DOMINGO XXIII. TIEMPO ORDINARIO. CICLO C.
Lc. 14, 25-33
En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo: -
«Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su
mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo,
no puede ser discípulo mío. Quien no lleve su cruz detrás de mi no puede ser
discípulo mío. Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se
sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que,
si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que
miran, diciendo: "Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de
acabar."¿0 qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a
deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte
mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir
condiciones de paz. Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes
no puede ser discípulo mío.»
CUENTO: LA CARAVANA DEL DESIERTO
Un poderoso sultán viajaba por el desierto seguido de una larga comitiva que
transportaba su tesoro favorito de oro y piedras preciosas.
A mitad del camino, un camello de la caravana, agotado por el ardiente
reverbero de la arena se desplomó agonizante y no se volvió a levantar.
El cofre que transportaba rodó por la falda de la duna, reventó y derramó todo
su contenido de perlas y piedras preciosas entre la arena.
El sultán no quería aflojar la marcha; tampoco tenía otros cofres de repuesto y
los camellos iban con más carga de la que podían soportar. Con un gesto,
entre molesto y generoso, invitó a sus pajes y escuderos a recoger las piedras
preciosas que pudieran y a quedarse con ellas.
Mientras lo jóvenes se lanzaban con avaricia sobre el rico botín y escarbaban
afanosamente en la arena, el sultán continuó su viaje por el desierto. Se dio
cuenta de que alguien seguía caminando detrás de él. Se volvió y vio que era
uno de sus pajes que lo seguía, sudoroso y jadeante.
- ¿Y tú – le preguntó el sultán – no te has detenido como los demás a recoger
el tesoro?
El joven respondió con dignidad y orgullo:
- No, ¡yo sigo a mi Rey!.
ENSEÑANZA PARA LA VIDA:
Seguir a Cristo nunca ha sido fácil, y cuando lo ha sido es porque no era
auténtico seguimiento. Lo que Cristo pide y propone fue contracorriente
siempre, pero especialmente en este tiempo nuestro. Y es que dejarlo todo y
seguirle cuesta mucho, en una sociedad donde poseer bienes, salud, cosas, es
signo de prosperidad y de prestigio. Pedir a alguien hoy que debe renunciar a
todo eso, pues parece algo descabellado y poco realista. No es extraño que
haya tan pocas vocaciones a la vida religiosa o simplemente a una vida
cristiana seria y comprometida. Porque realmente, dejarlo todo no creo que lo
hagamos la mayoría incluso ni los que nos tenemos por medianamente
cristianos. Pero Jesús siempre es radical en su propuesta, aunque comprenda
nuestro barro humano. Y nos sigue llamando y proponiendo un ideal liberador.
Porque no es que las riquezas para Jesús sean malas, pero tenidas como
finalidad son un impedimento para vivir el proyecto de Jesús que es el Reino de
Dios, o sea, el compartir, la solidaridad, la entrega a los demás, lo que para Él
es la fuente de la auténtica felicidad humana. Y todo esto choca frontalmente
con nuestra mentalidad consumista e individualista actual que nos habla de una
felicidad material de posesión de cosas. “Eres lo que tienes” es su lema.
Aunque la realidad sea mucha gente insatisfecha, vacía, aislada, deprimida por
no conseguirlo todo ni poder comprarlo todo.
Pero en esta sociedad donde debemos vivir y ser en ella testigos del proyecto
liberador y solidario de Jesús. No es fácil, porque es una continua lucha diaria
por mantenernos fieles al Evangelio, pero es fuente de alegría, de paz, de
salud humana y espiritual. Es claro que no podemos hoy vivir como anacoretas
pero sí podemos vivir con algo más de austeridad, sencillez, con una vida
alternativa a esta sociedad consumista, con un mayor compromiso por la
solidaridad. Jesús propone siempre máximos, aunque comprende nuestros
mínimos, lo cual no es una excusa, porque no es imposible cumplir esas metas
de horizontes infinitos. Estamos recordando estos días el centenario de su
nacimiento y un nuevo aniversario de la muerte de la beata Madre Teresa de
Calcuta, una mujer y una santa, que vivió en plenitud el seguimiento de Jesús,
pero tenía claro que las formas de seguirlo son diferentes y variadas, según las
diferentes vocaciones. Ella nos recuerda sin embargo cuál debe ser la meta a
la que tenemos que tender; tener sólo a Dios por el centro de nuestra vida.
Todo lo demás es relativo, aunque sea importante. Como lo hizo también y de
forma extraordinaria la Virgen María, cuyo nacimiento recordamos con gozo en
este día 8 de septiembre.
Sorprende la libertad del Papa Francisco para denunciar estilos de cristianos
que poco tienen que ver con los discípulos de Jesús: “cristianos de buenos
modales, pero malas costumbres”, “creyentes de museo”, “hipócritas de la
casuística”, “cristianos incapaces de vivir contra corriente”, cristianos
“corruptos” que solo piensan en sí mismos, “cristianos educados” que no
anuncian el evangelio...
Pues ánimo, pongámonos en camino de nuevo, en el intento de seguir al Señor
con la máxima fidelidad posible, viviendo en este mundo, pero sin ser de este
mundo, relativizando cosas y bienes, poniéndonos al servicio del Reino de
Dios, del Proyecto de Dios sobre nosotros y nuestro mundo: un mundo de
hermanos, un mundo de justicia, paz y amor. Seguir a Jesús no es fácil, lo
sabemos, por eso nos dice que debemos pensarlo primero antes de empezar la
ruta, pero nos guía siempre su amor y su misericordia, y nos ayuda su gracia
para mantenernos firmes, como el paje del cuento de hoy, que tenía claro que
seguía a su Rey.
Y como digo siempre: lo difícil es seguir a Jesús en el camino de cada día,
amando, siendo amable, perdonando, compartiendo, escuchando, dando
nuestro tiempo, sonriendo. A veces cuesta más que dejar de golpe todas las
riquezas. Es más fácil dar dinero muchas veces que darnos a nosotros mismos.
Y eso lo podemos hacer todos.
¡FELIZ SEMANA Y RENOVADO SEGUIMIENTO DE CRISTO!