“Hombre rico y hombre pobre”
Lc 16, 19-31
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
1. “LA PARÁBOLAS”
Jesús nos enseñas a través de narraciones de sucesos sencillos, “La Parábolas”, con
ellas aprendemos enseñanzas de alguna verdad importante, especialmente en el
aspecto moral, estos relatos fáciles de comprender generalmente llegan al corazón
de los hombres. El Evangelio de hoy nos presenta una parábola muy emotiva.
Los ejemplos que nos pone Jesús, están siempre vivos en nosotros, especialmente
porque nos exige a nosotros mismos tomar conciencia de lo que es ser cristiano, es
así, como no solo debemos tener oídos atentos a las parábolas, además debemos
tener preparado el corazón para comprender la sensibilidad de la enseñanza y
alejar toda soberbia en nosotros para aceptarla.
2. SEPAMOS DESCUBRIR EN ELLA EL LLAMADO DE SALVACIÓN Y
CONVERSIÓN A DIOS.
La sutileza de la parábola, y me refiero a la delicada, suave e interesante forma que
utiliza Jesús para penetrar en nuestro corazón, nos invita a rechazar los estilos de
vida conducentes al pecado, especialmente a aquellos que son productos de la
soberbia, la envidia, la ira, la vanidad, el egoísmo, sentimientos que nutren la
forma más desvergonzada de vida del hombre.
Es entonces en consecuencia, la parábola, una perfecta enseñanza de moral
cristiana, sepamos descubrir en ella el llamado de salvación y conversión a Dios.
No obstante lo anterior, esta parábola de hoy necesita un análisis distinto a otras
para lograr comprender los que nos quiere decir, en este caso, nos narra una
historia, en la cual no hay que entender que existieron los personajes, el rico y el
mendigo, Lázaro, sino que en ellos se personifican dos posturas ante la vida, que
luego se cambian en el juicio de Dios.
3. UNA PARABOLA CONMOVEDORA Y DRAMATICA
La parábola es muy conmovedora, pero también por algunos momentos es
intensamente dramática. De los dos personajes principales, aparece uno de ellos, el
rico, disfrutando de espléndidos banquetes, es decir que se complacía de gozar de
su fortuna y por otra parte, aparece un pobre a su puerta, cubierto de llagas.
Lucas destaca dramáticamente el modo de vida entre ambos, por una parte la vida
despreocupada del rico y la miseria del pobre que “ansiaba saciarse con lo que
caía de la mesa del rico; y hasta los perros iban a lamer sus llagas”. El
contraste, es muy grande, y parece que aquí nos resuena con fuerza palabras de
Jesús: “Ay de vosotros, los ricos” (6,20-24). Es así, el verdadero pobre es el rico,
como muchos de los que existen hoy, que aun recibiendo el Evangelio, no llegan a
comprender el misterio profundo del corazón de Jesús.
Y la vida de este rico, “que se vestía de púrpura y lino finísimo y cada día
hacía espléndidos banquetes”, no puede acabar más que en la profunda
oscuridad del sepulcro, o sea, en el infierno del fracaso y de la impotencia total.
4. EL CONTRASTE DE DOS PERSONAS, POR UNA PARTE, UN POBRE
Y POR OTRA UN RICO
Esta parábola es exclusiva de san Lucas, donde el habla del tema de la “riqueza”,
así es, como inserta aquí la parábola del rico y de Lázaro el pobre. Se trata de una
versión libre de un cuento egipcio, traído a Palestina por judíos de Alejandría,
donde era muy apreciado. Jesús lo utiliza para hacer un análisis comparativo.
La descripción es minuciosa, con algunos elementos que están creados para
mejorar la finalidad del tema. El relato es una parábola de dos temas que se unen
en un solo punto. La finalidad de la misma está expresada por el contraste de dos
personas, por una parte, un pobre y por otra un rico con dos suertes distintas, así
observamos como el rico aquí goza y después sufre y, en cambio, el pobre, aquí
sufre y después tiene su felicidad. El otro tema, es el rechazo de la súplica del rico
y urgencia de la conversión oyendo a los profetas.
5. UNA CONDENA Y UNA SALVACIÓN
Hasta este punto, la parábola nos deja dos posibilidades de interpretación, primero
podemos pensar que se trata de expresar sólo la posibilidad de que el rico, aunque
tenga riquezas como premio a su buena conducta, puede condenarse, puesto que
las riquezas no garantizan su salvación, mientras que los pobres, que viven como si
no fueran bendecidos por Dios, pueden salvarse. La segunda interpretación, puede
ser, que se trata del hecho de un mal uso de las riquezas, y es por lo que se
condenan, mientras que el pobre, por ser pobre religioso, sometido en todo a la
voluntad de Dios, se salva.
En la parábola no se habla de una sola posibilidad; se trata de un hecho: una
condena y una salvación. Pero esto supone un uso malo de las riquezas, ya que
éstas, de suyo, ni son buenas ni malas; todo depende del uso que se haga de ellas.
Igualmente, la pobreza ni es buena ni es mala; depende de la actitud religiosa que
se tenga ante ella. Por eso, en esta parábola no se habla sólo de la posibilidad de
que en la otra vida, se cambie la suerte de ricos y pobres, como es valorado esto
en la mentalidad del Antiguo Testamento, sino que esta posibilidad se ve, porque se
expone como un hecho este mal uso de las riquezas y la resignación religiosa ante
la pobreza.
6. “EL POBRE MURIÓ Y FUE LLEVADO POR LOS ÁNGELES AL SENO
DE ABRAHAM”
“El pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham”. Esto
expresa en la literatura extra bíblica, más que el lugar donde estaban las almas de
los justos, el estado de aprecio en que estarán con el padre de los creyentes. A él
fue llevado por los ángeles. En la literatura rabínica se dice en diversos pasajes que
al paraíso no se va si no es llevado por los ángeles.
Dice también el Evangelio ; “El rico también murió y fue sepultado”, luego
agrega: “En la morada de los muertos, en medio de los tormentos”, es decir
en el infierno. “En el infierno” levanta él los ojos y ve a Abraham. Se habla de estos
lugares como estados próximos, por lo que pueden verse; lo que aumenta más el
sufrir de los condenados. Así es, como lo que reflejan los elementos descriptivos de
esta parábola. Estas regiones son infranqueables. Hay entre ellas un “gran abismo.”
No pueden ir de un lugar a otro. Es la eternidad de destinos, en el caso de ricos
como el de este relato, donde la vida puede acabar en la profunda oscuridad del
sepulcro, o sea, en el infierno del fracaso y de la impotencia total.
El mendigo también muere. Pero, a través de la muerte, su persona queda liberada
de los sufrimientos y privaciones y es “llevado por los ángeles al seno de
Abrahán” cumplimiento y realización de todas las promesas de Dios.
7. EL QUIEBRE OBRADO POR NUESTRO EGOÍSMO ENTRE LA
POBREZA Y LA RIQUEZA SUBSISTE TAMBIÉN EN EL MÁS ALLÁ
El “rico” condenado — la parábola desea extender su doctrina — pide a Abraham,
que preside la mansión de los justos, judíos, que envíe a Lázaro a sus hermanos
para que se corrijan y no vayan al infierno. Pero la respuesta es negativa: “tienen
a Moisés y a los profetas,” que oyen en las sinagogas; con ellos saben lo que
han de hacer para no venir al infierno. Un texto de Is (58:7) le decía concretamente
lo que debía hacer en este caso; como, en general, los profetas. Tampoco harían
caso a un muerto que les fuese a avisar. ¿No pensarían en un fantasma? ¿Qué
pensaron tantos ante la resurrección de Cristo? Es que, en el fondo, no es cuestión
de avisos extraordinarios, sino de la recta actitud moral para ello. Si ésta existe,
basta, pues entonces ellos creen en lo que Dios dice para salvarse, en este caso por
“Moisés y los profetas.”
El quiebre obrado por nuestro egoísmo entre la pobreza y la riqueza subsiste
también en el más allá. Aún más, pasa a ser un abismo insuperable. Quien ha
elegido un tipo de vida contrario al amor se queda privado para siempre de la
gracia del amor y, en consecuencia, imposibilitado para el encuentro de amor con
los hermanos.
8. LA POBREZA NOS ACERCA MÁS A DIOS
Cuando leemos el Antiguo Testamento, vemos como la riqueza era considerada
como una bendición de Dios, sin embargo en el Nuevo Testamento, la pobreza nos
acerca más a Dios, porque la súplica del pobre llega más al corazón del Señor. Así
es, como la enseñanza que nos deja este fragmento de Evangelio, nos dice que no
debemos poner la confianza en la riquezas, las que muchas veces son causa de
vicios que nos condenaran a no ir al Reino de los Cielos, sin embargo, los pobres,
tal como lo expresaba el Papa Juan Pablo II, “los pobres son los predilecto de Dios”.
Así es, como es mejor reconocer que la riqueza y la pobreza son cosas pasajeras,
pero la vida eterna permanece por siempre. De este modo, parece más lógico y
prudente, hacer en esta vida, una vida que nos asegure la eternidad en los cielos.
Es así, cómo esta parábola es el más bello comentario a las palabras del Señor:
“¡Bienaventurados los pobres!” (Lc 6:20).
El Señor les Bendiga
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant