HOMILIA XXXII Domingo Ordinario CICLO C
MUERTE DE CRISTO GLORIFICANTE
I.- INTRODUCCION
Viendo Jesús que unos griegos eran gentiles y se acercaban a la fe, entendiendo que en
ellos en cierto modo se incoaba la conversión de los gentiles, anunció que el tiempo de su
pasión estaba cerca, por lo cual dijo, los gentiles desean verme,….. Llega la hora de que el
Hijo del Hombre sea glorificado este es el tema, motivo principal de este pasaje evangélico.
Lo primero que enseña es que la glorificación es en virtud de su muerte; como el grano de
trigo no produce su fruto si no muere en la tierra así es necesario que Jesús muera para
llevar su fruto.
Entenderemos la necesidad de la muerte de Cristo si comprendemos su significado.
II.- LA MUERTE DE JESÚS
Jesús según su naturaleza humana era mortal, la muerte de todo hombre es la culminación
de la vida.
Dios quiere conducirle, a través de la muerte, a su perfección es decir, a la plenitud de su
“vida filial” , (en la que él es el Salvador de los hombres)
Su muerte es la culminación de su misterio de su vida de Hijo de Dios.
La perfección del Hijo está en recibirse enteramente del Padre , está en la obediencia plena
al Padre que es señal de su filiación y en el consentimiento pleno al Padre que lo engendra .
Esta obediencia se profundiza a través del sufrimiento , pues aprendió , por lo que padeció
y se hace una obediencia hasta la muerte de cruz , al aceptar la voluntad del Padre , no
queriendo vivir más y ni ser más, sino por el Padre y para el Padre, al que se abandona
(Luc 23, 46).
En esta muerte por amor-consumación del sacrificio de si mismo realizado durante su
vida entregada a los demás, ofreció al Padre el sacrificio de su vida de un modo
definitivo , porque solo en la muerte puede el hombre disponer totalmente de si mismo
mediante una plena acogida sumisa. Por eso su muerte tenía que ser violenta para que
pudiese ser acogida con plena sumisión a la voluntad del Padre .
Ha sabido morir de este modo porque llevaba en sí el principio de una acogida infinita por
su filiación divina y por medio del sufrimiento había ido aprendiendo a obedecer .
En virtud de este sacrificio se abrió en el Espíritu de amor a la acogida del Padre , lo cual
fue la consumación de la glorificación de Jesús al Padre durante su vida .
Por ello el Padre lo acogió “en ese mismo Espíritu” y lo glorificó resucitándole
( exaltándolo sobre todo ) en el poder del Espíritu que es el poder del Padre en su
soberanía creadora y santificadora .
Lo transformó , pues, en Espíritu vivificante hasta poder decir, con San Pablo ; el Señor
es el Espíritu . Vemos que aquí en la hora de la Cruz se da la mutua glorificación, esto es,
la mutua donación del Espíritu “ YO TE HE GLORIFICADO AQUÍ EN EL MUNDO,
CUMPLIENDO LA OBRA QUE ME ENCOMENDASTE. AHORA, PUES, PADRE,
GLORIFÍCAME CON AQUELLA GLORIA QUE YA COMPARTÍA CONTIGO ANTES DE
LA CREACIÓN DEL MUNDO ” (Jn 17, 4-5).
La glorificación plena vendrá cuando Jesús devuelva el reino de Dios al Padre, a fin de que
pueda ser todo, en todas las cosas.
Vemos que Jesús es exaltado a los cielos por su exaltación en la cruz (Jn 12, 32). Su
muerte es glorificante .
Muerte y Resurrección forman un único misterio, del que la Eucaristía es su
actualización .
La muerte de Cristo es el paso de la vida filial terrena del mundo , a la vida celestial junto
al Padre , la muerte de Cristo en cuanto realidad biológica pertenece al pasado , pero en
cuanto realidad humana personal es la cúspide del amor y “ este acto de amor es
eterno ”.
Jesús es eterno en el acto supremo de su amor, en esa plenitud que lo colma :
a) La muerte es eternizada en su gloria
El Resucitado siempre será el crucificado .
b) Más aún toda su vida de amor en todos sus misterios cuyo culmen es la muerte,
es eternizada en su gloria .
El cruficicado es el entregado durante su vida al Padre y a los demás .
La muerte de Jesús es también Jesús en el movimiento que lleva al Hijo (encarnado)
hacia al Padre y ese movimiento no es otro que el Espíritu Santo, en el que Jesús es
ofrecido al Padre (Heb 9,14), el Espíritu de divina filiación en el que Padre engendra al
Hijo : Jesús es para siempre engendrado en su muerte (en el hoy eterno).
Tu eres mi Hijo hoy te he engendrado .
Muerte y gloria se unen, la muerte permanece eternamente en la gloria, la muerte en
cuanto realidad y por tanto presente en todo tiempo, es siempre actual. Jesús el
Redentor es la Redención en su actualidad “Se ha hecho para nosotros.....
Redención”(1Cor 1, 30).
Por el don de su vida llega a ser semejante al Padre que es amor , por eso habitó en él
la plenitud del Espíritu de amor corporalmente y es Espíritu vivificante .
De esta manera pasa de la vida terrena a la vida filial celestial en el seno del Padre.
II.- CUALIDADES DE LA PLENITUD DEL MISTERIO PASCUAL
Consideremos las cuatro cualidades del misterio pascual.
II.1 El misterio pascual es eterno
Cristo vive eternamente en esa plenitud como sacerdote eterno
El acto vivificador del Padre en Cristo tiene una perenne actualidad.
II.2 El misterio pascual es escatológico (referente a lo último)
Porque es plenitud suprema y por tanto última y definitiva. Dado que es plenitud,
nada posterior se le puede añadir, y no hay nada anterior a él.
Es la plenitud por la cual y desde la cual Dios ha creado todo y por tanto es el origen
de todo .
III.3 Estamos llamados a la comunión del Hijo en su acto redentor (1Cor 1,9).
IV.4 Esa plenitud es parusíaca, esto es presencia y venida
Jesús por nosotros muerto y resucitado viene a nosotros con su muerte y
Resurrección.
Es la plenitud en virtud de la cual Cristo se ha convertido personalmente en
nuestra salvación , esta no la podemos obtener más que en comunión con Él;
participando en su muerte y consecuentemente en su Resurrección.
Esta comunión de muerte con Cristo se vive también fuera de los sacramentos , pero
el grado de eficacia de esos medios objetivos, dependen del grado de despliegue del
misterio pascual que nosotros vayamos asimilando, esto es su donación total de
amor.
Lo cual está expresado en dos frases :
Si alguno quiere servirme que me siga (Jn 12, 26)
Este seguimiento consiste en irse asimilando o confirmando la imagen de Cristo
(Rom 8,29). La imagen verdadera de Cristo es el sacrificado, entregado en una
donación total de amor en su muerte.
Quién quiera ganar su vida la perderá como Cristo en una donación total de
amor . Esta identificación con Cristo Resucitado que es el Crucificado es un efecto
de la acción vivificadora de Dios que resucitó a Cristo por el Espíritu.
El acto vivificador de Cristo por el Padre tiene una perenne actualidad en
nosotros.
III.- El QUE ME SIGA ESTARÁ ALLI CONMIGO
El que me siga de esta manera, estará allí donde yo estoy en el acto redentor , en el
misterio de la Redención y participará en mi destino .
Esta donación total de amor a la que Jesús nos invita es expresada sobre todo en:
III.1 En la negación de si mismo
III.2 En la aceptación de la cruz de cada día
Sobre todo en el sacrificio por los demás, que se ha llamado el sacramento del
hermano.
Padre Manuel Benito Fernández