Domingo 21º del Tiempo Ordinario Ciclo C
Lecturas bíblicas :
Isaías 66, 18-21
Heb. 12, 5-7.11-13
Lc. 13, 22-30
Estrecha la Puerta, grande la Misericordia
Jesús marchaba hacia Jerusalén (Lc. 13, 22), donde tendría lugar su Pascua, su Muerte y
Resurrección, por las que abriría la Puerta del Reino a todos los hombres, cuando afirmó
“esfuércense para entrar por la puerta estrecha” (Lc. 13, 24).
La expresión de Jesús la podemos hallar también en un texto paralelo del evangelista san Mateo
(Mt. 7, 13-14. 21-23).
La Puerta para entrar al Banquete del Reino de Dios, la Puerta que lleva a la vida eterna, no es
ancha y holgada, como la puerta que conduce a la perdición, sino estrecha y angosta (Mt. 7, 13-
14).
En otras palabras, para seguir a Jesús, hay que nadar contra la corriente , como dijo recientemente
el Papa Francisco a los jóvenes en Río de Janeiro. Ir contra la corriente de la cultura cuando ésta
no es afín al mensaje evangélico, por ejemplo si quiere imponer el consumismo.
O, lo que es lo mismo, entrar por la Puerta del Reino de Dios supone ciertas renuncias, aceptar las
condiciones que ello implica. En definitiva, cumplir los mandamientos y vivir las bienaventuranzas:
“felices los pobres, porque el reino de Dios les pertenece” (Lc. 6, 20; Mt. 5, 3). “Esfuércense para
entrar por la puerta estrecha” quiere decir seguir a Jesús en su camino hacia la cruz , hacia la
Pascua (iba de camino a Jerusalén, donde ocurriría su muerte), con todas las consecuencias.
Imaginemos a alguien que quiere salvarse de la muerte a causa de un terremoto, una explosión,
un incendio, y huye de su casa: deberá renunciar a la mayor parte de sus pertenencias para poder
salir de su casa a toda prisa. El excursionista que estuviera visitando, cargado de una gran mochila,
las ruinas de una antigua ciudad y se encuentra literalmente con una puerta o túnel estrechos (así
se usaba como técnica de defensa en las ciudadelas fortificadas), no podrá pasar por esa puerta si
no se descuelga y deja a un lado la mochila. Nos sucede también a cualquiera de nosotros cuando
viajamos en automóvil, en bus, tren o avión, hay un límite para el equipaje porque lo hay para la
carga que puede soportar el vehículo, y habrá que dejar y renunciar a muchas cosas si queremos
viajar.
Jesús iba enseñando mientras se dirigía a Jerusalén (Lc. 13, 22). En los versículos precedentes san
Lucas incluye algunas parábolas de Jesús, estrategia de su enseñanza : la higuera sin frutos, y
hablando del Reino de Dios , las parábolas de la semilla de mostaza y la levadura (Lc. 13, 6-9. 18-
21). En este contexto aparece el oyente que le hizo esta pregunta: “Señor ﾿son pocos los que se
salvan?” (Lc. 13, 23). Respondiéndole afirmó Jesús: “procuren entrar por la puerta estrecha” (Lc.
13, 24). En realidad, el maestro no hace contestó la pregunta, Él no hace estadísticas, no está con
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una calculadora o un cuenta ganado, ¿son muchos? ¿son pocos?, la cuestión quedó abierta. Lo
cierto es que para entrar, hay que pasar por una Puerta que el Señor describe como estrecha.
El Papa Benedicto XVI, proponiendo el presente Año de la Fe, escribía: la Puerta es la fe : “«La
puerta de la fe» (cf. Hechos 14, 27), que introduce en la vida de comunión con Dios está siempre
abierta para nosotros 1 .
Sin embargo, en el texto evangélico proclamado este domingo Jesús afirma que muchos querrán
entrar y no tendrán acceso (Lc. 13, 24), y habla, mediante una nueva parábola, de una puerta
cerrada , de una puerta que el dueño de casa cierra y algunos quedan fuera (Lc. 13, 25-28).
¿Acaso hay contradicción entre afirmar que la puerta está abierta para todos y decir que esa
puerta es estrecha? Lo que el Maestro quiere decir es que la puerta está abierta para todos, no
hay una limitada elite privilegiada con ticket de ingreso, pero, para entrar hace falta cooperar
libremente, esforzarse, poner el hombro. 2
La salvación, la fe, es un Don de Dios gratuito, es gratis, no es una mercancía que se compra, pero
pide la disposición del hombre, los brazos extendidos y las manos abiertas para recibir ese regalo.
De hecho, las palabras de Jesús en el texto del evangelio no acaban con la afirmación del carácter
estrecho de la puerta del reino de Dios y la necesidad del esfuerzo para ingresar. Al final, y en
contraposición con los que quedan fuera, Jesús habla de Abrahán, Isaac y Jacob, los Patri arcas, y
los profetas, y muchos otros que vendrán de los cuatro puntos cardinales para sentarse en la mesa
del reino de Dios (Lc. 13, 28-29).
En este mismo sentido, también en el libro del profeta Isaías Dios mismo habla de todas las
naciones y todas las lenguas que verán Su gloria, y serán a su vez enviados como misioneros a
anunciar su gloria a todo el mundo y traerán a todos al santuario como ofrenda al Señor (Isaías 66,
18-21, primera lectura).
La perspectiva del futuro así planteada es, pues, claramente optimista. La salvación es ofrecida a
todos los hombres. Y todos estamos comprometidos en ser misioneros.
Cuando Jesús afirma “hay últimos que serán primeros y primeros que serán últimos” , lo que quiere
decir es que por el solo hecho de pertenecer al Pueblo de la Antigua o de la Nueva Alianza nadie
tiene asegurada la entrada al Reino de Dios . El Papa Benedicto XVI hablaba de “la tentación de
interpretar la práctica religiosa como fuente de privilegios y seguridades. No hay privilegiados. El
paso hacia la vida eterna está abierto para todos”. Decía el Papa que no basta “jactarse de falsos
méritos” (“Hemos comido y bebido contigo, en nuestras calles enseñaste”, Lc. 13, 26). El Señor no
nos reconocerá , y se cerrará la puerta, y quedaremos fuera, si no hemos vivido las
bienaventuranzas (se trata del modo de vida , del seguimiento auténtico y la imitación del Señor),
la humildad, la mansedumbre, la misericordia, el amor, la justicia, la verdad… 3
1 Benedicto XVI, Porta Fidei, 2011.
2 Cf. Benedicto XVI, meditación a la hora del Ángelus, domingo 26 de agosto de 2007.
3 Cf. Benedicto XVI, meditación a la hora del Ángelus, domingo 26 de agosto de 2007.
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De un modo semejante, para ningún argentino bastará ni será garantía de entrada en el reino de
Dios declararse amigos del Papa o afirmar frente al Señor: “El Papa Francisco es argentino”, o
quizás “Yo lo conozco, me habló por teléfono para responder mi carta”. Importará más bien si, con
el ejemplo y la inspiración del santo Padre, hemos vivido las bienaventuranzas de Jesús.
Que la puerta para ingresar al Reino es estrecha implica también que Dios nos hace correcciones .
Como un padre corrige a sus hijos, porque los ama . La carta a los hebreos (Heb. 12, 5-7.11-13,
segunda lectura ) se propone trasmitir ánimo a los que se desalientan en el camino de la fe , para
pasar la puerta estrecha: “ fortalecer las manos débiles, robustecer las rodillas vacilantes”.
La puerta es estrecha, pero la misericordia de Dios, el amor de Dios es más grande.
Pbro. Hernán Quijano Guesalaga
Sábado 24 y domingo 25 de agosto de 2013
iglesia parroquial Sagrado Corazón de Jesús
y Capilla San Sebastián, Paraná, Argentina
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