EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
martes 24 Septiembre 2013
Martes de la vigésima quinta semana del tiempo ordinario
Libro de Esdras 6,7-8.12b.14-20.
Dejen trabajar en esa Casa de Dios al comisionado de Judea y a los ancianos de los
judíos. Que se reconstruya esa Casa de Dios en el mismo sitio.
Estas son mis órdenes acerca de la conducta que ustedes deben observar frente a
los ancianos de los judíos, para la reconstrucción de esa Casa de Dios: los gastos
que ellos hagan serán pagados totalmente y sin interrupción de los fondos reales,
utilizando los impuestos percibidos en la región del otro lado del Eufrates.
¡Que el Dios que ha establecido allí su Nombre destruya a cualquier rey o pueblo
que intente transgredir esta orden, destruyendo esa Casa de Dios que está en
Jerusalén! Yo, Darío, he promulgado este decreto. Que sea cumplido
estrictamente".
Los ancianos de los judíos llevaron adelante la obra, bajo el impulso del profeta
Ageo y de Zacarías, hijo de Idó. Así terminaron la construcción, conforme a la
orden del Dios de Israel y a los decretos de Ciro y Darío.
La Casa fue concluida el día veintitrés del mes de Adar, en el sexto año del reinado
de Darío.
Todos los israelitas - los sacerdotes, los levitas, y el resto de los repatriados -
celebraron alegremente la Dedicación de esta Casa de Dios.
Para su Dedicación, ofrecieron cien novillos, doscientos carneros y cuatrocientos
corderos. Además, ofrecieron doce chivos, según el número de tribus de Israel,
como sacrificio por el pecado de todo el pueblo.
Después establecieron a los sacerdotes según sus categorías y a los levitas según
sus clases, para el servicio de Dios en Jerusalén, como está escrito en el libro de
Moisés.
Los repatriados celebraron la Pascua el día catorce del primer mes.
Como todos los levitas se habían purificado, estaban puros e inmolaron la víctima
pascual para todos los que habían vuelto del destierro, para sus hermanos los
sacerdotes y para ellos mismos.
Salmo 122(121),1-2.3-4a.4b-5.
Me puse alegre cuando me dijeron:
«¡Vamos a la casa del Señor!»
Ahora nuestros pasos se detienen
delante de tus puertas, Jerusalén.
Jerusalén, edificada cual ciudad
en que todo se funde en la unidad.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor, la asamblea de Israel,
para alabar el Nombre del Señor.
Pues allí están las cortes de justicia,
los ministerios de la casa de David.
Evangelio según San Lucas 8,19-21.
Su madre y sus hermanos fueron a verlo, pero no pudieron acercarse a causa de la
multitud.
Entonces le anunciaron a Jesús: "Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y
quieren verte".
Pero él les respondió: "Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra
de Dios y la practican".
Comentario del Evangelio por :
Santa Teresa del Niño Jesús (1873-1897), carmelita descalza, doctora de
la Iglesia
Ultimas Conversaciones, 21•08•1897
Vivía de fe como nosotros
¡Cuánto me hubiera gustado ser sacerdote para predicar sobre la Santísima Virgen!
Un solo sermón me habría bastado para decir todo lo que pienso al respecto.
Ante todo, hubiera hecho ver qué poco se conoce su vida. No habría que decir de
ella cosas inverosímiles o que no sabemos; por ejemplo que de muy pequeñita, a
los tres años, la Santísima Virgen fue al templo para ofrecerse a Dios con ardientes
sentimientos de amor, totalmente extraordinarios, cuando tal vez fue allá
sencillamente por obedecer a sus padres... Para que un sermón sobre la Virgen me
guste y me aproveche, tiene que hacerme ver su vida real, no su vida supuesta; y
estoy segura de que su vida real fue extremadamente sencilla. Nos la presentan
inaccesible, habría que presentarla imitable, hacer resaltar sus virtudes, decir que
ella vivía de fe igual que nosotros, probarlo por el Evangelio, donde leemos. «No
comprendieron lo que quería decir». Y esta otra frase, no menos misteriosa: «Su
padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño». Esta admiración
supone una cierta extrañeza, ¿no te parece, Madrecita?
Sabemos muy bien que la Santísima Virgen es la Reina del cielo y de la tierra, pero
es más madre que reina; y no se debe decir que a causa de sus prerrogativas
eclipsa la gloria de todos los santos como el sol al amanecer hace que desaparezcan
las estrellas. ¡Dios mío, que cosa más extraña! ¡Una madre que hace desaparecer la
gloria de sus hijos...!Yo pienso todo lo contrario, yo creo que ella aumentará con
mucho el esplendor de los elegidos. Está bien hablar de sus privilegios, pero no hay
que quedarse ahí... ¡Y quién sabe si en ese caso algún alma no llegará incluso a
sentir cierto distanciamiento de una criatura tan superior y a decir: «Si eso es así,
mejor irse a brillar como se pueda en un rincón».
Lo que la Santísima Virgen tiene sobre nosotros es que ella no podía pecar y que
estaba exenta del pecado original. Pero por otra parte, tuvo menos suerte que
nosotros, porque ella no tuvo una Santísima Virgen a quien amar, y eso es una
dulzura más para nosotros y una dulzura menos para ella.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”