como hombres nos hacemos.
No por casualidad más adelante el Evangelio dice: ᆱ…habrá cinco en una casa y
estarán divididos; tres contra dos y dos contra tres;…el padre contra el hijo y el hijo
contra el padre…ᄏ. Porque el hecho de seguir a Cristo implica para todo creyente
que su misma vida será expresión de una esperanza muy diversa a la de los demás
hombres. Entonces podemos enlazar este evangelio con la primera lectura que hace
referencia a sucesos concretos, es el tiempo cuando Jerusalén fue sitiada por
Nabucodonosor, el profeta Jeremías ya estaba en prisión, acusado de desmoralizar
a los combatientes que quedaban y a toda la población.
Con su actitud no parecía que estuviese buscando el bien del pueblo, sino más bien
que buscaba su ruina, porque Jeremías anuncia de parte de Dios que la ciudad sería
tomada; y que quien se rinda a los caldeos vivirá, y que el ejército del rey de
Babilonia se apoderará de la ciudad. Entonces, no es sencillo comprender esta
actitud de Jeremías que parece de traición a su patria. Pero aquí hay que ver que el
Señor utiliza a los caldeos como instrumentos para castigo de su Pueblo y, que aun
siendo paganos, se han convertido en gentes al servicio de Dios.
La Carta a los Hebreos nos presenta también el significado de la prueba y del
sufrimiento cristianos, cuando Jesús es el origen y el término de nuestra fe, hacia
quien nos encaminamos a través de las pruebas. Se presenta entonces la primera
contradicción en el seguimiento de Cristo, y tenemos que elegir, tal como Jesús ha
asumido la persecución de sus enemigos pasando por la humillación hasta la
muerte en cruz; pero saliendo victorioso de ella, resucitando y ascendiendo a los
cielos, en donde está sentado a la derecha del Padre, reinando con El.
Así se nos presenta la vida cristiana no como una simple observancia de
mandamientos en el equilibrio de una paz fácil, sino como una llamada a enfrentar
un clima de violencia y persecución que es la atmósfera propia en donde se vivirá la
vida cristiana. En el evangelio, Jesús nos dice que vive su vida encendido por un
fuego que quema y que ha venido a prender fuego en el mundo, y este fuego es lo
único que en realidad nos puede llevar a vivir la vida cristiana en plenitud, San
Agustín lo expresa así en sus Confesiones: ᆱ…Nos has creado para ti, Se￱or, y
nuestro coraz￳n no descansa hasta que no descanse en ti…ᄏ.
En consecuencia, el evangelio empieza diciendo: ᆱ…He venido a arrojar fuego sobre
la tierra…ᄏ, la tradici￳n de la Iglesia ve en este fuego la figura del Espíritu Santo.
Este mismo fuego es el que encendió el corazón de los apóstoles, cuando en un
primer momento por miedo a los judíos tenían cerradas las puertas. Este fuego del
Espíritu que los transformó en valerosos mensajeros del anuncio evangélico. Es el
fuego que Hoy supone no sentir temor ante las exigencias de la vida cristiana,
porque como creyentes sólo tenemos una cosa que proponer al mundo: la cruz
gloriosa de Cristo, lo que significa ser signo de contradicción ante los demás. El
cristiano no puede someterse a las exigencias y comodidades del mundo porque la
esperanza del cristiano le viene de Dios. Así el Espíritu Santo capacita a los
cristianos para que puedan aceptar las tribulaciones y sufrimientos. Así lo hace
presente San Pablo cuando dice: ᆱ…Pero en todo esto salimos vencedores gracias a
Aquél que nos am￳…ᄏ.
Pbro. Oscar Balcázar Balcázar