XXIII Semana del Tiempo Ordinario (Año Impa)
Martes
Lecturas bíblicas
a.- Col. 2,6-15: Dios os dio vida en Cristo.
b.- Lc. 6,12-19: Pasó la noche orando. Escogió a Doce y los nombró
apóstoles.
Este evangelio recoge dos momentos: la elección de los Doce (vv.12-16), y un
sumario acerca del ministerio de Jesús (vv.17-19). Su oración la hace en la
montaña, de noche, al Padre, para recibir la revelación, vivir la intimidad divina, y
abrirse al misterio de Dios para los hombres. Mientras sus adversarios quieren
acabar con ÉL, Jesús piensa en el futuro de su obra, prepara la hora con oración a
Dios. Las tinieblas cubren el mundo, todo desaparece ante la grandeza de Dios. La
oración descubre su contenido, en la elección de los hombres escogidos; la
elevación a Dios y el envío a los hombres, constituyen la misión de Jesús. Los Doce
son hombres escogidos por Cristo, son los únicos apóstoles, los demás son
discípulos. Son los enviados teniendo presente el principio jurídico: el enviado de
una persona es como ella misma (cfr. Jn.13, 16). Luego el evangelista nos da la
lista de los nombres de los apóstoles, ellos serán los Doce patriarcas del nuevo
pueblo de Dios. En un segundo momento tenemos la primera acción que realizan en
conjunto con Jesús, es acompañarle, bajar de la montaña e ir al encuentro de la
muchedumbre que está en el llano esperándoles. Jesús baja de la montaña, como
Moisés en otro tiempo, de la comunión con Dios al pueblo. Dios está con ÉL. Jesús
es el centro, rodeado de los apóstoles, luego están los discípulos y gentes que
quieren escucharle, tocarle y ser sanados de sus enfermedades. ÉL se irradia esa
fuerza sanadora, ÉL está Ungido por el Espíritu, por ello quien entra en estos
círculos recibe las bendiciones del tiempo de la salvación. Hoy Jesucristo sigue
ofreciendo su palabra y las acciones salvíficas, el ingreso al reino, en su Iglesia, y
una vida nueva de discípulo, comprometido con su evangelio de gracia y amor, de
valores sempiternos.
Teresa buscaba la intimidad divina, pero fue la cercanía con Jesús, quien se la
procuró, representarse en la oración del huerto la ayudó a procurarse la amistad
con Jesús. “Tenía este modo de oraci￳n: que, como no podía discurrir con el
entendimiento, procuraba representar a Cristo dentro de mí, y hallábame mejor a
mi parecer, de las partes adonde le veía más solo…Parecíame a mí que estando s￳lo
y afligido, como persona necesitada me había de admitir a mí…me hallaba muy bien
en la oraci￳n del Huerto;… allí era acompa￱arle…” (V 9,4).