XXIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C
Padre Emilio Betancur Múnera
DISCÍPULOS EN SERIO
Recordemos que el seguimiento que Jesús le indica a los discípulos es hacia
Jerusalén, lugar de la cruz “Si alguien quiere seguirme y no me prefiere a su padre,
a su madre, a su esposa ya sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, más aún a
sí mismo, no puede ser mi discípulo. Y el que no carga con su cruz y me sigue, no
puede ser mi discípulo” (Evangelio).
La disyuntiva no es rechazar el amor humano para optar por el seguimiento a
Jesucristo sino elegir entre una humanidad deshumanizada que puede darse incluso
con los más cercanos del amor humano y la plenitud de humanidad que
encontramos en el Jesucristo crucificado y resucitado. El humanismo de Jesús es la
razón más profunda para seguirlo.
La evangelización por ser seguimiento es itineraria hacia la cruz y no puede
encerrarse en afectos por muy cercanos que sean. Así lo explica el evangelio de
San Juan: “El que ama su vida la pierde, y el que odia su vida en este mundo, la
guardará para la vida eterna. Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo esté, allí
estará también mi servidor” (Jn 12,25-26).
Para ser discípulos de Jesús hay que reflexionar, medir las propias fuerzas que
equivale a la confianza que tenemos en la palabra de Dios que es Jesucristo, con la
certidumbre de que lo que es imposible para nosotros es posible para Dios. El
seguimiento no puede ser una experiencia de autosuficiencia egolátrica o temeraria,
por el contrario, se necesita sentarse a reflexionar (orar) para ser bien concretos y
maduros en la construcción de la propia vida y la vida de los demás, pero sobre
todo, de quienes la tienen destruida. No se trata de hacer un simple mandado o
llevar una encomienda sino de llevar la cruz propia y la(s) del prójimo a ejemplo del
Jesús crucificado y resucitado. Los crucificados de Jerusalén llevaban sus cruces con
el aviso de sus propias faltas. A nosotros el crucificado nos permite llevar las faltas
propias y ajenas en comunión con Él como signo de confianza en la resurrección
que nos dará nuestro padre, Dios .
¿CONVERSIÓN EXPRÉS?
Los seguimientos y conversiones repentinas o entusiasmos rápidos no hacen parte
al menos del evangelio de Lucas; al evangelista le convence más el proyecto del
constructor que quiere edificar una torre pero calcula costos para poder terminarla;
y el rey que ve si puede salir a la guerra con un número de soldados en cifra menor
de los que cuenta el enemigo y busca arreglos previos, enviando una embajada con
ánimo de paz para salvar su ejército. Es interesante ver cómo las fuerzas del
discípulo se ejemplarizan con un proyecto de construcción y una acción bélica
sensata. La disponibilidad del seguimiento está en la capacidad de no confiar en los
propios bienes. Un buen ejemplo es Zaqueo y un mal ejemplo es el joven rico (Mt
19; Lc18). Así, entonces, las condiciones de un verdadero discípulo son: subordinar
las relaciones familiares, los bienes materiales y el propio ego, al seguimiento de
Jesús.
“¿Quién conocerá tus designios, si tú no das la sabiduría, enviando tu santo espíritu
desde lo alto? Sólo con esta sabiduría lograron los hombres enderezar sus caminos
y conocer lo que te agrada. Sólo con esa sabiduría se salvaron Señor los que te
agradaron desde el principio” (Primera lectura Zab 9,13-Bob), “Nuestra vida es tan
breve como un sueño, semejante a la hierba que florece y despunta por la mañana
y por la tarde se marchita y se seca. Enséñanos a ver lo que es la vida (el
seguimiento) y seremos sensatos” (Sal 89).