Tiempo y Eternidad
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José Manuel Otaolaurruchi, L.C.
Caridad y modestia
Sucedió en una fiesta viendo cómo la gente se procuraba los primeros lugares, la mejor
comida y las mayores atenciones sobre el resto de los convidados. Entonces Jesús
aprovechó para dirigir una lección a los invitados y otra al anfitrión de la casa.
“Cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los cojos y a los ciegos; y así
serás dichoso, porque ellos no tienen con qué pagarte, pero ya se te recompensará cuando
llegues al cielo” (Lc. 14,13). Esto fue lo que Cristo aconsejó al fariseo que organizó la
comida en su casa. Aunque la aplicación es muy práctica a nivel humano, pienso que Jesús
nos estaba hablando de lo que Dios Padre ha hecho con nosotros al habernos creado por
amor e invitarnos al banquete del Reino de los cielos, precisamente a nosotros los hombres
heridos por el pecado y que estamos representados en esa extensa lista de cojos, tullidos y
ciegos. A pesar de nuestra pequeñez, Dios envió a su hijo Jesucristo para darnos a conocer
cuál es el fin último de nuestro peregrinar por esta tierra y ofrecernos la participación de su
gloria eterna. Para el que sabe ver con los ojos de la fe, ¡qué fácil es descubrir el rostro de
Dios en cada persona que sufre, que necesita ayuda, que nos tiende la mano! El hacer el
bien produce una inmensa felicidad y engendra gran paz en el alma.
Luego se dirigió a los comensales para llamar su atención sobre la virtud de la modestia,
que hace aceptable a la persona delante de Dios y de los hombres. La modestia cautiva las
voluntades del público en general y así sucede en la elección que realizamos de un artista,
un deportista o de cualquier personaje público. La modestia es un toque especial del que
sólo algunas grandes personalidades gozan. Es una mezcla de dulzura de carácter con otro
poco de afabilidad y de serenidad, que sumado al valor y al temple personal, dan como
resultado que una persona resulte simplemente encantadora. Es una combinación de
grandeza de alma y estilo, que seduce y hasta doblega las voluntades ajenas. La modestia
acierta a despertar las mejores cualidades y sentimientos de la naturaleza humana. Son
corazones que guardan en su interior un secreto que jamás será revelado, sus labios son un
sello de discreción y reserva. Los hombres verdaderamente valiosos saben guardar la
mesura en el éxito y la calma ante los fracasos, las críticas o el desprestigio, porque la
gloria del mundo pasa como pompas de jabón.
En este tiempo de crisis social y económica, esforzarnos por ayudar con gran caridad y
modestia, para que el buen Juez me otorgue uno de los primeros puestos, pues el que se
humilla, será enaltecido.
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