XXV Semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Jueves
Lecturas bíblicas
a.- Ag.1, 1-8: Construid el templo para que pueda complacerme.
b.- Lc. 9, 7-9: Herodes y Jesús.
En este breve pasaje, encontramos lo que se decía de Jesús, desde el vulgo hasta
el palacio de Herodes corren los rumores acerca de sus actividades y el deseo de
éste de conocerle. Tiene interés en verle actuar (cfr. Lc. 23, 6-12), le llegan noticias
acerca de la actividad de Jesús, por el momento no es un peligro para él, como lo
fue Juan, pero llegará el momento en que decida matarlo (cfr. Lc. 13, 31). Le llegan
rumores y Herodes piensa que ese predicador es Juan que ha resucitado, o Elías
que ha regresado o cualquiera de los antiguos profetas. Relacionarlo con Elías,
supone que el profeta ha regresado a terminar su trabajo. Elías es el hombre celoso
de la gloria de Yahvé, cuya palabra es fuego caído de lo alto, que está en el cielo,
sin haber pasado por la muerte; volvería a convertir a las gentes a su Dios, hará
regresar a los dispersos y preparará el camino del Señor. Elías era el centro de la
esperanza judía (cfr. 1Re18; 2 Re. 2, 1ss; Mal. 3,1ss; Eclo. 48,10). Más difícil para
Herodes, es identificarlo con Juan Bautista, porque significa creer que continúa su
obra, profeta escatológico que regresa, para terminar su labor. Lo que llamaba la
atención de Jesús a la gente, seguramente era su semejanza a un nuevo profeta
enviado por Dios. Herodes sabe que ha Juan lo mandó matar, por eso se pregunta:
¿Quién es este del que oigo tales cosas? (v. 9). Herodes no cree en la resurrección
de muertos (cfr. Hch. 17,32; 26,24), por ello recuerda que él mandó matar a Juan,
entonces: ¿Quién es Jesús? Es la misma interrogantes que se hicieron los
discípulos, después de ver caminar a Jesús calmar los vientos y que estos le
obedezcan luego de la borrasca (cfr. Lc. 8, 25). Para los discípulos fue un
interrogante que nació de una experiencia de salvación, en cambio, la de Herodes,
surge de una inquietud, del temor que alguien cuestione su poder y modo de vida.
Relacionarlo con personajes del pasado de Israel, da la impresión que Jesús no
hubiera hecho nada personal, pero por otra parte, los que están cerca de ÉL, lo
reconocen en la misma línea de los antiguos profetas. Hay que resaltar la novedad
del Señor. Todo cristiano debe continuamente preguntarse por la persona de Jesús,
profundizar su evangelio, su misión, y su alcance en nuestra existencia, es decir,
conocerlo desde sus palabras, y vivir desde el misterio entrañable de su vida nueva
en Dios.
Teresa de Jesús, desde pequeña anheló ser mártir, el Señor no se lo concedió, pero
su vida de carmelita, con todos los trabajos que tuvo, bien vale decir, que fue un
auténtico martirio. “La vida del buen religioso y de los allegados amigos de Dios, es
un largo martirio” (V 12,2).