“Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada a
cambio.”
Lc 6, 27-36
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
1. AMEN A SUS ENEMIGOS, HAGAN EL BIEN A LOS QUE LOS ODIAN”
Continuando después de las bienaventuranzas, en el sermón de la llanura, Jesús
dice a sus discípulos: “Yo les digo a ustedes que me escuchan: Amen a sus
enemigos, hagan el bien a los que los odian”
Esta es una invitación a amar sin ninguna distinción, amigos y enemigos por
igual, esto es de la misma forma como ama Dios a todos los hombres. Esto es
algo absolutamente nuevo para el pueblo que lo oye, ya que para los judíos, eso
está fuera de sus principios. Jesús expresa “Amen”, esto es háganlo, es un
imperativo que manda o que expresa mandato u obligación, no está diciendo
traten de amar, e incluso no es por correspondencia mutua entre dos personas,
porque también debemos amar cuando no somos amado y somos odiados.
2. BENDIGAN A LOS QUE LOS MALDICEN, RUEGUEN POR LOS QUE LOS
DIFAMAN
“Bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los difaman. Al que te
pegue en una mejilla, preséntale también la otra; al que te quite el manto, no le
niegues la túnica” Esta es la nueva actitud de los hombres frente a otros
hombres, este es el comportamiento y el estado de ánimo que debemos
manifestar exteriormente y sentir interiormente, es la nueva actitud del cristiano
hacia los enemigos, con esto tenemos la oportunidad de superar toda
agresividad, la nuestra y la de ellos, porque si amamos a nuestros enemigos,
éstos dejan de serlo por nuestra parte y les damos la oportunidad, como
posibilidad sincera de que ellos al mismo tiempo no nos consideren ya como
tales, sino amigos, y de esta forma nace un cambio de su actitud hacia nosotros.
Estamos entonces en el camino hacia el amor universal, y a nosotros como
cristiano nos corresponde dar el primer paso y así abrir las puertas a la
conversión al amor de nuestros enemigos
3. DALE A TODO EL QUE TE PIDA, Y AL QUE TOME LO TUYO NO SE LO
RECLAMES.
Como cristianos, debe estar dispuesto a la generosidad, inclinado a dar lo que
tenemos sin buscar nuestro propio interés, dándole a los demás más de lo que
pide, prestándole sin esperar recibir nada a cambio, esto a imitación de Dios,
que es bondadoso incluso con los desagradecidos y hombres malo, a los cuales
no les niega su misericordia.
4. HAGAN POR LOS DEMÁS LO QUE QUIEREN QUE LOS HOMBRES
HAGAN POR USTEDES.
La instrucción que nos da Jesús, es dar el bien, el bien que a nosotros nos gusta
y ese es la práctica de misericordia, nosotros tenemos un corazón humano y
sensible, no le causamos dolor a los demás, y no deseamos que nos causen
dolor, rezamos por todos y deseamos que todos recen para que a todos nos
lleguen las mismas bendiciones.
5. SI AMAN A AQUELLOS QUE LOS AMAN, ¿QUÉ MÉRITO TIENEN?
Si aman a aquellos que los aman, ¿qué mérito tienen? Porque hasta los
pecadores aman a aquellos que los aman. Si hacen el bien a aquellos que se lo
hacen a ustedes, ¿qué mérito tienen? Eso lo hacen también los pecadores. Y si
prestan a aquellos de quienes esperan recibir, ¿qué mérito tienen? También los
pecadores prestan a los pecadores, para recibir de ellos lo mismo.
Esta norma y orden que hay que cumplir, porque así está establecido y
mandado, es el más difícil que nos corresponde hacer, y el mérito está en
hacerlo de verdad, amar al prójimo incluso cuando se ha convertido en mi
enemigo, porque amar a los que nos aman, no es difícil, pues hay cierta
reciprocidad. El mérito de nuestro amor al prójimo, no está en tanto en lo que
amemos, cuanto en lo amemos en Dios, como lo hace Dios, y según Dios, es
entonces cuanto más veamos a Dios en los hombres, más será nuestro mérito.
6. AMEN A SUS ENEMIGOS, HAGAN EL BIEN Y PRESTEN SIN ESPERAR
NADA EN CAMBIO
Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada en cambio.
Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo,
porque él es bueno con los desagradecidos y los malos. Sean misericordiosos,
como el Padre de ustedes es misericordioso.
El actuar de Dios es siempre bondadoso incluso con los desagradecidos y
malvados, con rostro de padre compasivo. A imagen de ese Dios siempre
misericordioso. El misericordioso, no hace sufrir a los demás, y se vemos que
otros sufren, debemos sentirnos tocado por ese mismo sufrimiento.
7. EL CRISTIANO NO DEBE SER VOZ PARA JUZGAR A SUS HERMANOS
El cristiano no debe ser voz para juzgar a sus hermanos, esto también es algo
difícil, especialmente con nuestra natural predisposición de querer enjuiciar a
todos y por todo, y mucha veces sin conocer la verdad como se presentan las
situaciones que juzgamos, pero no solo no debemos ser jueces, tampoco
debemos ser verdugos, no nos compete a nosotros castigar, y si alguien lo
necesita, dejémosle esa competencia a Dios, que al final siempre otorga el
perdón a los que se arrepienten de corazón, “Porque él es bueno con los
desagradecidos y los malos. Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es
misericordioso.”
El Señor les Bendiga
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant