XXVI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C
Padre Emilio Betancur Múnera
A NOSOTROS PARA OTROS.
Hoy continúa la enseñanza sobre la fidelidad en la administración de los bienes
temporales con una parábola que contrapone el buen y mal uso de las riquezas. De
una parte está un hombre muy rico y de otra un desahuciado de nombre: Lázaro.
Son distintos en la manera de vivir y en su destino final.
El hombre rico está caracterizado por todas las cosas que no deberían ser
preocupaci￳n de un discípulo de Jesús: “Ropa fina y banquetes diarios “No andéis
preocupados por vuestra vida, pensando qué comeréis o por vuestro cuerpo,
pensando con que os vais a vestir (Lc 12,22)
VIVIAN PUERTA A PUERTA.
Lázaro que en hebreo significa “Dios ayuda”, ante la imposibilidad de subsistir por
sí mismo se echa a la puerta del rico, con su cuerpo lacerado “ansiando llenarse con
las sobras que caían de la mesa del rico”. Los perros considerados en la cultura
judía como animales impuros le lamían las llagas dejándolo contaminado.
Para el rico el mejor lugar es la mesa del banquete, para el pobre es la puerta
abierta para los huéspedes pero cerrada para él. Su única relación es que uno vive
a la puerta del otro. Ambos van a tener en común la muerte pero no el destino final
porque el pobre fue llevado primero por los ángeles al seno de Abraham donde
están los patriarcas; y al rico, lo enterraron seguramente con un funeral digno de
su posición social, en la gehena lugar de muertos y llamas. Donde estaban los
justos había una fuente de agua.
El hecho de mencionar siete (7) veces a Abrahán ya lo constituye como una clave
de interpretación del texto. Lo que importa para Jesús es saber ¿quién es
verdaderamente, hijo de Abraham?
LAS PROPUESTAS DEL DINERO.
La primera petición del rico corresponde a la que hacía el pobre comiendo de las
migajas que caían de la mesa del rico: “Padre Abraham ten piedad de mí manda a
lázaro que moje en agua la punta de su dedo y me refresque la lengua porque me
torturan estas llamas “Abraham lo llama hijo porque es miembro del pueblo de
Israel pero no es una raz￳n para llegar al paraíso. “Recuerda que en tu vida
recibiste bienes, ahora sufre tormentos en cambio lázaro recibió solo males y ahora
goza de consuelo”. Además Lázaro no puede ayudarle porque entre el infierno y el
paraíso hay un abismo inmenso que nadie puede trasegar.
Por segunda vez el rico sigue manipulando al pobre cuando le pide a Abraham que
lázaro vaya casa de sus padres y advierta a sus cinco hermanos lo que puede
ocurrirles. Se olvidó que la suerte de cada uno depende de lo que haya hecho en la
vida. Abraham no acepta la propuesta porque la familia del rico ya ha tenido la
oportunidad de escuchar a Moisés y los profetas quienes hablaron de la práctica de
la justicia y solidaridad con los pobres. Moisés y los profetas también habían sido
explicados por Jesús en el camino de Emaús cuando habló de su muerte y
resurrección (Lc 24,27). Ni con la resurrección de Jesús tanto el rico como su
familia creyeron el mensaje de la justicia, la equidad y la solidaridad con los
pobres.
CUIDADO CON LOS POBRES.
El rico no fue al infierno porque tuviera muchos bienes y buen gusto en la comida
sino por haberse desentendido y hacerse el de la vista gorda cuando tenía a su
puerta al más pobre entre los pobres. Así entonces el cielo no depende del estrato
social sino del cuidado que tengamos por los pobres.
“Hay de ustedes los que no se preocupan por las desgracias de sus hermanos. Por
eso irán al destierro a la cabeza de los cautivos y se acabará la orgía de los
disolutos” (Primera lectura). “El Se￱or siempre es fiel a su Palabra, proporciona pan
a los hambrientos y libera a los cautivos. Abre el señor los ojos de los ciegos y
alivia al agobiado. Ama el señor al hombre justo y toma al forastero a su cuidado. A
la viuda y al huérfano sustenta y trastorna los planes del inicuo. Reina el Señor
eternamente, reina tu Dios, oh Sion, reina por los siglos. Alabemos al señor que
viene a salvarnos” (Sal 145)