XXVI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C
Pautas para la homilía
Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un
muerto
Los que se fían solo de las riquezas
Amós denuncia como todo profeta, las grandes injusticias sociales que le toco vivir
en su tiempo. Y paradójicamente estas palabras resuenan siempre con gran
actualidad, en el mundo en que vivimos.
Hoy la brecha que existe entre los países ricos y los países pobres, es cada vez más
notoria y pone de manifiesto la gran desigualdad social.
El profeta pretende llamar la atención del pueblo que selló la alianza con Dios, es
decir que lleven a cabo una vida basada en la justicia, el amor, y la solidaridad, con
el mismo amor que Dios tiene a su pueblo.
El camino de la fe en Dios
Descubrir la verdadera experiencia de Dios en la vida es un requisito imprescindible
para vivir de acuerdo al programa del Evangelio de Cristo. Este es el lema que con
gran entusiasmo intentó predicar San Pablo en las comunidades por las que pasó.
La fe que el apóstol defiende no es una tarea fácil, pero es posible intentar vivir
centrado en Dios, con profundidad y gran esperanza, porque ante todo es un Dios
de vida más allá de este mundo.
La experiencia cristiana protagonizada por Cristo y por el hombre, es una apuesta
de salvación para todos, una salvación que cosiste en recorrer un camino junto a
Jesús, y donde se pone de manifiesto una serie de requisitos resumido en hacer el
bien y obrar con justicia.
Compartir la vida y Construir Fraternidad
La parábola de Jesús en este domingo sirve para evidenciar que la Palabra de Dios
sigue actualizándose en nuestras vidas aquí y ahora. Sorprende comprobar la
descripción que Jesús realiza sobre los tiempos convulsos en ámbitos sociales,
políticos económicos, culturales, que nos puede hacer pensar y tomar conciencia de
nuestra condición cristiana.
Los problemas de nuestro mundo, hacen posible que nos paremos a pensar de qué
modo hacemos presente el Reino de Dios en nuestras vidas. Una de las
consecuencias de la crisis por la que estamos pasando es el aumento de un 5,4%
de ricos en España en 2012. Paradójicamente al igual que hay más ricos, también
comprobamos como cada vez hay más familias que no perciben ayudas, ni
ingresos. Esto claramente nos debe alarmar y tomar conciencia de la sociedad en la
que nos estamos convirtiendo y construyendo.
El camino inaugurado por Jesús de Nazaret está dedicado principalmente a la lucha
por la justicia, por un mundo nuevo donde todos podamos formar parte del Reino
de Dios, y para ello se establece una forma de ser: Compartir y hacer más fraternas
nuestras vidas.
Uno de los pilares fundamentales de las primeras comunidades cristianas era
compartir entre sus miembros no solo la vida, sino también los bienes y ponerlos en
común. Además juntos celebraban la fe en Jesucristo de una forma admirable. Esta
forma de vivir y relacionarse produjo gran sorpresa y admiración por comprobar
una gran fraternidad en la unidad.
Una consideración importante señalar es que las riquezas como tal, no son malas,
Jesús no era contrario a ellas. Él mismo compartió banquetes y conversaciones con
clases pudientes de su tiempo. Pero lo que sí criticó con dureza es la acumulación
desproporcionada de riquezas y de poder de los dirigentes de Galilea, cometiendo
injusticias y enriqueciéndose a costa de las personas más débiles y humildes de la
sociedad.
En este punto es donde Jesús se mostró contrario y radical, con la parábola, pues
para seguir sus pasos se deben poner en práctica las mismas actitudes y opciones
que Él hizo. Compartir toda la vida y sembrar el amor, la justicia, y la igualdad de
todos, porque todos estamos llamados a ser hijos e hijas de Dios.
Fr. Julio C. Carpio Gallego O.P.
Parroquia Cristo de la Victoria (Vigo)
Con permiso de: dominicos.org