“EDUCAR CON EL EJEMPLO”
Homilía monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas
para el 25º domingo durante el año
(22 de septiembre de 2013)
En estos días hemos tenido especialmente presente a nuestros maestros y profesores. El 17 de este mes
celebramos el día de los profesores. Fecha elegida en recordación de un gran hombre de nuestra
historia, José Manuel Estrada, en su fecha de fallecimiento que fue el 17 de septiembre de 1894.
“Estrada fue profesor, historiador puntilloso y cat￳lico practicante. Escritor, periodista y político, todo
lo cual lo transformó en uno de los más fieles exponentes del pensamiento argentino en los inicios de
la modernidad de nuestra Naci￳n”. Muchas veces reflexionamos sobre el rol del laico y la necesidad
del compromiso entre fe y vida, criterios, y cultura. En Estrada y otros tantos hombres y mujeres de
ayer y de hoy, podemos encontrar testimonios que nos indican que fundamentalmente desde el
compromiso de la gente podemos tener esperanza.
Pero también es cierto, y debemos señalar que en este inicio del siglo XXI nos encontramos con la
necesidad de superar las causas que provocan las tantas rupturas entre la fe y piedad de los cristianos y
el compromiso de vida y criterios cotidianos. Lamentablemente esto trae serios problemas a la acción
evangelizadora de la Iglesia. Algunas de esas causas las encontramos en planteos erróneos de
espiritualidad. No son pocos los cristianos que encierran la dimensión religiosa en la sola práctica de
actos de piedad y en la vida diaria se sienten liberados a obrar de cualquier manera, sin ningún criterio
ético. Desde ya que esto es una visión errónea e incluso ritualista y pagana de la religiosidad.
Los cristianos debemos saber que la espiritualidad necesita de la piedad, de la oración personal,
comunitaria y de la vida sacramental, pero todo esto debe llevarnos a captar cual es la voluntad de
Dios y ponerla en práctica en nuestro obrar cotidiano.
Nos puede ayudar el texto del Profeta Amós que leemos este domingo (Am. 8,4-7). El profeta
enumera un listado de infidelidades e injusticias que el pueblo elegido cometía, violando la Alianza
hecha con Dios: “Ustedes dicen ¿Cuándo pasará el novilunio para que podamos vender el grano, y el
sábado, para dar salida al trigo? Disminuiremos la medida, aumentaremos el precio, falsearemos las
balanzas para defraudar, compraremos a los débiles con dinero y al indigente por un par de sandalias,
y venderemos hasta los deshechos del trigo”. El Se￱or lo ha jurado por el orgullo de Jacob: Jamás
olvidaré ninguna de sus acciones” (Am. 8,5-7).
La espiritualidad cristiana necesita que la fe esté “encarnada” en la vida como nos dice Santiago en su
carta: “Pongan en práctica la Palabra y no se contenten solo con oírla, de manera que se enga￱en a
ustedes mismos” (Sant. 1,22). Si bien la espiritualidad nos implica a todos los bautizados, en nuestros
días es fundamental la comprensión de este desafío por parte del laicado que es la gran mayoría del
pueblo de Dios. Evangelizar la cultura implicará poner en práctica la voluntad de Dios en la familia, el
trabajo, la política, la escuela o bien los medios de comunicación.
Es importante recordar un texto de las conclusiones del documento de Aparecida, en donde se
se￱alaba: “Su misi￳n propia y específica se realiza en el mundo, de tal modo que, con su testimonio y
su actividad, contribuyan a la transformación de las realidades y la creación de estructuras justas
según los criterios del Evangelio. “El ámbito propio de su actividad evangelizadora es el mismo
mundo vasto y complejo de la política, de la realidad social y de la economía, como también el de la
cultura, de las ciencias y de las artes, de la vida internacional, de los mass media, y otras realidades
abiertas a la evangelización, como son el amor, la familia, la educación de los niños y adolescentes, el
trabajo profesional y el sufrimiento” (EN). Además, tienen el deber de hacer creíble la fe que
profesan, mostrando autenticidad y coherencia en su conducta” (210).
En este contexto y en la necesidad de Evangelizar la cultura, adquieren especial relieve figuras
ejemplares como José Manuel Estrada. No dudamos en que nuestra Patria se fue construyendo con
hombres y mujeres con ideales. La mediocridad del pragmatismo que siempre es materialista, es una
de las causas de la crisis en que estamos.
El Evangelio de este domingo (Lc. 16,1-13), nos dice que “ningún servidor puede servir a dos se￱ores.
No se puede servir a Dios y al dinero”. Los cristianos debemos tener a Dios en nuestro coraz￳n y
también sus enseñanzas, asumiendo la vida cotidiana, como lo hacemos, pero evitando servir a ídolos.
¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo!
Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas