Ciclo C: XXIII Domingo del Tiempo Ordinario
Mario Yépez, C.M
Opción radical por Cristo
El libro de la Sabiduría nos presenta una emulación de aquella oración de Salomón
pidiendo sabiduría (1 Re 3,6-9), dentro del contexto de la influencia griega en los
escritos sagrados, de tal forma que insiste en considerar a la sabiduría como de
origen divino y la insistencia en la humana condición del ser humano que la recibe.
La imposibilidad de acceder al conocimiento de la voluntad de Dios por iniciativa del
hombre queda subrayada por la mezquindad de nuestros pensamientos y lo caduco
de nuestro proyectos. Nuestra limitada vida es clara expresión de que no somos
dios ni podremos abarcar jamás un conocimiento pleno ni siquiera de lo que existe.
Aún a pesar de ello, hay un atisbo de posibilidad de adentrarse en el conocimiento
del plan de Dios porque es él quien nos los revela. Por tanto, sólo un corazón dócil
puede comprender esto y puede, no sólo alcanzar la sabiduría auténtica, sino ser
salvado por ella, ya que vive de acuerdo a lo que Dios pide y quiere.
La carta a Filemón es la más pequeña misiva de las llamadas cartas auténticas de
Pablo. La circunstancia que nos presenta es el regreso de Onésimo, esclavo de
Filemón, quien luego de haber escapado de la casa de su amo, se dirigió donde
Pablo, recibiendo de él instrucción en la fe. Así, estuvo acompañándolo en un
momento duro ya que se hallaba preso por causa del evangelio, pero ahora debía
volver a casa de su patrón lo que implicaba una situación difícil ya que regresaba
como un “cristiano” ante Filem￳n, quien de seguro se vio traicionado ante su huida.
El estilo retórico de Pablo en esta carta brilla notoriamente. Su capacidad de
convencimiento hacia Filemón lo lleva a presentarse como quien tiene autoridad
para hacerle cambiar de opinión puesto que si Onésimo, esclavo suyo, volvía,
tendría que ser tratado duramente por haberse evadido de sus tareas. Pablo no
cuestiona la esclavitud propia de aquellos tiempos, sino favorece una nueva manera
de comprender las relaciones entre patrón y esclavo ante la posibilidad de que el
esclavo formara parte de la comunidad cristiana. Obviamente, este planteamiento
es atrevido y desafiante para el marco social de la época, pero ofrece una clave
para considerar la fe cristiana y su implicancia en la vida social desde la óptica de la
fraternidad. Pablo ve en este acontecimiento la mano providente de Dios no sólo
para él en cuanto la ayuda prestada por Onésimo en el tiempo de su prisión, sino el
proceso de conversión y de catequesis que lo convirtió en un cristiano y más aún
para Filemón que ha ganado a un hermano.
Los tres estribillos que dividen esta sección se convierten en la clave para entender
esta secci￳n del evangelio: “no puede ser mi discípulo” (vv.26, 27 y 33). La
exigencia de de ser invitado al banquete del reino y no aceptarlo marca una
impronta para Lucas y reorienta el tema del discipulado a partir de la apertura del
banquete preparado por Dios para todos los hombres sin restricción alguna (Lc
14,15-24). Para Lucas, es importante la presencia de la multitud, puesto que a ellos
se les invita a ser discípulos (14,25). A su vez, esto marca la radicalidad del
seguimiento de Jesús y el autor se ve obligado a subrayar (atención al sentido
condicional) que es preciso “renunciar” a todo por Jesús, incluso hasta aquello que
naturalmente podemos querer y desear como nuestros propios padres y hermanos
y hasta la propia mujer, confirmándose la tendencia ascética lucana de quien decide
consagrarse al servicio del reino. Obviamente, el término que se usa puede ser muy
duro a nuestros oídos (“odiar”) pero expresa la total radicalidad de optar por Jesús.
La exigencia de la cruz es importante porque implica seguir a Jesús hasta en su
propio destino. Por tanto, es preciso, que el discípulo tome conciencia de lo que
realmente significa seguir a Jesús. La perseverancia se apoya en la capacidad de
ser consciente de lo que uno se está comprometiendo cuando decide seguir a Jesús.
Los dos ejemplos o parábolas manifiestan la firmeza de la opción tomada y en la
que no tiene sentido poner la confianza en los bienes de este mundo, siendo el
hazmerreír de todos por no concluir
un proyecto trazado en vano o no prever el desastre cuando está a la mano
evitarlo. Seguir a Jesús es una decisión vital, exigente e importante.
La radicalidad del seguimiento de Cristo, a la luz de los textos proclamados,
presenta ciertas condiciones a tener en cuenta. La primera, siguiendo al libro de la
Sabiduría, es la capacidad de buscar adecuadamente el camino de la sabiduría,
abriendo el corazón a la iniciativa de Dios que puede orientarnos en los senderos de
nuestras decisiones. No podemos pretender conducirnos por nuestros instintos,
éstos nos llevan al desorden y a la maldad. Debemos adentrarnos al misterio de la
voluntad de Dios pero dejando entrar en nosotros al espíritu de Dios que puede
iluminarnos en nuestras decisiones. En segundo lugar, ante la manifestación de la
opción cristiana que nos invita a vivir en fraternidad, tenemos que ser capaces de
superar hasta nuestras propias relaciones de convivencia, puesto que la caridad
cristiana nos mueve a mirarnos con otros ojos unos a otros. Finalmente, en tercer
lugar, debemos renunciar a todo lo que naturalmente puede llevarnos a dejar de
lado el seguimiento de Jesús. No estamos hablando propiamente de contraponer los
afectos de mi familia o de todo lo que es de uno propio contra los de Jesús sino
más bien saber distinguir cuál es la importancia de mi opción por seguir a Jesús y
que me lleva a ser coherente desde todo punto de vista y en toda circunstancia. La
cruz es el punto de inflexión en el sentido que intenta el autor subrayar la
“renuncia”. Por ello la exigencia de la constancia en lo que el cristiano se ha
comprometido. La expresión del salmista en este domingo puede ser el sentir de
nuestro corazón ante los momentos en que nos vemos confrontados con la
radicalidad de nuestra opci￳n cristiana y es preciso clamar con él: “Ensé￱anos a
calcular nuestros años, para que adquiramos un corazón sensato; vuélvete, Señor,
¿hasta cuándo? Ten compasi￳n de tus siervos”.
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)