La carne de Cristo
Desde que Jesús se hace carne, la humanidad entera es asumida por la divinidad. Nos
transformamos en carne de Cristo. Todo el cosmos, el mundo universo queda tocado por
esta naturaleza en proceso creciente da madurez hasta llegar como dice Pablo, a la
estatura de Cristo. En este proceso se vive en forma experiencial, el encuentro con todas
las cruces, con el sufrimiento agudizado, abultado, estremecido.
El Papa Francisco dice que “el pobre es carne de Cristo”. Es en el pobre, en su dolor, en
su amasijo de sangre, sueño, pasión y esperanza en donde se revela la presencia de
Jesús. Para el rico Epulón eran más importantes sus mascotas y Lázaro queda
postergado a su situación de hambruna, de verdadera angustia existencial. Esta lectura
evangélica necesita entrañas de compasión.
Es interesante la observación que algunos exegetas acuñan al hacer constar que el rico
no tiene nombre y que el pobre sí lo tiene. Tener nombre es signo de identidad, de peso,
de responsabilidad acerca de la propia vida. Pero el rico está vacío, su vida es inútil, sin
proyección. Se reduce a banquetear soslayando su propio egoísmo. Lázaro es
humanidad, es multitud, es voz que clama, es presencia en signo de interrogación.
Pablo tiende mesa en frente a la del rico epulón: Sus viandas preparan para el “combate
de la Fe”: Honradez, amor, dulzura, verdad. Su visión es universal. No excluye a nadie,
no quiere debilidades en el testimonio, busca confrontación ante la cobardía y se
muestra seguro en su opción radical por Jesucristo. Para sí no quiere ningún título: Sólo
el honor y la gloria para Dios.
Cochabamba 29.09.13
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com