EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
jueves 12 de septiembre 2013
Jueves de la vigésima tercera semana del tiempo ordinario
Carta de San Pablo a los Colosenses 3,12-17.
Como elegidos de Dios, sus santos y amados, revístanse de sentimientos de
profunda compasión. Practiquen la benevolencia, la humildad, la dulzura, la
paciencia.
Sopórtense los unos a los otros, y perdónense mutuamente siempre que alguien
tenga motivo de queja contra otro. El Señor los ha perdonado: hagan ustedes lo
mismo.
Sobre todo, revístanse del amor, que es el vínculo de la perfección.
Que la paz de Cristo reine en sus corazones: esa paz a la que han sido llamados,
porque formamos un solo Cuerpo. Y vivan en la acción de gracias.
Que la Palabra de Cristo resida en ustedes con toda su riqueza. Instrúyanse en la
verdadera sabiduría, corrigiéndose los unos a los otros. Canten a Dios con gratitud
y de todo corazón salmos, himnos y cantos inspirados.
Todo lo que puedan decir o realizar, háganlo siempre en nombre del Señor Jesús,
dando gracias por él a Dios Padre.
Salmo 150(149),1-2.3-4.5-6.
¡Aleluya!
¡Alaben a Dios en su santuario,
alábenlo en el firmamento de su poder!
Alábenlo por sus hechos portentosos,
alábenlo por toda su grandeza!
¡Alábenlo con el fragor del cuerno,
alábenlo con arpas y con cítaras,
alábenlo con danzas y tamboriles,
alábenlo con mandolinas y flautas,
alábenlo con platillos sonoros,
alábenlo con platillos triunfales!
¡Alabe al Señor todo ser que respira!
¡Aleluya!
Evangelio según San Lucas 6,27-38.
Pero yo les digo a ustedes que me escuchan: Amen a sus enemigos, hagan el bien
a los que los odian.
Bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los difaman.
Al que te pegue en una mejilla, preséntale también la otra; al que te quite el
manto, no le niegues la túnica.
Dale a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se lo reclames.
Hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes.
Si aman a aquellos que los aman, ¿qué mérito tienen? Porque hasta los pecadores
aman a aquellos que los aman.
Si hacen el bien a aquellos que se lo hacen a ustedes, ¿qué mérito tienen? Eso lo
hacen también los pecadores.
Y si prestan a aquellos de quienes esperan recibir, ¿qué mérito tienen? También los
pecadores prestan a los pecadores, para recibir de ellos lo mismo.
Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada en cambio.
Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo, porque
él es bueno con los desagradecidos y los malos.
Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso.
No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y
serán perdonados.
Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada,
sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará
para ustedes".
comentario del Evangelio por
Beato Juan Pablo II (1920-2005), papa
Carta encíclica "Dives in Misericordia", § 3 - Copyright © Libreria Editrice
Vaticana
“Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso”
Son muchos los pasos de las enseñanzas de Cristo que ponen de manifiesto el
amor-misericordia bajo un aspecto siempre nuevo. Basta tener ante los ojos al
Buen Pastor en busca de la oveja extraviada (Mt 18, 12s; Lc 15, 3s) o la mujer que
barre la casa buscando la dracma perdida (Lc 15, 8s). El evangelista que trata con
detalle estos temas en las enseñanzas de Cristo es san Lucas, cuyo evangelio ha
merecido ser llamado ᆱel evangelio de la misericordiaᄏ…
Cristo, al revelar el amor-misericordia de Dios, exigía al mismo tiempo a los
hombres que a su vez se dejasen guiar en su vida por el amor y la misericordia.
Esta exigencia forma parte del núcleo mismo del mensaje mesiánico y constituye la
esencia del ethos evangélico. El Maestro lo expresa bien sea a través del
mandamiento definido por él como « el más grande» (Mt 22,38), bien en forma de
bendición, cuando en el discurso de la montaña proclama: « Bienaventurados los
misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia» (Mt 5,7).
De este modo, el mensaje mesiánico acerca de la misericordia conserva una
particular dimensión divino-humana. Cristo —en cuanto cumplimiento de las
profecías mesiánicas—, al convertirse en la encarnación del amor que se manifiesta
con peculiar fuerza respecto a los que sufren, a los infelices y a los pecadores, hace
presente y revela de este modo más plenamente al Padre, que es Dios « rico en
misericordia » (Ef 2, 4). Asimismo, al convertirse para los hombres en modelo del
amor misericordioso hacia los demás, Cristo proclama con las obras, más que con
las palabras, la apelación a la misericordia que es una de las componentes
esenciales del ethos evangélico. En este caso no se trata sólo de cumplir un
mandamiento o una exigencia de naturaleza ética, sino también de satisfacer una
condición de capital importancia, a fin de que Dios pueda revelarse en su
misericordia hacia el hombre: ...los misericordiosos... alcanzarán misericordia.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”