XXVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO C
Am 6, 1.4-7; Sal 145; 1Tm 6, 11-16; Lc 16, 19-31
Había un hombre rico que vestía de púrpura y lino, celebraba todos los días
espléndidas fiestas. Y uno pobre, llamado Lázaro, que, echado junto a su portal,
cubierto de llagas, deseaba hartarse de lo que caía de la mesa del rico... pero hasta
los perros venían y le lamían las llagas. Sucedió pues, que murió el pobre y los
ángeles le llevaron al seno de Abraham. Murió también el rico y fue sepultado.
Estando en el Hades entre tormentos, levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham, y
a Lázaro en su seno. Y, gritando, dijo: 'Padre Abraham, ten compasión de mí y
envía a Lázaro a que moje agua en la punta de su dedo y refresque mi lengua,
porque estoy atormentado en esta llama.' Pero Abraham le dijo: 'Hijo, recuerda que
recibiste tus bienes durante tu vida y Lázaro, al contrario, sus males; ahora, pues,
él es aquí consolado y tú atormentado. Y además, entre nosotros y vosotros se
interpone un gran abismo, de modo que los que quieran pasar de aquí a vosotros,
no puedan hacerlo; ni de ahí puedan pasar hacia nosotros. Replicó. 'Pues entonces,
te ruego, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos,
para que les advierta y no vengan también ellos a este lugar de tormento.'
Abraham le dijo: 'Tienen a Moisés y a los profetas; que les oigan.' Él le dijo: 'No,
padre Abraham, que si alguno de entre los muertos va a ellos, se convertirán.' Le
contestó: 'Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se convertirán aunque un
muerto resucite.'
En la semana anterior, el evangelista Lucas hablaba del administrador inicuo, esta
semana la liturgia de la palabra nos presenta el pasaje del rico epulón y el pobre
Lázaro; siempre la palabra de Dios es como una antorcha, no solamente que
ilumina sino que viene a disipar la oscuridad de nuestra vida. Lo común en estos
textos evangélicos de la semana pasada y la presente es importante tenerlo en
cuenta.
Haciendo una lectura muy literal del evangelio del presente domingo, San Lucas
nos presenta dos personajes en condiciones y situaciones muy distintas, pero al
final del mismo evangelio aunque el término de ambos es el mismo, según el
evangelista, la condición de cada uno será distinta. Al respecto San Gregorio dice:
ᆱ…debe advertirse que entre el pueblo son más conocidos los nombres de los ricos
que los de los pobres, pero el Señor no cita el nombre del rico, sino el del pobre,
porque el Señor conoce y ama a los humildes y desconoce a los soberbios. Para
probar mejor al pobre, le embargaron a la vez la pobreza y la enfermedad.
Prosigue: "Que yacía a la puerta del rico, cubierto de llagas"…ᄏ (San Gregorio, in
Evang hom. 40).
Según las bienaventuranzas tanto de Lucas como Mateo, dicen: ᆱ…bienaventurados
los pobres porque de ellos es el reino de los cielos (…), bienaventurados los que
tienen hambre porque ellos serán saciados…ᄏ. De acuerdo a este sentido, un
bienaventurado no solamente se debe entender en el sentido material, al cual Dios
ha podido bendecir su vida; porque de esta manera podemos pensar que la venida
del Reino de los Cielos que Cristo ha anunciado, sería solamente una ficción. Es
importante comprender que los bienes que el creyente puede poseer los pondrá
siempre al servicio de sus hermanos, y esto es lo que han hecho los Santos, pues
casi siempre a quienes hoy llamamos Santos en la Iglesia, no habiendo tenido
posesión de bienes materiales, han procurado tenerlo no para sí mismos, sino para
ofrecerlos y ponerlos al servicio de los pobres-necesitados. Es así que un
bienaventurado es un hombre lleno del Espíritu de Dios
Bajo esta mirada, el evangelio de este domingo nos pone de manifiesto que
cuando el hombre vive centrado en sí mismo y pensando que la vida solamente es
una búsqueda de vivirla placenteramente, se le endurece el corazón y se pone
insensible donde el prójimo no existe, porque se ha vuelto indolente. Solo en Dios,
y en la experiencia del amor de Dios, el creyente alcanzado por este amor, puede
abrirse al amor de los demás y no vivir encerrado en sí mismo, sino acogiendo al
hermano. La vida del hombre alcanzado por Dios se transforma en una vida de
gratitud, y esta vida de gratitud, se expresará, también en poner los bienes a
disposición del hermano necesitado.
En el evangelio de este domingo, en el diálogo que se presenta entre Abraham con
el rico epulón, cuando éste le pide que un profeta de entre los muertos vaya y
hable a sus cinco hermanos, la respuesta es muy importante: ᆱ…si no escuchan a
Moisés y los profetas aunque un muerto resucite no lo escucharán…ᄏ. Esta
afirmación pone de manifiesto el corazón del hombre, ante la escucha, por eso dice
el profeta Isaías: ᆱ… la palabra de Dios es como una lluvia que desciende y empapa
la tierra y la fecunda para que dé frutos…ᄏ; que realiza lo que San Pablo afirma:
ᆱ…ya no soy yo es Cristo que habita en mí….ᄏ.
Dios es un buen Padre, que no ha creado al hombre para que viva en la miseria, ni
tampoco que viva como miserable; pero por la dureza del corazón de los hombres,
para que quede de manifiesto que las situaciones de tantos hombres que viven
como miserables es por la dureza del corazón de aquellos que ya no ven en el otro
al prójimo; sino que la dureza de su corazón los ha encerrado en su propio egoísmo
y en su propia miseria; por eso la muerte para estos hombres, que viven
encerrados en sí mismos se convierte solamente en el término fatal de su
existencia, mientras para aquellos pobres que viven su vida, aunque estén llenos de
carestías materiales, pero tienen su esperanza puesta en Dios, la muerte es el
tránsito, el paso a la vida eterna, para la cual Dios ha creado al hombre, como dice
en el libro de la Sabiduría: Dios no ha creado la muerte.
El gran Obispo de Hipona dice: ᆱ…puede entenderse esta parábola, considerando al
Señor representado en Lázaro tendido a la puerta de aquel rico. Porque se abatió
ante los muy soberbios judíos en la humildad de su encarnación, deseando saciarse
de las migas que caían de la mesa del rico. Es decir, buscaba en ellos, aun cuando
fuesen pequeñas sus obras de justicia, que no fuesen quitadas de su mesa, esto es,
de su poder por su soberbia. Sus obras, aunque pequeñas y extrañas a la
perseverancia de una buena vida, podían repetirse de vez en cuando, al menos
como suelen caer las migas de la mesa. Las úlceras son los tormentos del Señor,
los perros que las lamían son los gentiles, a quienes los judíos llamaban inmundos y
sin embargo lamen ahora las llagas del Señor en los sacramentos de su cuerpo y de
su sangre en todo el mundo, con una profundísima ternura. El seno de Abraham es
el seno del Padre, en donde fue recibido el Señor cuando resucitó después de su
pasión y a donde creo se dice que fue llevado por los ángeles, porque ellos
anunciaron a los discípulos esta recepción que había tenido en el seno del Padre.
Todo lo demás puede admitirse según la exposición que ya queda hecha, porque el
seno del Padre se entiende como el lugar en donde las almas de los justos se ven
con Dios, aun antes de la resurrección. …ᄏ (San Agustín, De quaest. Evang. 2,38).
El Concilio Vaticano II al respecto nos dice, que hoy lo que se debe visibilizar en el
mundo, es el milagro moral, donde se vea la conversión de vida del creyente, no
solo su adhesión a Cristo; sino que nuestra vida sea una manifestación de Dios en
nosotros. Esto es a lo que el Papa Francisco, nos está en estos días exhortando, a
no vivir como burgueses, como su estar con Dios es para vivir una vida sin
problemas y llena de souvenirs; y los ministros de la Iglesia, como dice San
Agustín: los malos pastores se asemejan a los falsos profetas, que anuncian lo que
sus oyentes desean escuchar.
Pbro. Oscar Balcázar Balcázar