XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C.
Padre Dr. Juan Pablo Esquivel
+ Para comprender el Ev. de hoy, debemos ver el “contextovital” del
mismo.
Lalepra : no esuna enfermedad cualquiera: además de lo terrible de
esta enfermedad en sí(entonces prácticamente incurable), esta dolencia
tenía una dimensión religiosa, es decir,afectaba al comportamiento religioso
del hombre haciéndolo impuro , marcándolo con una“ mancha” que lo hacía
indigno deestar en medio de una comunidad que, porser de Dios, era un
pueblo santo.
Así, el leproso quedaba: -alejado de Dios, del Templo, de las
fiestasreligiosas.
-lejos de los demásmiembros del pueblo.
Por ende, en una condición casi peor que la muerte : condenados
envida, separados de Dios y de los hombres. Los leprosos eran obligados
aretirarse a lugares deshabitados y allí debían permanecer hasta el día de
sumuerte ( en desiertos, ruinas, ocementerios ). Si por alguna circunstancia
( excepcionalísima ) se curaban, lossacerdotes debían examinarlos para
autorizar su reintegro alpueblo.
+ El Ev. habla de diezleprosos cerca de la entrada de un
pueblo(seguramente se han juntado para ayudarse, mientras esperan la
muerte). Nopueden entrar al pueblo, niacercarse a las personas sanas. Por
eso gritan desde lejos con un clamor lleno de fe: “¡Jesús, Maestro,ten
misericordia de nosotros!”
Y la respuesta de Jesús es inmediata y eficaz , exigiendo quequienes
han pedido con fe, obren también confe : deben presentarse a los
sacerdotes, es decir, deben actuar como si ya estuvierancurados . Y
obedecen... Y por el camino, sucede la “curación” que en el Ev.es llamada
: “PURIFICACIÓN” , porque así seponemás de relieve el aspecto religioso
que el sanitario (importa más lacondición de pureza frente a Dios, que el
hecho de la saludcorporal).
+ De los diez curados, sólo uno vuelve para
agradecer. “Volvióglorificando a Dios a gritos”. Los otros “no volvieron para
dar gloria a Dios”. Se pone de relieve las dimensiones religiosas del
hecho. “Se postró con elrostro en tierra a los pies de Jesús, y le
agradecía” lo cual implica el reconocimiento de la identidad deJesús.
Y el que volvió “era un samaritano o sea doblemente impuro :
porleproso, y por pertenecer a un pueblo que no es judío, y con los cuales
losjudíos se odiaban. Pero Jesús lo purifica totalmente, y le muestra
que por la fe, todoslos hombres pueden llegar a ser puros . Los otrosnueve
hombres también fueron curados, pero no volvieron para glorificar a
Dios. Se conformaron sólo con la salud corporal ...
ElEvangelio nos coloca ante dos clases de personas que se acercan
aJesús:
vLos quepiden favores a Dios, y se encuentran con el Dios de losfavores :
son los que al descubrir la mano de Diosque les concede lo que han
pedido, avanzan por el camino de la fe, paraencontrarse con el Señor en
una intimidad cada vez mayor. Se comportan comohijos.
vLos quepiden favores a Dios “comercialmente”: son los quese conforman
con la cosa pedida, y no les interesa intimar con Dios. Ahora bien: es
propio de “mercenarios” querer a alguiensólo por lo que esa persona
pueda darme .
Recapitulando : elEvangelio nos advierte que el sólo hecho de recibir
beneficios materiales no esgarantía de Salvación, que implica mucho más:
avanzar hacia Cristo por la fe. La gratitud, el agradecimiento por los
bienesrecibidos debe impulsarnos a buscar el encuentro personal con el
Señor: unencuentro pleno de alegría y fe. El poder de la fe es tan grande, que
puede purificar todo aquello quesea obstáculo para el encuentro con Dios.
Hoy sabemos muy bien que ninguna enfermedad física (ni
siquieraalguna que se haya contraído cometiendo pecados, vg. sida) puede
apartarnos deDios. Sabemos también que las diferencias deraza no
significan nada para Dios ( no hay ninguna diferencia entre los huesosdel
hombre blanco, negro, o del amarillo. Y cualquier hombre sensato tampoco
véla diferencia ni siquiera cuando los huesos están recubiertos de
carne ).Pero también sabemos que hay otra clase de “impurezas” (pecados)
que son un verdadero obstáculo: nuestros vicios, nuestras
malasinclinaciones, nuestro egoísmo, nuestra búsqueda enfermiza de
bienes materiales,nuestra falta de amor a Dios, o nuestra indiferencia ante
los problemas denuestros hermanos, son la verdadera “lepra”espiritual,
que nos impide la comunión con Dios y con el prójimo. Esas y nootras son
las verdaderas impurezas.
Quien tiene lepra en su cuerpo no es moralmenteresponsable.
Pero quien tiene “lepra” en su corazón la ha elegido ( nadie peca
“sin querer” ). Y es culpablede su lepra... Pero aún aquí el
Señorinterviene: quisiéramos vencer nuestras debilidades,salir de este
estado, ser mejores, cambiar... Y nos sentimos incapaces. ¿Sólo nos queda
esperar resignadamente lamuerte? (como los leprosos del Evangelio?). No .
Evangelio = BuenaNoticia: hay un Médico que puede curar esa enfermedad,
hay un Sacerdote que puede purificarnosde esa impureza. Si nos acercamos
a Él con fe, escucharemosla Palabraque nos dice que la fenos salva.
+ Como los leprosos, pongámonos en camino hacia los sacerdotes:por ese
camino el Señor nos salvará, y alabaremos eternamente su Amor.
Amén