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Día litúrgico: Domingo XXII (C) del tiempo ordinario
Texto del Evangelio ( Lc 14,1.7-14): Un sábado, habiendo ido a casa de uno de
los jefes de los fariseos para comer, ellos le estaban observando. Notando cómo los
invitados elegían los primeros puestos, les dijo una parábola: «Cuando seas
convidado por alguien a una boda, no te pongas en el primer puesto (…). Porque
todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado» (...).
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto
XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)
Cristo ocupó el último puesto en el mundo, la Cruz
Hoy, la conciencia de que Dios mismo se ha entregado por nosotros hasta la
muerte, tiene que llevarnos a vivir no ya para nosotros mismos, sino para Él y, con
Él, para los demás.
La íntima participación personal en las necesidades y sufrimientos del otro se
convierte así en un darme a mí mismo: para que el don no humille al otro, no
solamente debo darle algo mío, sino a mí mismo; he de ser parte del don como
persona. Éste es un modo de servir que hace humilde al que sirve. No adopta una
posición de superioridad ante el otro, por miserable que sea momentáneamente su
situación. Cristo ocupó el último puesto en el mundo —la cruz—, y precisamente
con esta humildad radical nos ha redimido.
—Quien es capaz de ayudar reconoce que también él es ayudado; el poder ayudar
no es mérito suyo ni motivo de orgullo. Cuanto más se esfuerza uno por los demás,
mejor comprenderá la palabra de Cristo: “Somos unos pobres siervos”.
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