XXIV Semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Miércoles
Sin emoción no se puede ser seguidor de Jesús
I. Contemplamos la Palabra
Primera lectura: 1 Timoteo 3,14-16
“Quiero que sepas c￳mo hay que conducirse en un templo de Dios, es decir, en
la asamblea de Dios vivo… Sin discusi￳n, grande es el misterio que veneramos;
se manifestó como hombre, lo rehabilitó el Espíritu, se apareció a los
mensajeros, se proclamó a las naciones…”
Evangelio: San Lucas 7,31-35
“En aquel tiempo dijo el Se￱or: ¿A quién se parecen los hombres de esta
generación? ¿A quién los compararemos? Se parecen a unos niños, sentados en
la plaza, que gritan a otros: ‘Tocamos la flauta, y no bailáis; cantamos
lamentaciones, y no lloráis”. Vino Juan el Bautista, que ni comía ni bebía, y
dijisteis que tenía un demonio; viene el Hijo del hombre, que come y bebe, y
decís: ‘Mirad qué comil￳n y qué borracho, amigo de recaudadores y pecadores…”
II. Compartimos la Palabra
“Grande es el misterio que veneramos”
San Pablo quiere animar a su buen discípulo y joven Timoteo. Para ello le
recuerda algo que repite en sus variadas cartas: “grande es el misterio que
veneramos”. El gran misterio es Cristo Jesús, escondido durante tiempo y
revelado llegada la plenitud de los tiempos. En verdad el Se￱or “ha hecho
maravillas” en todos nosotros. No se content￳ con crearnos y dejarnos a nuestra
suerte. Quiso que no fuéramos huérfanos de Dios, y se empeñó en mantener
buenas relaciones con nosotros. Por su parte, siempre relaciones de amor, de
ternura, de amistad, de compasi￳n, de consuelo… Para que nos creyésemos su
gran misterio, la gran maravilla de que nos ama como a la niña de sus ojos, nos
envió, ni más ni menos, que a su propio hijo a nuestra tierra, que derrochó amor
hacia nosotros por los cuatro costados. Y nos reveló que nuestra vida tiene
sentido, que nos es absurda, que empieza bien, porque salimos de las manos de
nuestro Padre Dios, y que acaba mejor, haciéndonos gozar de la plenitud de la
felicidad durante toda una eternidad. Y aunque en el intermedio nos toque vivir
sus más y sus menos, alegrías y dolores, todo se nos hace más fácil porque en
esas distintas circunstancias él nos acompa￱a…y con alguien que nos quiera a
nuestro lado hasta las dificultades mayores se nos hacen pequeñas, sabiendo
que al final de nuestro trayecto nos va a decir: “venid, benditos de mi Padre a
disfrutar del reino preparado para vosotros desde la creaci￳n del mundo”. En
verdad “grande es el misterio que veneramos”.
Sin emoción no se puede ser seguidor de Jesús
Jesús achaca algo a los “hombres de esta generaci￳n”: que no se emocionan.
Que siempre tienen disculpas para no emocionarse, para no vibrar con algo o
con alguien. Si hay duelo, no lloran. Si hay fiesta, no bailan. No se emocionan y
siguen con su vida rutinaria y no cambian. Vino Juan y les pareció demasiado
duro y… no se emocionaron con él. Vino Jesús y les pareci￳ demasiado alegre y
perdonador y… no se emocionaron con él. El verdadero seguidor de Jesús se
emociona con Jesús y con todo lo que nos dice y emocionado… le sigue.
Los dominicos celebramos hoy la fiesta de San Juan Macías, que nació en Ribera
de Fresno (Badajoz) el año 1585 donde, desde muy niño ejerció el oficio de
pastor. Emigró a Perú y en 1622 recibe el hábito de hermano cooperador, en el
convento de Santa María Magdalena. Su principal preocupación fueron los pobres
y necesitados a los que siempre atendió. Murió en Lima el 15 de septiembre de
1645. Fue canonizado por Pablo VI el 28 de septiembre de 1975.
Fray Manuel Santos Sánchez
Real Convento de Predicadores (Valencia)
Con permiso de dominicos.org