XXIV Semana del Tiempo Ordinario (Año imapar)
Martes
Lecturas bíblicas
a.- 1Tm. 3,1-13: Ministerios eclesiales.
b.- Lc. 7, 11-17: Muchacho, a ti te lo digo, levántate.
Este evangelio nos presenta la resurrección del hijo único, de una madre viuda.
Relato propio de Lucas. Los milagros hechos al centurión y a la esta viuda,
anticipan la respuesta a Juan Bautista, que pregunta a Jesús: “﾿Eres tú el que ha de
venir, o debemos esperar a otro?” (Lc. 7, 19). Lo que hace Jesús, es ofrecer la
salvación integral al hombre que lo necesita, en este caso al hijo de la viuda de
Naím. A la entrada de la ciudad, se encuentran dos comitivas, la que preside Jesús,
dador de vida, y la que preside la muerte. En un sermón que pronuncia S. Pedro
dice: “Vosotros renegasteis del Santo y del Justo, y pedisteis que se os hiciera
gracia de un asesino, y matasteis al Jefe que lleva a la Vida. Pero Dios le resucitó
de entre los muertos, y nosotros somos testigos de ello” (Hch.3, 14). Jesús sintió
compasión de la viuda (v.13). Esta salvación libera del mal, de la muerte y de la
enfermedad, lo que evidentemente, incluye la resurrección de los muertos, anuncio
velado del regreso a la vida de Jesús, en su resurrección. Jesús se dirige al joven,
que yace en el féretro como si estuviera vivo, su llamada infunde vida, ÉL es autor
de vida nueva (cfr.Rom.4, 17; Hch. 3,15). El joven responde, se levanta, se pone a
hablar (v.15), Jesús se lo entregó a su madre. Como Elías, el profeta, entregó con
vida al hijo de la viuda de Sarepta, pero Jesús es más que el profeta, resucita con
el poder de su palabra, Elías con oraciones y prolijos esfuerzos (cfr. 1Re. 17,23). En
este milagro encontramos una revelación de Dios, porque ante la evidencia de los
acontecimientos, la reacción del pueblo es de temor y glorificar a Dios, por ello
exclaman: “Un gran profeta ha surgido entre nosotros” y “Dios ha visitado a su
pueblo” (v. 16). Este milagro tiene carácter de signo en el sentido que testimonia
que Jesús es el que ha de venir y ofrece la vida eterna, el triunfo definitivo sobre la
muerte (cfr. Lc. 7, 20). La resurrección de los muertos es prueba de su poder y de
su misericordia, es más el poder está al servicio de su misericordia. Dios visita a su
pueblo e ilumina a los que yacen en sombras de muerte (cfr. Lc.1, 78). Temor y
asombro son preludio, de la glorificación de Dios, porque ha surgido un gran
profeta, Dios ha visitado benignamente a su pueblo. La fama de Jesús se extiende
porque quien le escucha la comunica.
Santa Teresa de Jesús: “ᄀQuién dijera que había tan presto de caer, después de
tantos regalos de Dios, después de haber comenzado Su Majestad a darme
virtudes, que ellas mismas me despertaban a servirle; después de haberme visto
casi muerta y en tan gran peligro de ir condenada; después de haberme resucitado
alma y cuerpo, que todos los que me vieron se espantaban de verme viva!” (V 6,9).