CICLO C
TIEMPO ORDINARIO
XVIII DOMINGO
A lo largo de estos domingos de verde del Tiempo Ordinario se nos va presentando
cómo debe vivir el cristiano en todos los ámbitos de su existencia. Hoy la Palabra
de Dios nos habla de los bienes de este mundo: la riqueza, el trabajo y todos los
afanes del hombre bajo el sol. Y su mensaje podemos condensarlo en estas
palabras: lo que importa es ser rico ante Dios. Si uno no es rico ante Dios, aunque
tenga muchos bienes de este mundo, todo es vaciedad sin sentido (primera
lectura).
Lo que importa es ser rico ante Dios. Los muchos afanes del hombre, sus trabajos
bajo el sol (primera lectura), lo que haya amasado con tanta fatiga tiene que
dejarlo a quien no lo ha trabajado. Apartaos de toda clase de codicia, dice el Señor
en el Evangelio. Porque donde está tu tesoro allí estará también tu corazón.
Escuchamos en la primera lectura que tantos afanes por amasar bienes de este
mundo, durante el día producen dolores, penas y fatigas y por la noche no
descansa el corazón.
La segunda lectura nos señala cómo podemos ser ricos ante Dios. Hemos de buscar
ser hombres y mujeres nuevos y mejores, a imagen de Cristo (los bienes de allá
arriba, donde está Cristo). Y dar muerte a lo terreno –al pecado- que hay en
nosotros. Dar muerte a la avaricia, que es una idolatría, cuando hacemos de las
riquezas y del dinero un dios. Seremos ricos para Dios despojándonos del hombre
viejo y revistiéndonos, configurándonos con Cristo Jesús resucitado vencedor del
pecado, del mal y de la muerte.
Lo que importan son las buenas obras, que nos acompañarán más allá de la
muerte, al presentarnos ante Dios. Así seremos de verdad ricos ante Dios. Sin
miedo a que se pierda, porque permanecerán en la eternidad. Las riquezas de este
mundo aquí se quedarán y otros, que no lo han trabajado, serán quienes las
disfruten.
MARIANO ESTEBAN CARO